Capítulo 22:...Gioia se siente despreciada

13 12 0
                                    

En su cuarto, donde ella está acostada...

Fiama...

Como siempre digo, me llena de impotencia ver que aún hay gente que cree -ilusamente, por supuesto-que puede oponer sus deseos a los míos. Quiero decir, no llegué hasta aquí, porque esté dispuesta a tolerar ridículas y anticuadas nociones...obviamente, no lo haré. Para quién no lo imagine me refiero, ni más, ni menos, que al maravilloso heredero. Quiero decir, no es que me importe, qué demonios hace, o con quien se va a la cama, sólo deseo que sea mío, aún hasta el punto de renunciar a la ex proyecto monjil.
No es que tenga problema alguno con mi Alessandro, para nada, pero ciertamente, odio con cada célula de mi cuerpo que crea que puede oponerse a mí. No será así, aún si tengo que drogarlo, para lograr su maldita cooperación.

Robertino...

Sé que no es lo que mejor habla de mí, pero me encanta ver a la querida Fiama, creer que simplemente porque ella lo desea , yo voy a correr como un perrito faldero, detrás de ella. Eso no ocurrirá nunca. Quiero decir, lamento si por vivir toda su vida como una princesa, en esta mansión, cree que todos viviremos según sus caprichos. Si así era con Adolfo -mi padre-, pues cuánto lo siento, eso se termino desde que él me reconoció, a fin de nombrarne heredero, y ciertamente, tendrá que acomodarse a mis deseos, si pretende permanecer aquí. De hecho, no soy perro faldero de nadie, eso se acabó con la muerte de mi madre, cuando vengué su muerte, con la de su asesino.
Por otro lado está la pequeña Gioia, mi cuasi novia, y digo cuasi novia, porque aún no le pedí que lo fuera, y no lo hice porque no quiero ponerla en peligro, porque no deseo convertirla en mi debilidad. Con esto, me refiero a que si ella fuera mi novia, cuando se sepa en todo el mundo, que soy el nuevo heredero de Adolfo, lloverán sobre mí, enemigos, de mi padre y seguramente, también propios y genuinos, esto es, nuevos, gente que me odie por ser yo, simplemente. Obviamente, lamento decir que no será ninguna novedad en mi vida; siento tener que decir que esto ha sido así desde que miré por primera vez, los beligerantes ojos de chocolate de la usurpadora Fiama Buongiorno, que realmente, yo soy el único ser en la vida que sabe que ella no es más que una inversión de mi padre, a la que el lacayo de Adolfo, el insoportable Niccolo, uso a su antojo, desde que ella tenía trece años. Lo sé porque entre otras cosas, fue algo de lo que se me puso al corriente, al nombrarseme Heredero. Por supuesto que entonces, entendí por fin, el temor que la chica exuda, cada vez que está frente a él, sobre todo, en reuniones como las que se llevan a cabo por la noche, aquí en la mansión. Juro que no volverá a tocar un pelo de la chica, no mientras yo esté al mando, o mejor dicho, no mientras yo sea el segundo de a bordo.
Por otra parte, sé muy bien que tal vez, mis actos la confundan, haciéndole creer -ilusamente, claro- que yo tengo alguna clase de preferencia por ella, cuando obviamente, es sólo un ridícula ilusión.

Al mismo tiempo, en la mansión Montevecchio...

Gioia...

Estoy agotada. Sé que no tengo ni tan siquiera quince años cumplidos, pero es que estoy...alterada, en el mejor de los casos; desesperada en el peor. No sé exactamente cómo se llama, esto que hay entre el hijo de la novia de papá y yo, qué es esta corriente...eléctrica, lo que sí sé es que no soy la única que la percibe, él también la siente, y lo que es aún más grave, la siente Fiama, y sé que está dispuesta a todo, con tal de asegurarse su propiedad sobre mi seudo hermanastro. Puedo ver...puedo verlo todo, digamos; veo el afán posesivo con que ella lo toca, como también percibo la mirada de resentimiento, por llamarlo de alguna manera, con que me ve cada vez que coincidimos los tres. Es decir, ella nunca me ha soportado -lástima por ella-, pero...casi podría asegurar que ve muchos más fantasmas, de los que realmente hay, entre Alessandro y yo. Digo...creo más bien, que yo podría ser algo parecido a un fruto prohibido, para él, pero imagino que poco más. No es que yo sea muy humilde, ni nada, pero a ver, seamos honestos, Alessandro Gentile podría estar con cualquier super modelo que se le antoje, por qué perdería su tiempo conmigo? Es ridículo. El problema creo, es que ella sabe que si no lo obliga a estar consigo él, más antes que después va a seguir su camino, y ciertamente, nadie podría obligarlo a obrar de otra manera, porque él no pidió ayuda a ella; está bien, seguramente, ella ve la situación de otra manera, pero supongo que es problema suyo.
De repente, todo pensamiento coherente, es arrancado de mi mente, cuando escucho el agua correr en el cuarto de baño...no necesito abrir la puerta, para saber que es Alessandro, y me dirijo hacia allí, para disculparme por haberlo mordido como una enajenada, ayer cuando me besó...digo, no era necesario lastimarlo, y seguramente, tampoco me habría obligado a llegar a nada que yo no quisiera -sé honesta, Gioia, me amonesta mi subconsciente, si interrumpiste el beso, fue porque recordaste a Fiama sin camisa y eso te dolió, no porque no quisieras terminar, lo que Alessandro parecía querer hacer-. Siendo honesta, sí es verdad que me molesto, barra dolió, verlo con la ave de presa que es ella, y me dolió aún más que él creyera que tenía todo el derecho de venir a besarme a mí, como si yo estuviese tan desesperada por su maldita atención, que fuese a conformarme con el puesto de tercera en discordia, o peor, como si hubiese pensado -él-, que me gusta, o que merezco, el lugar de 'la otra'...sin embargo, sí admito que lo mordí con demasiada fuerza, y por eso, ahora voy al baño -que comunica mi cuarto y el de él-, para disculparme por la violencia innecesaria de mi proceder -vamos, Gioia, sabes que no está bien mentir, me amonesra mi subconsciente, pero hago caso omiso de él y sigo con lo que pensaba hacer-.

Distantemente Mío... [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora