El primer mes del año se despedía como lo hacía Ezequiel de Dhita, quien decidió acompañarlo a la terminal de micros. Era una mañana cálida pero había nubes donde las lluvias de la época iban a caer en cualquier momento. Una vez que encontraron el micro con destino a Semarang, los dos se sentaron a esperar la llamada de partida. Pasaron varios minutos hasta que la gente se empezó a subir al micro. Ahí fue el momento de la despedida con un intercambio de palabras.
- Bueno, Dhita – Empezó Ezequiel - Muchísimas gracias por todo, la verdad que la pasé bárbaro contigo. ¡Espero verte pronto!
- Gracias a vos por venir hasta acá y me alegra que lo hayas disfrutado. Ah otra cosa, espero que tengas suerte en encontrar a tu chica. ¡Lo vas a necesitar! – Dhita le guiñó el ojo.
- Jajajaja sí, lo voy a necesitar. De vuelta muchísimas gracias.
- De nada, eso sí, espero poder verte de nuevo.
- Estoy seguro que si me quedo por acá te visitaré más seguido.
Con esas palabras, él se despide de ella y se sube al micro con la duda de cómo iba a encontrar a Bulan en una de las miles junglas de cemento del mundo. Una vez que se subieron todos los pasajeros, el micro se puso en marcha y salió de la ciudad en dirección al este. Durante el viaje, le fueron surgiendo otras dudas, que excusa iba a poner de motivo de su viaje por su zona y como iba a explicarle que todavía la amaba después de que él había terminado la relación. Estas dudas le hacían sentir preocupación pero de algo estaba seguro, que los planes que idean las personas nunca salían como lo estaba planeado. Además él decidió enfocarse en el paisaje que pasaba a toda velocidad desde su ventana.
Luego de unas tres horas de viaje, finalmente llegó a Semarang, al destino por el cual había recorrido varios kilómetros, cerca del mediodía. Lo primero fue enfocarse a encontrar un buen hotel para pasar los días en la ciudad. Después de caminar varias cuadras en la ciudad, pudo encontrar un buen hotel de 3 estrellas con todo lo básico que él necesitaba. Él dejó la valija en la habitación y salió a recorrer los atractivos de la ciudad que lo estaban aguardando para ser vistos por sus ojos de turistas.
El primer atractivo fue el Lawang Sewu, la antigua sede de la desaparecida compañía Holandesa de las Indias Orientales, con un estilo colonial de la época de la colonización en las islas. Pudo conocerla gracias a una visita guiada por los pasillos del edificio histórico. Luego de que terminó la visita, se dirigió al templo Sam Poo Kong, un templo típico de China con un color rojo fuerte. Ahí pudo descubrir que era el templo más antiguo de la ciudad. Estaba impresionado por su historia y la cantidad de gente que había en el lugar.
Ezequiel miró su reloj y vio que iba a ser la una de la tarde y no había otro momento para el almuerzo. Decidió caminar varios minutos para llegar al Lapangan "Pancasila" Simpang Lima, el parque urbano más importante de la ciudad donde había leído varias referencias de puestos de comida. Finalmente llegó al parque urbano luego una caminata agotadora de caminata de 40 minutos. El cansancio se sentía en sus piernas pero él seguía buscando un lugar para comer y poder sentarse un rato. Miraba y miraba pero no había ninguno que lo convencía si no era por los precios era por la comida. De tanto de buscar un lugar para comer se chocó con una persona y se cayó al piso.
- Oh maaf! Saya tidak melihat Anda, apakah Anda baik-baik saja? <<¡Oh lo siento! No te vi, ¿estás bien?>> – La persona le preguntó en Indonesio.
- ¿Qué? Perdón, no entiendo lo que dijiste. Sólo habló en inglés. – Ezequiel le dijo en inglés con una cara rara al ver esa persona. De algún lado le parecía conocida.
- Ah jaja perdón, me salió del alma mi lengua natal. Te pregunté si te encontrabas bien.
- Ah sí sí, gracias por preguntar, aunque también tengo una pregunta para vos.
- Dime. – De modo curiosa.
- ¿Puede ser que por casualidad tu nombre sea Bulan? – Preguntó él con miedo a la respuesta.
- Sí... ¿Y cómo sabes que ese es mi nombre? – Ella le devolvió la respuesta con otra pregunta.
- Ah discúlpame, no me presente y que maleducado de mi parte. Soy Ezequiel, capaz ese nombre te suene de algún lado. – Dijo él con una sonrisa tranquilizadora.
- ¡¿Ezequiel?! – Se la abrieron los ojos bien grandes – No te puedo creer que estés acá. No has cambiado en nada. – Saltó dando un abrazo. – Bueno, excepto por la barba.
- Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos y vos te ves más linda en persona. ¿Ey, quieres ir algún lado a comer y así charlar un poco?
¡Sí, tengo muchas ganas de hablar contigo!
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El Hilo Rojo
RomanceCuenta una leyenda oriental que cada persona tiene atado un hilo rojo invisible en el dedo meñique que lo une con su persona indicada. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo, la distancia y la cir...