Luego de varios minutos de búsqueda, Ezequiel y Bulan pudieron encontrar una mesa donde sentarse para comer y charlar de sus vidas. Los dos aprovecharon para saber qué fue lo que pasó a cada uno desde la última vez que se vieron. Ezequiel le contó que el año pasado se pudo recibirse de licenciado en turismo y que después del viaje se pondría a buscar un trabajo, mientras Bulan le habló que le faltaban pocas materias para ser graduada en Salud Pública. Los dos simplemente se veían felices como sucedía cuando realizaban sus videollamadas. Ahora no había ningún celular que de por medio, solo se veían cara a cara. Aprovecharon hablar de sus experiencias durante los meses de la pandemia por el coronavirus y como eso impactó en sus países. En un momento Bulan aprovechó la ocasión para realizarle una pregunta a él.
- ¿Te puedo preguntar sobre algo? – Hablo ella.
- Sí, ¿cuál es tu pregunta?
- ¿Por qué decidiste viajar a mi país? – Pregunto intrigada. – Si mal no recuerdo, querías ver las auroras boreales y viajar a Sudáfrica.
- Eh – Él no podía creer que le hacían de vuelta esa pregunta. Tenía que responder con astucia para no generar sospechas – Bueno, después de todo el tiempo que hablamos sentí una curiosidad de descubrir tu país con mis propios ojos y también me quería desafiar a mi mismo al viajar solo. Además ya habrá tiempo para esos destinos. – Contestó con suma seguridad.
- Ay me alegra saber que decidiste venir para acá y no a otros lugares que tenías en mente. – Sólo su respuesta le generó más dudas que certezas.
Siguieron hablando hasta el mediodía se convirtió en la tarde y ella se dio cuenta que se tenía que ir para su casa.
- Eze, me tengo que ir para casa. Mis padres se preocuparán por mí si no vuelvo en un rato. ¿Te parece que te enseñe los lugares más importantes de la ciudad en estos días?
- Ah bueno. Sí, sí, te entiendo tu razón y me parece una idea genial. Me perdería por las calles de la ciudad. – Dijo él sonrojando.
- Perfecto, nos veremos mañana. – Ella se despidió de él con un abrazo.
- Chau, hasta mañana. – Él la despidió con una sonrisa.
Él se fue para su hotel y ella para su casa respectivamente, con los aromas de la otra persona y unos sentimientos que hacía tiempo que no lo sentían desde que estaban juntos unidos a pesar de la distancia. Cuando llegaron a sus respectivos destinos, tenían dudas respecto sobre lo que les sucedía dentro de sus cabezas. Los dos coincidían que esa llama de su amor no correspondido no se había apagado dentro de sus corazones. Sin embargo, ella sabía que no lo quedaba mucho tiempo para elegir un esposo antes de que sus padres tuvieran el derecho a elegirlo. Además no sabía cuál era la situación amorosa de él, pero también recordó que no estaban juntos por sus religiones. Mientras tanto él no sabía la situación de ella y no sabía si ella todavía sentía algo por él. Ella decidió apagar esos pensamientos al enfocarse en los atractivos turísticos que iba a llevar a Ezequiel, mientras él se propuso averiguar más de ella en los días venideros.
Los días siguientes fueron de descubrimiento para los dos, para él por ser la primera vez y para ella por redescubrir diferentes lugares con ojos de turistas. Hallaban lugares religiosos, como la Iglesia de Blenduk y la Gran Mezquita de la ciudad, la zona histórica de la ciudad, también denominada Little Holland, con el edificio Kota Lama Semarang. No desaprovecharon para conocer Kampung Pelangi, un barrio donde los colores brillantes del arco iris dominaban las casas. También aprovecharon para conocer sitios naturales alejados de la naturaleza. Los lugares favoritos de Bulan, alejados del caos y descontrol de la ciudad. Visitaron el Brown Canyon, caracterizado por la predominancia de las rocas en el medio de la nada. También fueron al Wisata Alam Wana Wisata Penggaron, una selva tropical a tan solo unos kilómetros de la ciudad. En esa visita, mientras caminaban, Ezequiel decidió iniciar una conversación de repente.
- Ey Bulan, dime una cosa. Sé que este año vas a cumplir tus 23 años y quería saber si ya tenés algún hombre que tendrá la suerte de casarte contigo. Ya sabes por tu religión. – Él se iba avergonzando de sus palabras a medida que hablaba.
- Bueno, he conocido algunos hombres después de que terminé contigo pero ninguno me generó ese amor que sentí contigo. Además no me queda mucho tiempo para elegir. Cuando cumpla los 23, mis padres tendrán el derecho de elegir uno para mí. – Contaba un poco apenada. – Ya que estamos hablando de esto. Decime que fue tu vida amorosa después lo de nosotros.
- Ay...- Ezequiel se puso colorado, inesperado por la devolución. – Conocí un par de chicas en este tiempo pero por alguna razón u otra nos dejamos de hablar. Supongo que es difícil volver abrir tu corazón a una persona desconocida.
- Sí, es sumamente complicado. – Bulan se puso pensativa. - ¿Querés algún día venir para mi casa? Mi familia te quiere conocer, ya que te viniste para acá.
- Dale, dale, me gustaría conocer tu familia. Primero tomemos un descanso de estos días. Creo que los dos nos lo merecemos y luego voy para tu casa.
- Dale, me parece una buena idea. – Contestó ella con una sonrisa.
A Bulan le empezaron a crecer sospechas por los motivos reales de Ezequiel de visita en su ciudad pero se dio cuenta que iba a necesitar de otro momento para agarrarlo desprevenido con su pregunta. Mientras tanto él se pudo enterar cuál era la situación de ella y sabía que todavía tenía una oportunidad que no la podía desaprovechar en este viaje. A pesar de esos pensamientos que tenía cada uno adentro, decidieron seguir disfrutando del paseo.
Luego de esos días agitados, se tomaron unos días tranquilos que habían pactado. Entonces llegó el gran día para Ezequiel, iba a conocer la familia de Bulan. Ella pasó a buscarlo con el auto por el alojamiento y lo llevó a las afueras de la ciudad, alejado de todo quilombo. Finalmente él pudo conocer en persona a la familia. Tuvieron su buen momento de intercambio de culturas mientras comían la cena y él pudo saborear los platos típicos de la zona. Una vez finalizado la cena, ella se tomó la molestia de llevarlo para su alojamiento. Él se dio cuenta que le quedaban pocos días para iniciar su regreso para casa durante el trayecto. Entonces no le quedaba más opción que en esos días venideros tendría que declarar ese sentimiento que llevaba adentro hace mucho tiempo.
- Ey Bulan, me queda pocos días para volver a casa y estaba pensando...– Empezó Ezequiel a decir sus palabras.
- ¿Sí? – Bulan estaba curiosa por sus palabras.
- ¿Qué te parece si salimos a cenar en uno de estos días? Sólo los dos, como la primera vez que nos vimos en persona. – Él se puso nervioso.
- Mmmm dale, es una gran idea para terminar tu aventura por Semarang, como se empezó de la misma manera. – Ella no podía creer lo que le propuso. Por dentro estaba feliz.
- ¿Entonces... te parece mañana o pasado mañana? – Él se relajó con la respuesta pero seguía un poco nervioso.
- ¿Qué tal mañana a la noche?
- ¡Genial! ¿Te vendrás para mi hotel?
- Sí, y de ahí vemos adónde vamos.
- Dale, nos vemos mañana – Él se despidió de ella.
- Nos vemos mañana a la noche.- Se despidió ella saludando con la mano.
Él entraba al hotel mientras ella conducía de retorno para su casa, pero la cena se estableció. Los dos sabían que ese momento iba ser clave para sus presentes y futuros. Ese momento iba ser la frase de "ahora o nunca".
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El Hilo Rojo
RomanceCuenta una leyenda oriental que cada persona tiene atado un hilo rojo invisible en el dedo meñique que lo une con su persona indicada. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo, la distancia y la cir...