-¡Bienvenidos sean todos a nuestro maravilloso proyecto! -Anunció la voz cantarina de un juglar que danzaba alrededor-. Hoy nuestra compañía itinerante tiene el placer de ofrecerles a los habitantes de esta plataforma una invitación singular... ¡Hey...
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El despiadado y frío viento soplaba sin compasión, elevando la niebla hasta arriba de los frondosos pinos, acompañando el canto de los grillos con el rascar de las ramas mientras se chocaban unas con las otras. Mientras aquello sucedía, abajo, en una pequeña cueva bajo el manto de los árboles y la niebla, el mago más despiadado —y despistado— que se hacía llamar a sí mismo como André el magnífico, el increíble mago que podía viajar de un lugar a otro con sólo imaginarlo y chasquear los dedos de su mano izquierda, se encontraba preparando uno de sus cientos de planes de tortura sin fundamento.
—Esto tiene que ser diferente —Estrechó sus ojos mientras miraba una pared sucia y húmeda, como si la respuesta estuviera allí—. ¡Por supuesto! ¡Un escritor de wattpad sería perfecto para esto!
Y así fue como chasqueó sus dedos y cerró sus ojos para abrirlos después de un par de segundos, apareciendo en medio de un gigantesco campo de tulipanes que se vestía de distintos colores, mientras el atardecer caía tras las aspas de un gigantesco molino holandés que se imponía en el horizonte, frente a él, un asustadizo y confundido chico apareció, el mago sonrió victorioso.
—¡Y así es como esto comienza! —Canturreó alegre y comenzó a caminar, indicándole al chico tras el que lo siguiera, y este, inseguro lo hizo—. Cuéntame, ¿Cómo descubriste la editorial naranja? —Comenzó preguntando para entablar confianza—. He escuchado rumores, ganaste un concurso, ¡Es impresionante!
—Para ser sincero, no recuerdo cómo es que la descubrí —Comenzó a hablar mientras caminaba entre los tulipanes con cuidado de no pisar alguno—. Tal vez alguno de los usuarios que sigo me etiquetó para que participara o tal vez lo ví en algún tablero.
—¡Las coincidencias de la vida! —Se giró de forma brusca, permitiendo que su capa oscura volara con el viento y sin detenerse a pensarlo, chasqueó sus dedos y señaló al chico, viendo cómo todo a su alrededor se transformaba y de repente, se vieron inmersos en una gigantesca selva tropical, dejando atrás el hermoso paisaje holandés— Ups, creo que eso no era parte del plan. ¡Qué importa! Amo el amazonas.
