¡Pepe! - Jalonso Villanela

Cinco

SUEGRA

— ¡Alonso va a conocer a su suegra!

— ¡Y su cuñada!

— ¡Y tiene miedo! ¡Lero, lero! —canturrearon al unísono los primos Leyva, ocasionando que el sonrojo del rubio se extendiera hasta sus orejas. Estaban llamando la atención de todas las personas que se encontraban en el aula.

— Oh, chinguen a su madre, no les vuelvo a contar nada ¡Y cállense de una buena vez! —los primos obedecieron, quedándose serios por unos segundos y Villalpando realmente pensó que podía seguir su vida en paz.

Pero no duraron mucho más de quince segundos.

— ¡Lero, lero!

— ¡Aghh! —Alonso ocultó su rostro entre sus brazos sobre la butaca.

— ¿Qué está pasando aquí? —Freddy sonrió volteando hacia su novio que recién llegaba, el cual fue directo a abrazar al rizado por los hombros, devolviéndole la sonrisa— Puedo escuchar sus burlas desde afuera.

— ¡Alonso va a conocer hoy a su suegra!

— Y tiene miedo —la situación realmente divertía a Alan y Freddy.

— ¿La señora Mariana descansa hoy? —preguntó Mouque mirando a la cabellera rubia despeinada sobre la butaca.

— Mmjjhm —fue lo único que lograron escuchar.

Alonso agradeció mentalmente que la conversación haya cambiado de curso con la llegada del castaño. Era cierto que tenía miedo, no todos los días conoces a la mamá de tu amado y no quería cagarla.

Pero tampoco quería que el instituto entero se enterara.

Levantó la cabeza de sus brazos cuando el ruido en el aula comenzó a aumentar. La gente estaba entrando, por lo que el profesor debía estar en camino, así que se levantó y fue a sentarse a su lugar detrás de su novio a quien, para variar, se le había hecho tarde.

El profesor llegó, saludó y comenzó su clase. Fue en pleno dictado cuando unos golpes en la puerta lo hicieron sonreír sin poder evitarlo.

Dirigió su mirada hacia la puerta para ver a su novio agitado recargado en el marco de esta. Sintió su corazón dar un vuelco, sentía tanta emoción por verlo, como si no lo hubiera visto por más de un año.

Extraño, pues el día anterior habían ido al cine.

— ¿M-me permite pasar? —preguntó agitado, el maestro suspiró ruidosamente.

— Un día de estos no lo dejaré pasar. Siéntese, joven Rivera.

Y después de murmurar un pequeño "gracias", los ojos miel de Jos chocaron con los azules de Alonso, haciendo sonreír a ambos.

— Listo, queda decidido. A partir de mañana pasare por ti todas las mañanas, primer aviso —susurró Alonso en el oído de su novio, inclinándose hacia adelante una vez que el pelinegro se sentó.

— Hola, querido novio, yo también te extrañe —Villalpando rió ligeramente, y dio un pequeño golpe en el brazo al ojimiel— Auch, encima de que no me saludas, me golpeas. Me dueles, Alón.

— Eres un exagerado —el rubio atrapó su labio inferior entre sus dientes, intentando no soltar una carcajada y regresando su vista a su libreta— Mejor ponte a escribir o el maestro nos va a regañar.

— Ya pues —abrió su libreta, comenzando a anotar lo que el profesor dictaba, ya después le pediría a Bryan que le pasara lo demás.

— Y por cierto... —Jos se inclinó hacia atrás al volver a escuchar la voz de su novio— Claro que te extrañé, Pepe.