Capitulo 6

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Abro la puerta de la alcoba donde sentía salir el hedor de la oráculo. Al primero que veo es a Alfredo parado al lado de la puerta esperando la simple orden para salir corriendo. La alcoba era simple, una cama pequeña con un velador, se podían ver dos puertas la cuales suponía una era del baño y la otra del armario. Justo en ese momento vi cómo salía la oráculo con ropa de hombre, suponía que era de Alfredo. 

Gracias a que los demonios no eran fértiles al menos que estén con sus almas, los oráculos no existían en Procolo. Así que esta había sido mi primera experiencia con uno de su clase. 

-Alfredo, puedes retirarte- ni bien hable vi como salía con la mayor rapidez de la alcoba. Debo decir que esa ducha ayudo a sobrellevar su fétido olor, pero aun así era desagradable a la vista. 

- Nunca había tomado una ducha tan relajante, gracias Rey- dijo mientras se frotaba sus brazos. 

- Empieza cuanto antes, tu olor es horrible y no deseo que las paredes de mi barco se impregnen de ti- Tome asiento en la cama. 

-Bien querido Rey- la vi extenderme las manos ¿Quería que las tomara?- Necesito que tome mis manos para mostrarle mi Rey. 

-Habla- mi voz sonó mas amenazante de lo normal, me estaba hartando con su jugarreta. 

-De acuerdo- sus manos fueron retornando hacia ella, al mismo tiempo que pude ver como un ojo en cada palma aparecían -Los ojos dorados los cuales recuerda de su sueño mi Rey, no son mas que recuerdos de una antigua vida. Fue el comienzo del odio entre especies, la traición y la muerte son sentimientos que albergo, pero tiene una oportunidad mas la cual no será fácil de encontrar ni de tomar. No se deje engañar demonio, los ojos son iguales mas no los de su alma. No se deje traicionar, usted sabe en quien confiar y esos bellos ojos dorados no son lo que busca. Recuerde mi rey, el rojo teñirá lo dorado y es cuando lo sabrá. 

Era imposible, no había hablado con nadie acerca de ese sueño. Ni siquiera había sido algo importante de tener en cuenta, esos ojos dorados eran el único recuerdo vago de su sueño. 

Mi alma, la había buscado durante años y jamás había obtenido algún indicio de su paradero. Si su alma existía, sabia que todo seria diferente. La guerra venia lentamente y mi alma solo complicaría el caos que tenia en mi cabeza. 

-Le has comentado a alguien sobre mi sueño- vi cómo humedecía sus labios con su sucia lengua- Responde oráculo. 

-No, no lo he hecho mi rey- había tomado mi decisión y eso ella ya lo sabia- Por favor, no diré nada, lo juro. 

-Ya sabias tu destino, solo lo aceleraste- sentí como mis garras crecían y sin pensarlo le arranqué la cabeza. 

Esto era información valiosa que cualquier de mis enemigos podría usar en mi contra, no tenia elección. Era ella o yo. 

Salí de la alcoba hacia mi oficina, tenia mucho que pensar. Mi alma, aunque la quería a mi lado sabia que seria un obstáculo para mí en estos momentos, elegir entre ella y mi pueblo en una guerra no era una decisión que quería tomar. 

Vi de lejos como Dante se acercaba hacia mí, mi molestia debe ser notoria en mi rostro por la preocupación que empecé a sentir de él. 

-¿Malas noticias?- me dijo al acercarse. 

- Ordena a alguien que limpie la alcoba- entre a mi oficina y fue directo a donde escondía el alcohol. No era fanático de tomar, pero sentía que me ahogaba con todo lo que había pasado. 

- Ya veo, así de mal- lo vi salir solo por unos minutos para llamar a uno de mis demonios. 

Me sentía perdido, esto solo complicaba mis planes. Un demonio es despiadado hasta que le muestran la luz, sabia que estaba mal pensar esto, pero realmente deseaba que mi alma no apareciera. La había añorado cada ciclo, pero ahora estaba en medio de algo grande que implicaba muchas muertes. 

Di un largo trago a la botella sin molestarme en buscar un vaso, lo necesitaba. Quería romper todo, estaba perdido. Sentía a mi demonio removerse en mi, quería salir a buscarla y, muy dentro de mi, sabia que ese era también mi deseo. Estoy atrapado. 

-Brais ¿Qué ha pasado?- dijo Dante mientras cerraba la puerta. 

-Estoy acabado- pase mis manos por mi rostro, frustrado, enojado y sobre todo con miedo. 

-Los oráculos son seres engañosos, mentirosos- escuche su voz calmada-Amigo... 

-¡No escuchas!- golpee la mesa, estaba perdido- ESTOY ACABADO. 

-No te entiendo- lo vi elevar los brazos- Eres mi amigo, pero sobre todo eres mi Rey, así que tranquilízate. Tienes a todos los demonios a tu mando, capaces de dar todo por ti y no por miedo, sino por devoción... 

- Mi alma- dije en voz baja, temía que al decirlo fuera real-Ella aparecerá, eso me dijo. 

- Pero...no lo entiendo, eso es bueno. La estabilidad para... 

- Mi alma solo causara problemas, eso y nada mas- lo calle. Acaso no veía el problema, el alma de un rey solo significaba debilidad en una guerra. 

Me tire en el asiento, mi demonio quería salir y solo provocaba dolor en mi. Su angustia se sentía como cuchillos en mi pecho. 

-Mi rey la tormenta nos atrapo- entro Alfredo. 

Solo moví mis manos para que saliera, quería estar solo. El ruido de su simple respiración era insoportable. 

-Dante por favor sal- solo logre escuchar la puerta cerrarse. 

En estos momentos extrañaba mi pequeña isla. Me sentía perdido, estaba perdido. 

Mi alma, mía. 

Escuchar los anhelos de tu demonio solo significaba algo, tu alma estaba cerca. No la quería, no ahora. Perderla no era una opción y solo rogaba a todos los dioses retrasar el encuentro. 

Camino al CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora