Decidió arriesgarse y preguntar a pesar de que tu espada le rozaba el cuello.
— Entonces, ¿tienes novio?
— Cállate o te corto en trocitos.
— Vamos, si me vas a matar por lo menos dame el gusto.
— No, no tengo.
— ¿Te apetece ir a por unas cervezas?No te lo podías creer.
— Perdona, puede que no sea el momento.
— Puede.