Prologo

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No salgas de noche...

No las mires...

No las escuches...

Lo mas importante, no corras porque ellas te alcanzaran...

El caos era lo único que los humanos conocían desde sus comienzos, sus vidas eran dominadas por el miedo y la felicidad era solo cuentos de niños que todos escuchaban al nacer. Busca la felicidad antes que ellas te atrapen. Muchos la buscaron, pero todo terminaba igual, ellas te encontraban. 

Furias, seres llenos de poder, de odio...No, ellas eran el poder.

No salgas de noche, esos son sus dominios. No las mires, si las encuentras solo agacha la cabeza. No las escuches, su voz solo te volverá loco. Pero lo mas importante, no huyas, no corras, no grites porque igual ellas te alcanzaran a ti y todo lo que amas.

Consumen energía, consumen miedo, consumen vidas y te consumen a ti.

Nadie conocía su forma, los únicos que la vieron fueron los que ya no nos acompañan. Escucha a los sabios: Ellas te dan vida, pero siempre vuelven para reclamarla. Solo escucha y entenderás. 

Silencio, silencio que vienen...

Callado, te escuchan...

Muerte es lo que sientes...

Los sabios advertían a todo aquel que nacía, si eres reclamado ya no seremos tu familia, síguelas y deja que el caos se valla contigo. Los reclamados, cada noche los podías escuchar sus lamentos exclamando por ayuda, si te reclaman ya no vuelvas, era la ley que todos debían cumplir.

Rescátame, no los escuches...

Solo toma mi mano, corre...

Ayúdame, sigue tu camino...

Los gritos se escuchaban tres noches seguidas, los reclamados clamaban por ser salvados por su familia, pero como se les dijo, si te reclaman ya no nos perteneces. Después de tres días, ellas te llevaban ante su señor.

Ojos color rubí, tu sangre...

Si lo ves sabrás que es tu fin...

Si te toca abras llegado, bienvenido al caos...

Desde que nació, Darío conocía sus reglas: nunca salir de noche, no seguir las voces, no ayudar, no compartir y no volver si te llevan. Nunca entendió la ultima regla, sus padres nunca le dijeron de donde volvería si, como los sabios le dijeron, ya estabas muerto si te atrapaban. No lo entendió hasta que su hermano mayor, Alejandro, fue reclamado a diez días del nuevo ciclo; durante tres noches su hermano tocaba la puerta pidiendo auxilio, implorando pasar, pidiendo amor y queriendo tomar su mano.

Al ultimo día su madre no lo soporto mas y abrió la puerta para ya nunca volver, de eso ya paso tres años. Ahora tenia la misma edad que su hermano cuando fue reclamado, por lo que todos murmuraban que el sería el siguiente, que el era el causante de la desgracia de su familia. El siempre pensó que no estaban tan lejos de la realidad, cuando el nació sus padres perdieron todas sus tierras debido a un horrible terremoto, cuando cumplió los 5 su hermano y madre fueron reclamados, cuando cumplió los 7 su padre se suicido y ahora con 8 años vivía en las calles, robando y matando para sobrevivir. No supo cuándo su mente cambio, había muerto el amor que sentía hacia su pueblo, perdió el amor a la vida y añoraba ser reclamado para dejar de vivir.

Las furias para el no eran lo peor, seres capaces de llevarse su dolor eso no podía ser lo mas horrible, es mas sonaba mas a un nuevo inicio donde no encontraría dolor. Lo peor, lo mas horrible, lo que mataría con sus propias manos seria a su pueblo, lleno de sonrisas falsas, lleno de felicidad falsa, lleno de amor falso y lleno de personas falsas. Desde que su hermano y madre se fueron él supo que ese pueblo era lo peor y lo confirmo con el suicido de su padre.

Faltaban tres días para el siguiente ciclo y el tomo la decisión de salir de noche e irse con las furias, que lo ayudarían a ir a su descanso eterno donde, tal vez, encuentre a su familia y al fin reunirse con ellos, gritarles cuanto los odiaba por ser tan débiles y dejarlo solo.

Hoy no robare, hoy solo paseare y veré las caras hipócritas de todos, cada sonrisa será su motor para esperar a las furias con los brazos abiertos. Recuerda.

Sal de noche...

Míralas...

Escúchalas...

Lo mas importante, corre hacia ellas y sigue tu dolor...

"Las doce", el grito del líder se escucho por todos los rincones del pueblo. Esa era su señal de salir y recorrer el pueblo para buscar a su furia. Darío fue a su antiguo hogar donde Nadia se atrevía a poner un solo pie, se decía que esa casa estaba embrujada; mas el solo vio su hogar.

Adiós- Fueron sus ultimas palabras hacia su vida. Silencio, todo su pueblo se silencio, no se escuchaba algún rastro de vida, no sentía siquiera el aire sobar sus brazos descubiertos, no sentía su pulso y entonces lo sintió, sintió una pequeña ráfaga de viento a su espalda.

¿Era ella? Se pregunto, no podía ser ella, era hermosa. Cabello negro como el carbón, piel bronceada, pero al mirar sus ojos supo que si era una furia. Sus ojos eran dorados como el oro y en el centro un iris rojo como rubí, solo vio caos en ellos y pensó cuantas muertes habrán visto esos bellos ojos. Sintió pena, cuan destrozada estará esa alma para ver tanto caos en sus ojos, mas que él supuso.

Tea caminaba en las calles desoladas del pequeño pueblo, este era el favorito de su señor, decía que ahí podían encontrar las almas mas frías de todo el mundo. Su señor amaba las almas frías, aunque tomar un alma limpia era su favorita, pero eran difícil de conseguir. Los únicos que conocía que eran limpias, eran los bebes o ancianos lo cuales eran muy difícil de atrapar.

Adiós- Escucho un lamento, en frente de una casa en ruinas se encontraba un niño de tal ves 6 o 7 años, no estaba segura. Tener conocimiento de los humanos estaba prohibido para las furias, su señor les prohibía el conocimiento, incluso sobre ellas mismas.

Eres una furia- Aquel pequeño la miro y le hablo en voz clara, sin miedo. ¿Me puedes llevar? Sus ojos eran negros, en ellos vio dolor, angustia, pero lo que mas resalto fue odio. Los niños que había atrapado solo demostraban miedo, una delicia para su especie, se alimentaban de miedo, por eso ellas eran las encargadas de llevar almas a su señor. Su señor solo comía almas, pero ellas solo se alimentaban de miedo y ese niño no le dio lo que ella quería.

Toma mi mano- Su pequeña mano se alzo ante ella ¿Por qué no sentía miedo? En todos sus años jamás le había pasado aquello, el único que no sentía miedo ante ellas era su señor ¿Por qué este niño no demostraba miedo?

¿No te doy miedo? Movió su cabeza en negación, dejando volar sus rizos. Increíble, pensó. ¿Por qué?

Tú eres mi puerta- Al escucharlo lo supo, el usurpador, ya sabia quien era y sus hermanas pronto lo sabrían.   

Camino al CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora