capítulo 1.

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Billie.

Inicia lentamente.

La lluvia.

Una gota aquí, otra allí. Primero aparecen en el parabrisas frente a mí y luego contra las ventanas que me rodean. Las gotas comienzan a sonar como miles de dedos golpeando al unísono la parte superior de mi auto. Tap-ta-tap-tap-ta-ta-tap-tap-tap. El sonido es todo lo que me rodea ahora. Se siente como si viniera de mi interior, e intentara salir. Las gotas comienzan a correr por el parabrisas, lo bastante gruesas como para unirse y formar largas corrientes que se asemejan a lágrimas. Se deslizan hacia el fondo y desaparecen más allá del vidrio. Intento encender mi limpiaparabrisas, pero mi auto está apagado.

¿Por qué no está encendido?

Limpio lo empañado de mi ventana con la palma de la mano para ver el exterior, pero la lluvia cae con tanta fuerza ahora que no puedo ver nada.

¿Dónde estoy?

Me giro y miro en el asiento de atrás, pero no hay nadie allí. Nada. Veo hacia el frente de nuevo.

«Piensa, piensa, piensa.»

¿A dónde me dirigía? Debo haberme quedado dormida.

No sé dónde me encuentro.

No sé dónde "me" encuentro.

Yo... yo... yo...

¿Quién soy yo?

Parece tan natural que tus pensamientos contengan la palabra yo. Pero cada uno de mis pensamientos son huecos, sin sentido, porque la palabra "yo" no se adjunta a nadie. No recuerdo mi nombre, ni mi rostro. Soy... nadie.

El zumbido de un motor roba mi atención cuando un auto frena junto al mío en la carretera. El agua salpica sobre el parabrisas a su paso. Enciendo y apago las luces traseras, mientras el auto frena y luego me adelanta.

Luces de reversa.

Mi corazón comienza a latir en mi garganta, mis manos, mis sienes. Las luces en lo alto del auto se encienden. Rojo, azul, rojo, azul. Veo cómo alguien sale del vehículo. Todo lo que puedo hacer es vislumbrar sus siluetas a medida que comienzan a acercarse a mi auto. Apenas muevo mi cuello mientras caminan hacia la puerta del copiloto, manteniendo los ojos fijos en ellos, en tanto llegan a la ventana.

Un golpe.

Tap, tap, tap.

Pulso el botón de encendido para poder bajar la ventana —¿cómo supe hacer eso? Bajo la ventana.

Un policía.

Ayuda, quiero decir.

Olvidé a dónde iba, quiero decir.

-¿O'Connell?

Su voz me sobresalta. Es ruidosa. Trata de competir con el sonido de la lluvia gritando la palabra O'Connell.

¿Qué significa esa palabra? O'Connell. Tal vez él es alemán. Tal vez me encuentro en Alemania y O'Connell es un saludo. Tal vez debería decir O'Connell en respuesta.

El hombre se aclara la garganta y luego dice:

-¿Tu auto se descompuso?

No es alemán.

Miro los controles de mi tablero. Me obligo a separar los labios para poder formar una palabra. En su lugar, tomo aire, sin saber que he aguantado la respiración. Cuando suelto el aire de mis pulmones, sale tembloroso... embarazoso.

Jamais, jamais (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora