Capitulo 9

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Procolo, mundo demoniaco, lleno de lamentos de los desdichados que gritaban cada día por su salvación. Rogar no serbia de nada, cada grito proveía la oscuridad que tanto necesitaban los demonios. 

El aura oscuro rodeaba toda la isla y en medio de todo el caos se encontraba el castillo del guerrero, el rey, su líder y el cazador de almas; instinto que cada demonio era obligado a poseer, estaba rodeada de mil demonios que cuidaban el aposento de su rey. Guerreros capaces de dar su vida por su rey, leales hasta la muerte y si tuvieron opción lo serian mas. Un demonio jamás traiciona y eso los convertía en el peor enemigo, pues al contrario de sus hermanos oscuros, los demonios solo poseen una familia, una comunidad y un solo rey. 

La vida en Procolo era tranquila y pacifica, los pequeños disturbios no eran mas que peleas de niños, el respeto entre ellos era inmenso. Sin embargo, ese día la reina Camila se sentía intranquila, sentía entre sus huesos que algo pasaría y sabia que traería problemas.  

Podía escuchar los pasos de los hombres a cargo de su seguridad andando por todo el castillo. Su cuarto se sentía enorme sin la presencia de su amado esposo, sentía frio sin sus grandes brazos y sentía un hueco en el alma por su separación. 

No aguantaba mas, así que se acerco al pequeño balcón que construyo su esposo para la tranquilidad de ella. El enorme vestido le dificultaba el paso, pero se había obligado ella misma a lucir tal cual las reinas del pasado para ver el orgullo en los ojos de su amado. Un vestido azul la acompañaba hoy, sedoso como una pluma y hermoso para cualquiera, los pequeños detalles que habían echo las hadas para ella eran preciosos. Se sentía orgullosa de solo usarlo, gracias a ella las hadas habían echo un tratado de paz y ahora el comercio era solo uno de los grandes beneficios que traían esta pequeña amistad entre la reina de las hadas y ella. 

Al salir sintió el frio clima de su bello pueblo, la niebla era parte de su encanto dándole misterio. Los demonios, sintió tanto miedo cuando su amado Gerew le dijo su verdadera naturaleza, pero solo pudo ver amor en sus ojos negros como el carbón que olvido completamente las terribles historias humanas que había escuchado. 

Nunca olvidara cuando vio por primera vez a su amado, tan pulcro y bello. La lluvia bañaba las calles de su bella Suecia, ese había sido su hogar desde pequeña hasta que él llego. Era el año 1820, había cumplido sus tan ansiados 20 cuando lo vio parado en medio de todo el caos, sus bellos ojos dieron con ella y lo supo, ahora el seria su hogar. 

Dio un gran suspiro al recordar los bellos momentos en el cual su esposo la conquistaba cada día. Sus manos fueron a parar a la varando, sintiendo el frio y al mismo tiempo el calor de su pueblo. En ese momento borro la loca idea de qué estaba en peligro, sus demonios jamás permitirían que algo la dañara, así como ella nunca permitiría ver llorar a su pueblo. 

Su esposo una ves le dijo "Un demonio no da miedo por su oscuridad, un demonio da miedo por el amor a su pueblo", cada parte de su cuerpo lo sabia, su pueblo la amaba y ella a ellos. Cada gota de sangre estaba enredada con su pueblo, ellos la sentían en el modo más primitivo posible, la felicidad de su reina era su felicidad. 

-Mi reina, la cena esta cérvida- volteo a ver a la encantadora Lucy. Sus bellos cabellos negros rodeaban su bello rostro trigueño dándole vivacidad, pero lo que mas llamaban eran sus ojos verdes con un ligero toque negro, algo extraño entre los demonios. Era un demonio huérfana por las guerras con las brujas. Al verla solo sintió el odio y rencor hacia esos seres llenos de maldad. 

-Mi querida Lucy, no es necesaria tanta formalidad. Sabes que aquí me puedes decir por mi nombre- la cálida cara de la muchacha se sonrojo por el apodo cariñosa de su reina. El pueblo la amaba y ella más que todos, la había salvado innumerable veces de la oscuridad de los recuerdos que la atormentaban cada noche. La primera ves que el rey la trajo, todos sentimos amor por ella, pero cuando ella se presento con cada demonio de manera amable y cercana, el amor instintivo que teníamos se volvió real. 

Camino al CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora