Park Jimin estaba sentado a una mesa al final del café, con los pies apoyados en la silla frente a él. Con la cabeza apoyada en la mano ojeaba un cuaderno, intentando memorizar los puntos más importantes para el examen del día siguiente. El café estaba tranquilo, a excepción del ruido que hacía Chul en la cocina limpiando la plancha. Él y el malhumorado viejo solterón llevaban más de seis meses trabajando juntos en el turno de tarde entre ellos se había forjado una estrecha relación, fuera de lo común entre compañeros de trabajo. Después de cerrar lo acompañaría a la parada del autobús, charlaran de los acontecimientos del día y cada uno iría en una dirección diferente. Le tenía cariño al viejo y sabía que el lo consideraba casí como a un hijo.
Cuando se abrió la puerta del café y entró un extraño, Jimin levantó la vista, mirando de paso el enorme reloj que colgaba sobre la ventanilla de servir de la cocina. Eran casí las doce de la noche. Suspiró, se puso de pie con torpeza, rezando para que el cliente no pidiera nada de comer; faltaban diez minutos para cerrar no eran horas de hacer un servicio completo. Ojalá el cliente pidiera una taza de café y se marchará pronto.
Era un hombre alto, moreno y si el instinto no le fallaba parecía estar de un humor de perros lo miro con recelo mientras se acercaba al mostrador; pasó dentro con cuidado al tiempo que el hombre se sentaba en uno de los taburetes. Al menos atendiendo la barra no tenía que transportar una pesada bandeja. Se fijó en cómo iba vestido y se preguntó qué estaría haciendo en aquel café un tipo de esmoquin?. Al mirarle a la cara frunció el ceño. Esa cara le sonaba de algo. ¿Acaso lo conocía? No era uno de los clientes habituales del local. Sí, estaba seguro de que lo había visto antes...
_¿Qué desea?_le preguntó.
A pesar del cansancio y las molestias que sentía, de pronto deseo haberse peinado y retocado el carmín. El hombre despertó inmediatamente su interés: era el sueño de cualquier mujer. O al menos lo sería si sonriera. Por el contrario, todo en él demostraba su contrariedad. Lo observó un instante y jimin vio la rabia reflejada en su mirada.
Al Lee Byung-Chul Caffe, los cliente habituales no llegaban con esmoquin ni caros relojes de oro. Lleno de curiosidad Jimin se pregunto quien sería y como había ido a parar a aquel lugar algo perdido a esas horas.
De repente su memoria se puso en marcha. Recordó los veranos junto al mar cuando el estaba en la primera adolescencia, mucho antes de la muerte de sus padres. Joven y lleno de vida, solía coquetear con los chicos mayores que el, y Jeon Jungkook era el que más le gustaba. Sólo tenía unos cuantos años más que el, pero había sido su chico ideal durante aquellos años. Jimin sonrió._¿Me da tiempo a tomarme un café?_le preguntó mirándolo sin demasiado interés antes de pasear la mirada por el solitario café.
_Cerramos a las doce_le respondió mientras iba ya a por una taza y un plato.
Aquella falta de interés lo molestó. Claro que había cambiado mucho en los años transcurridos desde entonces, pero al menos podía haberlo mirado con mayor detenimiento, quizá intentando recordarlo. ¿ Es que su cara ni siquiera le sonaba?
_Quiero decir antes de que dé a luz_dijo con una sonrisa sardonica, mirándole la tripa.
Jimin se puso derecho y le hecho una mirada furibunda. Por muy antiguo amor que fuera, no tenía derecho a hacer un comentario tan mordaz.
_Aún falta un par de semanas para el nacimiento del bebé. Eso le da tiempo más que suficiente para tomarse un café y marcharse.
El hombre sonrió con malicia y lo miró con los ojos entreserrados.
_No es usted muy amable con los clientes, que se diga.
ESTÁS LEYENDO
Padre Por Acuerdo KookMin
FanfictionCuando Jeon Jungkook entró en un café y vio a un antiguo conocido, Park Jimin, a punto de dar a luz y le ofreció seguridad económica para el y su bebé, lo único que tenía que hacer Jimin era casarse con él y permanecer así unos cuantos meses hasta q...