Al salir del aeropuerto de Yakarta, la capital caótica de Indonesia como cualquier otra capital, Ezequiel se dio cuenta que tenía que buscarse un hotel, debido al cansancio acumulado de los vuelos y por el jetlag, para pasar la noche. Se tomó un taxi que lo llevó al centro de la ciudad y ahí se puso a buscar algún alojamiento. No había ninguno que le convencía hasta que vio el cartel de entrada de un hotel cápsula. Él tenía idea de este tipo de hotel gracias a la información que circulaba en Internet. Entonces entró al hotel para consultar disponibilidad y precio y para su fortuna había disponibilidad y el precio le pareció acorde al alojamiento. Se fue directo al piso donde estaría esperando su capsula. Al llegar al piso, pudo visibilizar que era una habitación llena de cápsulas donde en cada una las personas tenían suficiente espacio para ellos y algunos objetos personales. Camino hasta su cápsula correspondiente y se metió sin pensarlo dos veces. Era la primera vez que sentía la suavidad de una cama desde que se despidió de su amado país. El cansancio era agobiante para él cuando se adentraba cada vez más en la cápsula. Una vez que llegó a la almohada se pudo dormir con suma comodidad.
Se levantó cerca de las 9 de la mañana y se sentía como una nueva persona. Se dio el gusto de conocer algunos de los principales atractivos de Yakarta, como el Kota Tua, el casco antiguo con un estilo colonial holandesa, y el monumento nacional, también conocido como el Monas en conmemoración de la independencia indonesia de los Países Bajos, enclavada en el centro de la plaza Merdeka, que a su vez es el centro de la ciudad. Luego se tomó un taxi en dirección a la terminal principal de autobuses de la capital. Estaba impactado con el quilombo del tránsito que había en la ciudad aunque para los habitantes parecía ser algo normal. Una vez que llegó al lugar decidió fijarse en cada stand de las empresas para comprar un pasaje a Brebes. Al principio le decían que no iban para ese lugar o que se quedaron sin pasajes para ese día, hasta que encontró una empresa que tenía las dos condiciones que buscaba. Estaba de suerte en aquel momento.
A las cuatro de las tarde el micro partía de Yakarta en dirección a Brebes y Ezequiel no podía creer que iba a conocer una amiga que se había hecho a través de Slowly. Los nervios no faltaban porque no sabía cómo iba a reaccionar cuando llegará el momento. Las horas se fueron pasando mientras el sol caía y la luna ascendía en una sincronización natural. Finalmente llegó a Brebes, una ciudad pequeña en comparación a la capital, y una vez que se bajó ahí se encontraba su amiga Dhita que lo esperaba con muchas ansias. Una chica de mediana estatura con su hijab característico de su religión. Tuvieron un saludo amistoso los dos, ya que estaba en otra cultura en el cual él no podía dar un abrazo o beso en el cachete a una mujer.
- ¡Hola Ezequiel! Por fin viniste a visitarme ¿cómo estuvo el viaje?
- ¡Hola Dhita! El viaje fue muy largo pero se terminó al fin jaja. Además me estoy acostumbrando a tu cultura.
- Me alegra escuchar eso. ¿Quieres que vayamos a casa a comer algo?
- Sería un placer probar la gastronomía de tu país.
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El Hilo Rojo
RomanceCuenta una leyenda oriental que cada persona tiene atado un hilo rojo invisible en el dedo meñique que lo une con su persona indicada. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo, la distancia y la cir...