Capitulo 8:... Fiesta en la mansión Buongiorno

50 31 3
                                    


Fiama...

Por fin, ya es viernes...hoy es la fiesta que llevo tantos días organizando. No es que mi vida sea tan aburrida, que necesite mucho para pensar y organizar una fiesta. No es mi caso, pero sí debo admitir que quería que todo fuera perfecto y que no se me escapara ningún detalle que ocacionara que alguien se entere de cosas que no debe saber.
No podría decir que me causa ilusión mi nueva invitada, pues tal cosa sería una patética mentira y ciertamente, no me agradan las mentiras, especialmente, cuando no me benefician, como es el caso, de lo cual supongo que ya podréis imaginar quién es la invitada. No me agrada, y me gusta aún menos, la inseguridad que ella me produce en lo que a Alessandro se refiere.
En realidad, yo no soy una persona insegura, esto es muy obvio, pero es que yo ayudé a mi muchacho q llegar a dónde está, ahora mismo...y aunque seguramente, más de uno, podría decir nadie te obligó, niña, y claramente, estaría en lo cierto, pues la realidad, es que lo hice porque en mi pensamiento, lo asumi como un granito de arena, en beneficio de mi futuro. Quiero decir, yo siempre supe que amaba a Alessandro, de manera que al ayudarlo de la manera que fuera que él necesitara, en realidad, estaba contribuyendo con algo que sería mío... claro que no me imaginé que llegaría una intrusa a querer robarmelo. Sé también que probablemente, haya quién piense que lo que ayudé a Alessandro, ya está, ya pasó, pero bueno, pues yo no lo considero así. Yo creía que él sentía lo mismo, es decir, que los sentimientos eran recíprocos, no que fuera a encandilarse con la primera niñita tonta que se le cruce por delante.
Para empeorarlo todo, creo que Lolo está ayudándolo a tener algo, aunque sea, un divertimento, con su hermana. Juro que prefiero verlo arriba de un avión, que sé que en tal caso, no piensa en nada que no sea el tenis, que verlo suspirar por la infeliz de Gioia.
Hubo también un breve tiempo, en que pensé que Gianna sería una suerte de aliada. Pero pues está claro que ella está preocupada por entrar, de la mejor manera posible en la mansión Montevecchio, de modo tal, de conquistar de una vez y para siempre, el corazón y las atenciones de Vicenzo, por lo que es comprensible que poco interesada esté en nada que no sea su obra maestra. Esto lo entiendo, básicamente, porque estamos casi en análogas circunstancias.
Igualmente, considero que es un rastrero modo de obrar, que mi amigo Lorenzo -si os estáis preguntando, pues sí, en alguna ocasión, me acosté con él, si bien, aquéllo fue una transacción para lograr que me ayudara a llegar a Alessandro, que es casi exclusivamente, lo que nos ha convertido en los tan buenos amigos que somos actualmente-.

Alessandro...

Estoy en casa, vistiéndome para la fiesta de Fiama. He escogido un jean negro, estilo chupín, y una camisa, también negra, con unas pintitas verdes. En los pies, llevo un par de zapatillas, también negras.
No es que sea muy fans de la moda, así que decididamente, si ahora estoy de pié frente al espejo, la verdad, es más porque estoy pensando, que porque realmente, juzgue mi apariencia. Seguramente, si la querida Fiama supiera cuánto tiempo, paso desde que llegó a casa, pensando en Gioia, pues estoy seguro de que no sería felicidad, lo que irradiaria su cuerpo. En mi opinión, mi novia, tiene una no muy sana, necesidad de ser el centro de toda la atención -y no solo mía-. Como sea, seguramente, si se entera -por no mencionar la posibilidad de que llegue a su conocimiento el beso que le dí a Gioia, el miércoles en el jardín de la mansión-, pues es bastante probable que mi novia, le guarde algo parecido al resentimiento a la hermana de Lolo. Por suerte, con una probabilidad bastante amplia, puedo asegurar que nadie nos vio. Gioia está a salvo, en lo que a mí respecta, al menos.
Obviamente, para que esto siga siendo así, esta noche, debo mantenerme lo más alejado posible de la chica. Al margen de cualquier capricho o cosa parecida, no pienso convertirla en destinataria del infantil comportamiento de mi novia.
Enseguida, suena el timbre de la puerta, y sin demora, vuelo por las escaleras, hacia la puerta. Al otro lado, me encuentro a un Lolo, vestido de manera similar a como voy yo, sólo que en color azul. Seguramente, ella esté en el auto -facepalm mental por no haberlo pensado antes-.

Distantemente Mío... [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora