El Hilo Rojo

Capítulo 19

Mientras los científicos seguían buscando la cura al virus y los médicos y enfermeros se arriesgaban sus vidas por cuidar a los enfermos, para Ezequiel, los días y los meses se perdían en un tiempo indefinido al pasarse todas las horas dentro de la casa. Aparecía la nostalgia de aquellos tiempos en los que podía salir de casa para andar en bicicleta o juntarse con sus amigos, algo que no se valora mucho hasta que no lo podes realizar. Sin embargo, miraba todo lo que tenía a su alcance gracias por los esfuerzos de sus padres y ahí es cuando se consideraba un agradecido.

Los meses abril, mayo, junio, julio y agosto se pasaron volando en un abrir y cerrar de ojos para la gente que seguían respetando la cuarentena. La gente se dedicaba a cocinar comidas caseras, apreciar más a sus familiares y amigos a la distancia, a realizar diferentes actividades y a descubrir nuevas. En esos meses Ezequiel tuvo tiempo para reflexionar sobre varias cuestiones de su vida. Él tenía sus dudas si se volvería a enamorarse mientras su cabeza no dejaba de pensar en Bulan. Entonces le surgió una idea que lo llevaría a cabo una vez que finalizará la cuarentena. También se dio cuenta que se volvió sensible al estar encerrado ahí.

Recién en septiembre la gente empezó a salir de sus casas a tener una "nueva vida" con todos los cuidados que implicaba respecto a su salud, como los barbijos. Por fin Ezequiel podía sentir esa sensación de libertad que tanto necesitaba al andar en bicicleta. Se sentía como un pájaro que se liberaba de una jaula. Además aprovechó para reencontrarse con sus familiares más cercanos y sus amigos. Claro que hubo sonrisas y lágrimas al poder verse con aquellas personas que no se veían hace meses. Los celulares quedaban a un lado, porque entendieron que el tiempo no se recupera para siempre, en cambio los recuerdos que creaban perdurarían para siempre en sus memorias.