Capítulo 3

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Capítulo 3

Esperé media hora pero Daniel aún no llegaba. Decidí adentrarme en el bosque e intenté escuchar con cuidado. Hojas secas siendo aplastadas crujían bajo la luna y tuve que hacer un gran esfuerzo para no hacer el mismo ruido.

Cerca de donde encontré a Daniel, había una silueta con las alas extendidas. Sus manos sostenían un arco y traía una mochila de flechas recargada en la espalda. Imaginándome que era él, me acerqué. 
Con un movimiento casi imperceptible, dio media vuelta y se levantó en el cielo. La flecha de su arco apuntaba directamente hacia mí y fue obvio que no era Daniel. Desplegué mis alas y escuché como la tela se rajó. Me sorprendió el hecho que los botones no explotaron debido a la presión, pero fue un detalle que enterré en ese momento.

Daniel apareció a mi derecha y la persona del arco le apuntó a él. El pelo de Daniel se tiñó del azul eléctrico respectivo y brilló como si poseyera luz propia.

-Drew -gruñó Daniel.
-¿No te dijeron que no te queríamos por aquí? -Respondió la voz masculina. 
Alguien más se detuvo al lado de Drew. Era mujer y su pelo estaba teñido de color morado. Ella también tenía un arco en las manos.

-¿Preguntando antes de disparar? -Dijo ella.

Si yo no hubiera sabido disparar arcos, no podría haber deducido lo que pasó luego.

Me di cuenta por cómo apoyó mejilla al hombro, que pensaba disparar.

La flecha voló cortando el aire y escuché como Daniel contuvo el aliento.

Sin darme cuenta, levanté ambos brazos y una ráfaga de viento desvió la flecha, que quedó clavada en el tronco de un árbol. La chica de pelo morado abrió los ojos, mirándome extrañada.

-¿Qué diablos fue eso? -Preguntó hacia su amigo, quien también se hallaba estupefacto.
-Es un ángel. -Bramó él. -¿Por qué tiene esas alas?

Me quedé en silencio. A todos los exiliados se les quita varios poderes. Entre estos, el de leer los pensamientos y controlar el aire.

Daniel me observó con curiosidad pero prefirió no decir nada. Sólo asintió y fue retrocediendo.

-Nos verás más seguido. -Dijo Drew. Él y la chica a su lado volaron adentrándose en la vegetación.

-No sé cómo diablos lograste eso, pero gracias.
-No hay de qué. Ni siquiera yo sabía que aún podía lograrlo. 
-Tengo que confesarte algo... -Masculló mientras retiraba la flecha del árbol. -Un demonio, hace muchos años, construyó un brazalete de oro usando magia oscura y plumas de ángel. Con este logró volar hasta el cielo y mató a Brandon, la persona que ocupaba el puesto de Jonah en ese entonces. Poco después fue encontrado y los ángeles lo mataron. El brazalete cayó y quedó en alguna parte de esta zona, perdido.
-Pensé que eso sólo era un cuento. -Comenté.
-No. He estado bastante tiempo buscando aquel brazalete para poder subir al cielo y convencer a todos, así poder dejar de vagar en la tierra sin ningún propósito.

Fruncí el ceño y me senté en una roca. Mis labios formaron una línea.

-¿Por qué no lo dijiste antes?
-Podrías haber pensado que mi propósito era otro.

Suspiré y mis alas desaparecieron.

-Si la encontramos y me dejas ir a mí, prometo lograr que te acepten de nuevo.

Dudó por un momento y su pelo dejó de brillar como lo hacía antes.

-Es un trato -sonrió y estreché su mano.

Caminamos de vuelta al campamento y nos recostamos.

-Mira esta flecha.

La sostuve de la punta y lancé un gemido. Su composición quemó mi piel, de tal manera que tuve que soltarla.

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