Prólogo...

657 102 35
                                    

Gioia...

Aquí estoy en el colegio, el instituto Santa Notburga, en la localidad de Groblje, Eslovenia, donde mi madre me abandonó a horas, quizás días, de haber llegado al mundo. Ciertamente, desconozco los motivos que la impulsaron a proceder de tal modo, y tampoco puedo opinar de si fue un acto acertado o erróneo, puesto que muy poco o nada sé al respecto; hasta incluso y como será posible imaginar, desconozco el motivo por el que no formé parte de su vida hasta ahora mismo. Quiero decir, no tengo ni remota idea si seré bien recibida en casa de mis padres, pero es de imaginar, de suponer o esperar que sí; desde el momento en que nunca más llegó el pago de mi mantenimiento en el colegio –la madre superiora Vera, me lo ha espetado de manera no muy agradable-, era de esperar que sería despachada, sin mucha demora ante tal eventualidad.

De todas formas, hay que destacar que las monjas me han educado hasta el día de hoy, para que sea una princesa. Quiero decir, probablemente carezca de título nobiliario, pero fui educada con los rigores de una, de modo que supongo que bien podría serlo en algún incierto futuro.

Al mismo tiempo, para qué negarlo, me llena de curiosidad, y al mismo tiempo, de ansiedad y hasta de temor, saber qué hay más allá de los muros del instituto, como asimismo, también me llena de intriga saber por qué nunca me llamaron a casa, ni tampoco nadie me buscó ni me visitó en el colegio. Sólo tengo doce años, pero ciertamente, he visto desde aquí adentro, muchas cosas y de repente pienso si no habré sido abandonada al cuidado de las monjas, por ser el sucio secreto de alguien...digo, por algo, nadie me buscó nunca.

Por otra parte, no quiero dar a entender que no hubiera tenido amigos, o que no hubiera sido feliz aquí, porque la verdad es que sí lo he sido, pero realmente, me hubiera gustado ser parte del mundo real, antes de llegar a la adolescencia.

Mis amigas, Elena y algunas otras, y también algunos chicos, entre los que se encuentran Valerio, Fabrizio, Niccolo y algunos otros, han venido a despedirse de mí. Es decir, hasta ahora fuimos una familia, nos criamos como si fuéramos hermanos, dado que hasta el día de hoy, así es. Ellos son todo lo que tengo...al menos, hasta que llegue a casa de mis padres y sepa con qué voy a encontrarme.

Es todo tan raro...nunca imaginé, ni en mis más locos sueños, o en mis peores pesadillas, que un día estaría tan ansiosa, por decirlo de alguna manera, a la hora de regresar a casa, una casa que desconozco es verdad, pero donde se supone, seré admitida, por ser hija de mis padres. Al mismo tiempo, en nada infirió que mis padres no me visitaran, he tenido amigos y amigas en cantidad, en los años que he vivido en el colegio, y no me ha afectado algo que nunca he tenido, esto es, nunca me ha afectado ser algo parecido a una niña huérfana dado que, a efectos prácticos, eso es lo que siempre fui, al igual que todos, o la mayoría, aquí adentro.

De todas maneras, eso cambiará más pronto que tarde, pues en muy breve tiempo, seré enviada a casa de mis padres, con alguna persona adulta que corrobore que efectivamente, llegue allí y sea admitida en el seno familiar.

Debo confesar que esto último, sí me estresa bastante. Es decir, no me molestó nunca haber vivido todo este tiempo, como algo parecido a una mimada niña huérfana, pero me pregunto cómo serán, al margen de mi felicidad en estos años pasados. Supongo que si hasta ahora, he vivido en un colegio, lo más probable es que mi regreso, no genere mucha alegría...digamos, si me va a llevar la secretaria de la directora, no parece factible que en casa, me esperen con ilusión. Es decir, aquí en este instituto, todos tenemos más que asumido que si estamos aquí, es porque existe alguna razón por la que no fuimos deseados cuando nacimos, sea porque somos el resultado de algún amorío fuera del matrimonio de uno de nuestros padres, o en el caso de Elena, porque sus progenitores no tienen tiempo ni interés para ella, o por la razón que sea, pero lo cierto es que ninguno de nosotros, está aquí por tener una amorosa familia que lo espere en casa.

En mi caso, por supuesto que tengo admitido que si nadie me buscó, si nadie llamó por teléfono, siquiera una vez, para interesarse por mí...lamento decir que no es muy probable que haya sido nunca una hija muy deseada, por no caer directamente, en la suposición de que sea el secreto prohibido de alguno de los integrantes de un matrimonio en decadencia, cosa que tampoco suena increíble, dada mi vida hasta el presente. De todas formas, está claro que poco importa, porque mi vida, a pesar de que yo realmente, nunca he tenido familia, lo cierto es que no fue tan infeliz, es decir, en nada me influyó ese detalle que, al menos hasta ahora mismo, me pareció siempre del todo insignificante, pues yo al menos, no puedo desear algo que hasta el momento, nunca tuve. Mi familia, hasta ahora, han sido mis amigos, e incluso puedo decir sin dudar, que si no soy bienvenida en la casa de mi familia, seguramente ellos volverán a aceptarme. Es decir, no es como si alguno de nosotros creyera por un momento que alguien nos espera comiéndose las uñas de la ansiedad. Crecimos hasta ahora, en este instituto porque en nuestras casas, nadie nos espera con ansias. Pero...mejor, no te cuento más de mí, sino que de hecho, te invito a que leas, esta es mi historia...

Espero que les guste esta nueva historia...que en realidad es Esta estúpida obsesión de amarnos tanto, arreglada, corregida y con otro título -como ya habrán notado- y otra tapa y algunas -demasiadas- correcciones, para salvar los muy muchos defectos que tenía aquella novela. Espero contar con su apoyo y estrellitas y comentario...Nos leemos, los amo!

Distantemente Mío... [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora