Brais
La niebla tapaba cualquier objeto que estuviera en mi delante, era tan espesa que ver mis pies era tarea imposible. Aun así caminé, sentí una extraña corriente conectarme a este mundo, mis propios pies sin yo conocer el camino, tanteando el terreno, yendo hacia lo desconocido. Un imán, sentía que un imán me jalaba hacia algo que no estaba seguro si era bueno o malo, pero aun así mis pies siguieron su camino.
Pero todo cambio cuando lo sentí, calidez. Sentía un calor cálido rodearme, un calor parecido al de un hogar y el único que causaba ese sentimiento eran los brazos de mi madre, pero no era el mismo, era mas intenso como si fuera el lugar en donde tuve que estar hace muchos años. Mi alma, fue lo primero que pensé, era la única respuesta hacia ese sentimiento, aun no la había encontrado, pero supuse que este seria el sentimiento que me daría tenerla en mis brazos.
Vi mis manos tomar la niebla como un dulce de algodón, suaves. Detuve mis pasos, me sentía perdido, la calidez había desaparecido, dejando consigo el frio. Mi razón me decía que no siguiera, pero había una electricidad en mi que incitaba a hallar el causante o la causante de esa calidez, así que seguí el camino. Podía sentir mi pies descalzos hundiéndose en la tierra fría, raspando.
Había pasado muchos de mi años en busca de mi alma, hallarla era mi mayor objetivo, sentirla entre mis brazos, protegerla de todo mal, pero sobre todo amarla hasta con la ultima gota de vida que tenia en mi. Las historias del encuentro entre almas, eran mas que hermosas, magnificas, los relatos contaban como su calidez era el recordatorio que mientras tengas a tu alma, esta será tu mundo, tu vida.
Mi padre pudo encontrara a su alma casi después de un siglo, el amor en ellos era algo envidiable. Yo la buscaba, cada segundo de mi vida la buscaba, quería encontrar esos ojos que al verme vean perfección como yo lo haría, esos labios que al hablar alegraran mi día como yo lo haría y esa sonrisa que iluminaria toda mi vida como yo lo haría. Pero después de dos siglos buscándole vino el horrible dolor, saber que no la encontraría o que la muerte la separo de mi. La muerta era algo que acompañaba a un demonio para siempre, ser el guardián de esta, pero sin poder controlarla. Aun así, cada nuevo ciclo me refugiaba en el agujero del caos buscándola, el no encontrarla era gratificante.
Al dar un paso deje de sentir la tierra, la niebla se desvanecía entre mis dedos. Un bosque verde y lleno de vida se alzaba ante mi, imponente. Ahí es cuando lo volví a sentir, la calidez, no paso ni un segundo cuando salí corriendo a encontrarla, estaba cerca y lo podía sentir en mi.
La vi, estaba de espaldas, mi hermosa alma, deslumbrante. A solo diez pasos de poderla tomar entre mis brazos, hasta que una pared de cristal apareció impidiéndome alcanzarla. Sentí como el miedo a perderla crecía, mi alma, estaba solo a pasos de mí.
-Mi luz- Grite con todas mis fuerzas, no podía perderla. La tenia justo ante mi, hermosa, deslumbrante, magnifica- Mi luz, estoy aquí.
Entonces voltio, unos hermosos ojos dorados brillaban ante mi, era hermosa. Su cabello negro como la noche, lacio y hermoso, sentí picar mi dedos al querer sentir cada cabello. Unos labios rosados y gruesos, una belleza. Su cuerpo lleno de curvas que me incitaban a pasar horas recorriendo su piel pálida con mis frías manos. Lo supe en cuando la vi, ella seria mi perdición y estaba dispuesto a recorrerlo miles de años solo para estar con ella.
-Mi hermosa luz- Sin querer sonreí como un loco, pero vi confusión en ella. No me enfocaba ¿Acaso no me veía? -Mi luz, aquí estoy, mírame.
El cristal no me dejaba pasar, lo golpee con todas mis fuerzas. Mi luz estaba al otro lado, esperándome. Sentí como la angustia crecía al verla caminar lejos de mi. No lo permitiría, primero muerto a dejarla ir. Ella era mi alma, sin ella no podría vivir.
-Mi luz ¿Qué haces aquí?- Entonces me vi, era yo ¿Cómo era posible?
Mi hermosa luz le o me sonrió, estaba confundido. Era igual a mi, parecía una copia. Aun así sentí como los celos crecían, mi luz le sonreía a mi copia cuando yo estaba justo a diez pasos.
-Zarak, oí algo extraño- Mis brazos cayeron, dejé de golpear el cristal. Ella corrió hacia él, vi cómo sus brazos la envolvían, levantándola unos centímetros de suelo. Zarak, el dios demoniaco, ser de los lamentos.
-Yo no escucho nada, mi luz- Sus labios tocaron la frente de mi luz, casi como una caricia rápida, pero que significaba mucho para mi. No entendía que hacia un dios junto a mi alma- Deben ser los latidos de nuestros hijos, porque yo no siento a nadie, al menos no cerca de nosotros.
Hijos, estaba embarazada mi luz. La calidez que sentía creció casi hasta ahogarme.
-Mi hermoso dios, sé que oí algo. Estoy embarazada pero no sorda.
-De acuerdo mi luz, confiare en ti, pero es hora de que regreses. No pienso ponerte en riesgo con esa bestia afuera y ahora con el embarazo estas mas débil.
No lo entendía, mi luz estaba embarazada de un dios. No lo podia soportar, apretémoslas mi ojos con fuerza para despertar de esta pesadilla, sentía odio hacia ese ser.
Mire mi señor, esto no acaba...
Escuche un pequeño susurro, que me obligo a mirar. Estaba en el cuerpo del dios, mirando como mi luz pasaba sus cálidas manos por sus brazos, brindándole caricias tan intimas. Sus ojos dorados tenían un pequeño destello rojo en el medio que solo se podia ver de cerca. La quise abrazar más fuerte, pero este cuerpo no respondía. Era solo un espectador ante la horrible escena.
-Mi hermoso dios, solo quería tomar un poco de aire. Ahí adentro me siento encerrada e inútil, no me dejan hacer nada por mí misma- Sus cejas se juntaron haciendo una graciosa mueca de enojo que en ves de asustarme solo causo ternura en mi. Mi luz, no me importa que el gran dios te tenga en sus brazos, ire por ti.
-Eso es lo que ordene, que mi luz no haga nada y descanse. Stex dijo que los bebes están drenando mucho de tu energía y eso te debilita- Sus manos fueron hacia su rostro, colocando un mechón suelto detrás de su oreja-Déjame consentirte, te he esperado muchos años y ahora que tengo quiero darte todo de mi.
-Hermoso- Un hombre apareció entre los arboles, su rostro era difícil de apreciar, estaba borroso-Mi pequeña, hace tiempo que no te veía ¿No extrañabas a tu padre?
Las manos del dios tomaron con rapidez a mi luz poniéndola detrás de él. Podía sentir el miedo de este cuerpo- Aléjate de mi familia usurpador.
-No me dirijas la palabra débil dios. No eres digno de eso, pero tu pequeña me has fallado. Unirte a un dios y además cargar uno en tu vientre. Pero no te preocupes pequeña eso tiene solución, unos pequeños cortes y serás libre de esa criatura que vive en ti.
-Tu no eres ni fuiste mi padre, eres solo un impostor- Sentí las cálidas manos de mi luz a mi espalda.
-Entonces la muerte será tu bienvenida- Vi como lanzo una daga directo hacia mi, no me moví. Sentí un pequeño jalón, caí y la vi poniéndose en frente y lo peor, recibiendo la daga.
Cayo lentamente hacia mis brazos. Saqué la daga con la mayor rapidez y delicadeza que pude, su pecho estaba lleno de sangre. Vi como una pequeña línea de sangre salía de sus hermoso labios.
-Mi luz ¿Qué has hecho?- Trate de detener el sangrado, pero pronto mi mano termino llena de su sangre. Su cálida mano acaricio mi cara, quitando lagrimas que no sabia que derramaba.
-Mi dulce, todo esta bien, me volverás a encontrar- Su hermosa sonrisa, sentía como la perdía- Mi cuerpo esta un poco débil, tal vez no pueda asistir a la cena de hoy.
Al parecer tomaste tu decisión mi pequeña, es una lastima- Voltee mi cara hacia ese asqueroso usurpador- Adiós dios, bienvenido al caos.
Entonces abrí mis ojos, estaba en mi oficina. La mesa tirada en el medio de esta, documentos y cuadros esparcidos en el piso. Toque mi rostro con mis manos al sentir como algo húmedo recorría desde mis ojos hasta mis labios. Sentí angustia, miedo, dolor y odio en mi. Solo había sido un sueño del cual lo único que recordaba eran unos hermosos ojos dorados.
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Camino al Caos
FantasyLos oscuros habían vivido en la ignorancia durante toda su existencia, adorando a dioses que solo los crearon por castigo a su desobediencia. Ahora que la puerta de la verdad estaba abierta tenían dos opciones luchar por lo que aman o seguir al usur...