Gritaba todo lo que podía y trataba de soltarme de las cuerdas que me inmovilizaban pero era imposible.
Me di por vencida y dos lágrimas corrieron por mis mejillas.
De repente un sonido, unos pasos y voces.
Hice todo el ruido que pude para llamar su atención y finalmente la puerta se abrió.— _________________ — dijo Rick al verme.
Me soltó y me abrazó con actitud protectora.
— Esto es culpa mía.
— No, no lo es.
— Sí, te cogieron para hacerme daño. Saben lo mucho que me importas. Lo siento, te he arrastrado a mi mundo.
— Pues yo no siento el quererte.