Capítulo 18: Fiama descubre un aliado en Robertino

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Fiama...

Estoy aquí, en lo que de día, es el soggiorno -sala de estar- de la mansión Buongiorno, pero que en la noche, en eventos como el actual, se transforma en algo ligeramente similar a una disco, con luces muy bajas, pero con música serena, cuyo objetivo, suele ser inducir a los visitantes, a hacer lo que sea que papi desee.
Él está, también; supongo que esta reunión es para admitirlo, para que él sea investido como el gran heredero de Il Capo. Puaj, encima que no tengo el mejor sitio en este lugar, en este ambiente, ahora pasaré a ser la nada misma; peor aún, esto me cambiara todos los planes, acordados en algún momento, con papi, porque éste esperaba que yo fuese novia del bueno de Alessandro Gentile, quien con su brillante carrera deportiva, ocultaría o limpiaría el origen, no necesasariamente limpio, de nuestro dinero, pero ahora, al elevar de categoría a Robertino Rosso, seguramente, sea él, quien tome las decisiones, o al menos, influya sobre lo que papi haga, de manera que, de ser una princesa mafiosa, es casi demasiado probable que, más antes que después, yo me convierta en una puta más, como tantas otras pobres chicas, que andan por aquí, por la casa, desesperadas por conquistar la atención de un hombre. Siento por ellas, una profunda pena, chicas que tal vez, podrían haber tenido una vida mejor, se ven sometidas diariamente a dominar sus temperamentos, a gente...bueno, es mejor no criticar, pero ciertamente, espero que nunca, la suerte me trate tan mal, como las ha tratado a ellas...por otra parte, realmente, por la escena en mi habitación, heredero o no, diría que tiene algún interés, de modo que ciertamente, no creo que me arroje a la calle.

Robertino...

Como dije antes, me fastidia ver la expresión de...casi diría de espanto que presenta el rostro de Fiama, y apostaría mi nuevo par de zapatos, a que dicha expresión, no se refiere al echo de verme aquí, entonces, no puedo evitar preguntarme de dónde demonios sale? Qué es lo que tan la atemoriza?, porque no puedo creer que la asuste el echo de que Adolfo vaya a admitirme en su Mafia...después de todo, Fiama siempre fue la princesa de dicha mafia, a la que probablemente, deba su propio nombre. Entonces, veo acercarse a mí, a un muchacho, y la incomodidad de la chica de quien durante mucho tiempo, sentí celos aumenta, lo que no hace más que aumentar la incertidumbre...pero él se dirige hacia ella, y no puedo dejar de percibir la mueca de miedo, parece, que se dibuja en su rostro, lo que hace que sin dudarlo, me sitúe en el camino, entre los dos. Camino hacia ellos, pero entre tanta gente que aparece en mi camino, no logro llegar hasta Fiama, antes que el desconocido, y entonces veo cómo, sin que ella haga nada para evitarlo, el tipo lleva, sin ningún pudor, sus sucias manos, a los senos de ella. Sé que no somos nada, por lo menos, desde que descubrí que ella no es hija de Adolfo, como creí alguna vez, pero me molesta mucho, ver a otro tipo toqueteando lo que hace un rato pudo haber sido mío, y que no lo fue, porque ya entonces, sentí en ella, algo así como un aroma a miedo. Odio ver a una mujer en esta situación...sea quien sea ella, aún tratándose de mi seudo jefa.

Adolfo...

Es muy interesante lo que están viendo mis cansados ojos. Jamás, ni en mis sueños más locos, podría haber imaginado a mi hijo, mi heredero, tan prendado de una de mis chicas, o peor, de mi comodín, que aunque a regañadientes, hace tantas cosas por mí. De todos modos, a pesar de estar en un período de prueba, para pertenecer a mi mafia, jamás hubiese imaginado que Robertino intercedería en beneficio de Fiama; partiendo del vamos, en realidad, creí que eran enemigos, o algo parecido...aunque la expresión de mi hijo, habla de sentimientos igual de fuertes, si bien distintos. Eso lo hace débil, es verdad, pero qué sé yo, me niego a destruír a mi obra maestra; esto es, será su deber, cuidar que nada le ocurra, si de verdad, está interesado; yo, por mi parte, me niego a matarla, como hizo el imbécil en quien delegué su educación, con su madre...quiero decir, la muerte de dicho imbécil, eliminó cualquier sombra de duda, respecto del temperamento de mi hijo...es un Buongiorno, sin lugar a dudas, y me complace admitir que el día que me muera, podré descansar en paz, porque sabré que todo lo que alguna vez fue mío, estará seguro en sus manos.
Entretanto, ahora, todo indicaría que el niño tonto al que ingenuamente acogí, creyendo que podría redituarme algún beneficio, tiene las horas contadas, si continúa tocándole las pelotas a Robertino Rosso, que al margen de su apellido, tiene todo lo necesario para ser un Buongiorno. Por supuesto, reconozco que la cúpula de esta noche, es un evento con el que intento recomponer mis errores del pasado, esto es, a pesar de todo el daño ocasionado, intento reconocer y darle todo el poder y el dominio sobre lo que, en última instancia, pronto será suyo. No deseo parecer un estúpido viejo dramático, pero sé que no hace tanto, he cometido errores importantes, errores que nada tienen que ver con mi comportamiento habitual, y en este sentido, sé que tal vez, haya tocado las pelotas de la gente equivocada...quiero decir, llevo el tiempo suficiente en esto como para estar seguro. Por eso me da alguna clase de paz, saber que cuento con Robertino -a pesar de que él no lo hizo conmigo-, que si muero, algo que a todos nos puede ocurrir en algún momento, al menos hay quien llevará todo esto por algún puerto seguro, hecho que quedo demostrado cuando murió su madre, Robertino -nombre que, por increible que parezca, Beatrice, su madre, le puso por mi padre, que también se llamaba así-, cuidará todo ésto.
En cuanto a Fiama, mi pequeño comodín, desde que tuvo edad suficiente para participar de mis negocios, está creo que bastante claro que es casi una suerte de punto débil de mi hijo...hecho que tendré que analizar y ver cómo lo arreglo porque, como resulrará evidente a cualquiera que tenga un poco de imaginación, no me tomé tanto trabajo, para que Alessandro Gentile se me escapara libremente, entre los dedos. Sé que él no me ha hecho nada, ni realmente, tampoco su inocente hermano -al menos, hasta que mi pequeño tesoro lo educó-, pero no hice todo lo que en efecto, he hecho, hasta convertirlo en una estrella internacional del deporte, para que él se vaya a disfrutar libremente por la vida, de los contratos y otras cosas, que yo conseguí para él; no es por reclamar, pero yo no soy una sociedad de beneficencia.

Distantemente Mío... [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora