Esquivé dos de sus puñetazos e intenté propinarle una buena patada pero la paró.
— ¿Quién te enseñó a luchar?
— Mi hermano, decía que no siempre estaría él para protegerme y que algún día tendría que hacerlo por mi misma.
— Ese día ya ha llegado.No me dejó un segundo de respiro y volvió a cargar contra mi. Después de una serie de rápidos movimientos acabamos pegados, solamente nos separaban escasos dos centímetros.
— No está nada mal — me dijo — Aunque todavía tienes mucho que aprender.
— Enséñame todo lo que sabes — dije bajando la mirada a sus labios.