Capitulo 7: Maldita sea, solo cállate

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Mmmm cereza.

Ese fue el primer pensamiento que tuve, el segundo fue, ¿Qué demonios estoy haciendo?, y el último fue que labios tan suaves.

Fue una mera reacción inclinarme y capturar esos capullos carnosos entre mis dientes, solo quería que dejara de decir incoherencias antes de que me hiciera perder mi mierda e hiciera algo de lo que realmente me arrepintiera, y como obviamente no le iba a dar un puñetazo esta fue la mejor solución que se me ocurrió en ese segundo.

Aunque realmente estaba esperando una cachetada o una patada en las bolas por mi osadía, cuando la bruja rubia cerro los ojos y dejo escapar un leve gemido mi sistema hizo corto circuito y yo también olvide cual era mi objetivo con todo esto.

La suavidad, la forma, el sabor, todo de ella me envolvió y me voló los sesos.

No estaba listo para la bomba nuclear que fue tener su sabor en mis papilas gustativas o la suavidad de su cuerpo entre mis manos.

Mientras más probaba, más quería, mi lengua reclamo cada centímetro que pudo, disfrute del ruido ahogado que daba cada vez que trataba de seguirme el paso pero no la dejaba, de cómo después de unos minutos su desesperación fue más grande y me dio una mordida que me hizo gruñir.

Deje de sostener sus muñecas contra la pared y la jale hasta que choco con mi pecho, tome sus manos llevándolas a su espalda donde sujete ambas con una sola de las mías, con la otra la tome de la barbilla acomodando su rostro en el mejor ángulo que me pareciera antes de seguir reclamando cada centímetro como mío.

El pequeño cuerpo se retorico en una mezcla de placer y necesidad de ser liberado, movíamos nuestros rostros en sincronización con el otro, acoplándonos a un ritmo salvajemente perfecto, mis pulmones ardían por la necesidad de respirar y se que los de ella también, pero el oxigeno se me antojo como algo irrelevante, el corazón me martillo con fuerza y solo después de sentir los jadeos contra mi boca puse algo de distancia entre los dos.

Y con algo de distancia me refiero a que le solté las manos y las deje apoyadas en la pared a ambos lados de su cabeza mientras trataba de averiguar a donde demonios se fue mi cordura.

Cerré mis ojos para evitar embriagarme con la imagen de una rubia con los labios hinchados, suspirando y dejando salir suaves gemidos.

Respira Toro, dentro fuera, recuerda porque terminaste en esta situación, ella no te agrada, solo lo hiciste para que se callara.

Unas caricias en mi mandíbula me regresaron al presente haciéndome abrir mis ojos, los ojos verdes azulados que me transmitieron más deseo y pasión que cualquier otros en mi toda mi puta vida.

–No te atrevas a seguir pensando lo que se supone que deberías estar sintiendo–. Fue la única advertencia que me dio antes de trabar sus manos detrás de mi cuello y volverme a atraer a esa trampa mortal que era su boca.

JODER.

Unos segundos atrás yo tenía el control de cada movimiento, ahora ella era la que marcaba el ritmo y aunque no me quede atrás, una cosa me quedo clara, y es que maldición.

Pero la bruja si que sabe como besar.

Y yo estaba condenado si no le hacía caso a mi cuerpo en lugar de mi cabeza por primera vez en mucho tiempo.

Sentí como sus uñas me picaban el cuero cabelludo y tiraban de mi pelo, gruñí en medio del beso y baje las manos hasta la parte posterior de sus muslos, con un leve apretón ella entendió lo que quería dando un brinco, enrollando sus piernas en mis caderas.

Ella era pequeña, por lo que necesito de mi ayuda poder quedar en una posición más cómoda, pero en el proceso nuestros centros se rozaran a cada pequeño movimiento, el calor filtrándose a través de la mezclilla de mi pantalón, retrocedí con cuidado en dirección a la cama, alejándome un poco de sus labios dejando solo leves mordiscos en esos manjares.

Te Reto a DescifrarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora