Capitulo 11

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Vacío 

Me encontraba en mi oficina, todavía seguimos en el mar a solo minutos de llegar a Procolo. El retorno había sido un completo martirio gracias a los gritos de mi padre, lo cual no ayudaba nada al hueco que crecía poco a poco en mi pecho. Mi mente se mantuvo en blanco, había sido el objetivo principal del odio de mi padre por lo ocurrido a mi adorada madre. Había sido mi idea alejarla de ella para que me acompañara, sabia que era mi culpa y que el me lo gritara hacia crecer mas el hueco y el odio que crecía en mí. 

Destruir, matar, sangre. 

Podía sentir los anhelos de mi demonio, perder a tu madre para un demonio era lo peor que te podía pasar, ellas eran la base para no explotar al demonio dentro de nosotros. Los demonios éramos conocidos por ser tranquilos en batallas, todo era por ellas las mujeres. Nuestra manta que ayudaba a dormir el gran deseo de destrucción y nosotros no teníamos a nuestra reina, madre y esposa. 

La sangre es lo único que tenemos. 

Mi mano apretó fuertemente la camisa encima de mi pecho, estaba arrugada por las múltiples veces que mi mano había ido a parar ahí. Sentía el hueco, dolió como los mil infiernos, un recordatorio de mi error. 

No podía mas, mis manos solo actuaron. Lance todo lo que se encontraba en mi paso, todo. 

Ella no esta, no esta. Encuéntrala, hazlo. 

-Cállate, cállate-grite, me sentía enloquecer. Nada estaba bien ¿Cómo pudo pasar? No lo entiendo deje a William a cargo de todo, mi segundo al mando, se suponía que todo estaría bien. 

-Brais, cálmate amigo- Sangre, sangre. – Tienes que controlarlo amigo, no dejes que te domine. 

-Cállate, acaso sabes lo que se siente perderla...  

-Claro que lo se, ella es mi reina, ella es la claridad para todos nosotros. Tranquilo no estas solo, todos estamos contigo- voltee a verlo, podía ver la tristeza reflejada en el, pero eso no me bastaba, yo quería sangre y eso iba a obtener.  

-Lárgate, Dante- Sisee, no quería a nadie conmigo, ni siquiera quería a mi padre. El estaba encerrado en una de las alcobas, seguramente rompiendo todo-Vuelve a entrar cuando hayamos llegado a Procolo.  

Escuche la puerta cerrarse. Me tire al piso cuando sentí algo rasgar mi mano, era una foto de mi madre. Recuerdo cuando la tome.  

Había sido un día terrible, lleno de trabajo y el día en que acepte que mi luz no estaría conmigo. 

Las puertas del castillo se alzaron ante mi, apenas di un paso sentí los brazos calientes de mi madre rodearme. Lo necesitaba, pensé. 

-¿Qué pasa cariño?- sus ojos casi negros me miraban con amor- Sabes que puedes contarme todo ¿verdad? 

-Solo fue un día atareado madre-sus dulces labios besaron mi frente. 

-¿Qué te parece si pasamos todo el día en el patio?- no me dejo terminar, cuando fui jalado hacia el patio. 
Podía ver las miles de flores rojas, un regalo romántico de mi padre hacia ella. Era uno de los lugares favoritos de mi madre. 

-Adoro esta parte de la casa- su sonrisa crecía cada ves más al acercarse-Así que, hijo mío cuéntame que esta pasando realmente. 

Nos sentamos juntos en el patio y mi mano fue envuelta por las de ella. Voltee a darle un beso en su cabellera rebelde, adoraba a mi madre. Ella era perfecta. 

Camino al CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora