Capítulo 26: ...Más allá de las tinieblas

18 12 0
                                    

Spettro...

Hoy es martes. Nuevamente tengo que ir al instituto donde empezó a trabajar mi hermano, lo que significará buscar hasta encontrar una manera de ganarme un lugar entre los amigos de la tal Gioia. A ver, mis órdenes son aislarla, hasta lograr un modo de apartarla definitivamente de ese muchacho. No sé cómo voy a lograrlo, aún no lo he decidido. Sé que mi función no es muy grata tal vez, pero yo he estado ahí, he visto cómo brillan, de manera perversa, los ojitos de quién ansía saltarle a la yugular a la pobre criatura. Digamos que yo soy el encargado de evitarlo, porque hay mucha gente interesada en ella, en que nada le ocurra, pero todos sabemos que Fiama Buongiorno -que de buena no tiene nada, ni de buen día, ni de ningún buen augurio-, es una bomba de tiempo, y en lo que a la chica se refiere, no habrá manera de smetila -frenarla-, mucho tiempo. Por eso, de repente, yo he aparecido aquí, de repente, como si fuera algún niño rico, de esos que abundan por aquí, digamos que mi presencia actúa como una suerte de talismano -talisman-, con que proteger a Gioia.
Sí, es verdad que soy el hermano pequeño del profesor -entre otras cosas, mi difunta madre siempre creyó, de alguna manera, que el hecho de que estuviéramos juntos, impediría que nos sucediera algo, fobias de una mujer que quizás muy tarde, se percató de con quién compartía su vida-.
Obviamente que me propongo, ahora que la he visto, fascinarla hasta que se olvide de él, y no porque sea mi trabajo, porque es claro que la chica me gusta, y no pienso rendirme hasta que efectivamente, ella sea mía, y no por separarla del infelice -infeliz- niño mimado que es Alessandro Gentile. Digo...si se mira detenidamente, en realidad, se le hizo un favor a Valerio, con su desaparición y presunta muerte, o habría sido un afeminado niño histérico; exactamente, como es su hermano.
Por otra parte, no quiero ni pensar en la mera posibilidad de fracasar en mi misión...quiero decir, yo sé, tengo muy claro que, en realidad, no soy el favorito de nadie, probablemente, nadie pida clemencia por mí, y la nueva signora -señora- de Adolfo Buongiorno, no es que siente un exceso de simpatía por mí, de manera que lo más inteligente, será que no se me ocurra fallire -fracasar- en esta misión, porque en realidad, sé que ella es aún más cruel que él, y ciertamente, no me agrada la idea de ser torturado vivo, si fracaso en la misión de proteger a Gioia Montevecchio Casamaggiore.
Al mismo tiempo, es obvio que nadie sabe de mí. Quiero decir, Fiama nunca me vió, ni puede asociarme a nada, de manera que bien podría decirse que por ese lado, mientras no haga ninguna estidez, estoy a salvo...bueno, a salvo de ella, porque con la signora es otro tema, y yo sé -porque ya lo he visto-, cuánto disfruta de los gritos de dolor, de quién sea que es lo suficientemente imbécil como para desobedecerla. Quiero decir, lógicamente, por escaso que pueda llegar a ser a esta altura de mi vida, aún tengo algún instinto de supervivencia.

En la mansión Montevecchio...
Alessandro...

Aún me comporto como un niño, lo acepto, especialmente, en lo relativo a mi...bueno, en realidad, ella y yo no somos nada, excepto quizás, dos partes de una familia ensamblada, pero no mád que eso, no obstante, digamos que somos hermanastros; de cualquier manera, y por mucho que pueda llegar a aceptarse uno u otro nombre, lo cierto es que no parece probable que alguna vez, seamos más que eso, a pesar de que yo muera por ser el primer hombre en su vida, pues lo cierto es que no tengo -y esto lo admito- las pelotas lo suficientemente bien puestas como para enfrentarme a lo que sea, por hacerla mía. Lo reconozco, aunque más no sea, para mí mismo, Gioia Montevecchio me encanta, me gusta su forma de ser, de mandarte a la mierda sin que sus labios emitan un sonido, pero...para qué negarlo, como dije, ella tiene un no sé qué, que me fascina, pero de quien estoy realmente enamorado es de la vida de Alessandro Gentile tal como es en la actualidad, al margen deñ detalle de que sería muy mal tipo -por decirlo suavemente-, si después de todo lo que ella me ayudó siempre, yo le dijera a Fiama 'grazie, ma io sono innamorato de un'altra rqgazza' -'gracias, pero yo estoy enamorado de otro chica'-, amén del detalle de que es muy capaz de asesinarme en cuanto la última de esas palabras, escape de mis labios. Al mismo tiempo...para qué negarlo? Obviamente, me inquieta pensar lo que, de obrar yo de esa manera, pueda sucederle a Gioia, quiero decir, no es que crea que soy tan irresistible que Fiama por mí, sea capaz de matar, pero es innegable que conoce a gente a la que yo, personalmente, no le confiaría ni siquiera, el cuidado de mi peor enemigo, y de todos modos, sería un ingrato, por decir lo menos, si simplemente, porque yo quiero ser el primero en su vida, pongo en peligro a la cara bambina -querida niña-, del nuevo marido de mi madre, amén de que ese es el camino más directo a que vuelvan los enfrentamientos continuos con ella.
No, lo lamento, Alessandro Gentile -me digo a mí mismo-, ya quedó muy atrás el tiempo en que gozabas de la libertad de poder elegir a la mujer que quisieras...y aún de poder hacerlo, sabes que ella está muy lejos de tu alcance. Sí, mal que me pese, eso es cierto, además del detalle no menos de que tampoco podría decirle 'Ora che hai quindici anni, voglio che mi aspetti finché non smetto di giocare a tennis' -Ahora que tienes quince años, quiero que me esperes hasta que yo deje de jugar al tenis-. En realidad, supongo que podría hacerlo, pero desde ya puedo imaginar la carcajada que dejaría escapar, en respuesta, digo...más allá de todo lo demás, sería muy egoísta el sólo hecho de plantear la idea, quiero decir, ella tiene el mismo derecho que yo, de experimentar cuánto desee.

Distantemente Mío... [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora