capítulo 15.

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Billie.

-No puedo creer que te saliste con la tuya.--digo. Dejo caer mis manos a su cintura, empujándola hasta que su espalda se encuentra contra la puerta de su dormitorio. Coloca las palmas contra mi pecho y me mira con una sonrisa inocente.

-¿Salirme con la mía con qué?

Me río y presiono mis labios contra su cuello.

-¿Es un homenaje a la historia de la familia?.--me río, moviendo mis labios hasta su cuello, acercándome a su boca.--¿Qué vas a hacer si alguna vez quieres romper conmigo? Estarás atascada viviendo en una casa que fue nombrada por una frase que usas con tu ex-novia.

Niega con la cabeza y me empuja para poder pasar por delante de mí.

-Si alguna vez quiero romper contigo, solo haré que mi papá cambie el nombre de nuestra casa.

-Él nunca haría eso, ______. Creyó que el significado que le diste era de una genialidad.

Se encoge de hombros.

-Entonces la quemaré.--se sienta en el borde del colchón y tomo asiento a su lado, empujándola sobre su espalda. Se ríe al tiempo que me inclino sobre ella y la enjaulo con mis manos. Es tan hermosa.

Siempre he sabido que era hermosa, pero este año ha sido muy bueno para ella. Muy bueno. Miro hacia su pecho. No puedo evitarlo. Se han vuelto tan... perfectos este año.

-¿Crees que tus senos han acabado de crecer?.--pregunto.

Se ríe y me da una palmada en el hombro.

-Eres repugnante.

Llevo mis dedos hasta donde su camiseta cae por su cuello. Acaricio su pecho con mis dedos hasta que me encuentro con el escote de su camiseta.

-¿Cuándo crees que me dejarás verlos?

-Jamais, Jamais.--dice con una risa.

Me quejo.

-Vamos, ______ bebé. Te he amado desde hace catorce años. Debo ganar algo por eso, un vistazo rápido, una mano por debajo de la camiseta.

-Tenemos catorce, Billie. Pregúntame de nuevo cuando tengamos quince.

Sonrío.

-A mí me faltan solo dos meses.--aprieto mis labios contra los de ella y puedo sentir su pecho levantarse contra el mío con su rápida inspiración.

«Dios, la tortura.»

Su lengua se desliza dentro de mi boca mientras su mano acuna la parte posterior de mi cabeza, acercándome más. La dulce, dulce tortura.

Bajo la mano a su cintura, subiendo su camiseta poco a poco hasta que mis dedos tienen acceso a su piel. Abro mi mano sobre su cintura, sintiendo el calor de su cuerpo contra mi palma.

Sigo besándola mientras mi mano explora más de ella, palmo a palmo, hasta que uno de mis dedos se reúne con la tela de su sujetador.

Quiero seguir adelante, para sentir la suavidad bajo mis dedos. Quiero...

-Billie.

______ se hunde en el colchón. Todo su cuerpo es absorbido por las sábanas y yo me quedo tanteando su almohada vacía.

¿Qué demonios? ¿A dónde fue? La gente no se desvanece en el aire.

-¡Billie, abre la puerta!

Aprieto los ojos.

-¿______? ¿Dónde estás?

-¡Despiértate!

Jamais, jamais (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora