En los confines del reino demoniaco, un ruido ensordecedor se escucho por todas las oscuras calles. Eran apenas las 5 de la mañana cuando los guerreros le anunciaron una terrible noticia al gran Rey. Brais, octavo rey demoniaco conocido por su ferocidad en combate, hijo del guerrero y antiguo rey Gerew, había destrozado su oficina. Los hombres frente a él temblaban de miedo ante la furia de su rey, habían fallado en sus obligaciones y en el proceso habían puesto en riesgo a al familia real, un castigo que llevaba directo a la temible muerte.
La furia corría por todo el cuerpo del apuesto rey. Sus pasados 2 metros solo ayudaban a asustar mas a sus oponentes y en este caso a sus hombres, sus ondulados cabellos caían en su frente hasta casi tapar sus ojos negros llenos de ira, su quijada cuadrada estaba tan apretada al igual que sus manos expresando lo que sentía y añoraba...muerte.
Diez de sus hombres habían desaparecido sin dejar algún rastro, no quedaba nada de ellos mas que el simple recuerdo de su existencia. Estos hombres custodiaban una de las celdas mas importantes del reino, la celda cero.
-Repítelo- su grave voz se escucho por todo la oficina hasta llegar a los cuerpos tensos de sus hombres. Los latidos erráticos de tres demonios llenaban las cuatro paredes, eso solo hizo enojar mas al rey. Pasaron minutos hasta que un hombre se atrevió a hablar.
-No hemos encontrado nada mi Rey- Un demonio pelirrojo hablo, los ojos negros del rey fueron a parar hacia el cuerpo de donde provenía la voz. Miedo, solo vio miedo a la verdad, tantos años en la guerra le habían enseñado a leer los ojos y aura de sus oponentes, llenándolo de victorias, pero ahora ese don lo irritaba ¿Cómo pudo pasar esto? pensó.
Confiaba plenamente en sus guerreros, es mas, daría la vida por ellos. Eran demonios excepcionales, seres tranquilos y letales que amaban a su rey y él a ellos, pero la traición rondaba sus pensamientos. Aún así, al ver sus ojos negros como el suyo no puedo seguir con esa idea.
Tenia que pensar, esto no podía ser cierto. Habían desaparecido los 10 guardias encargados al cuidado de la celda menos conocido por los oscuros. Un tema prohibido incluso en su reino, era casi irreal pensar en esto. Un intruso...imposible, descarto la idea de inmediato.
Él sentía todos los seres que entraban a su reino, un solo cabello que entraba era percibido por él. Sin embargo esa era la única opción que se amoldaba a este problema.
-Dime ¿Cómo esta la celda? Una pequeña gota de sudor rodó por toda la cara del pelirrojo, se escucho claramente como, por unos segundos, su corazón paro. La respuesta no seria del agrado del rey, aun así, hablo.
-La celda 0 esta destruida mi Rey, sin ningún rastro del usurpador- El hermoso traje que portaba el rey se lleno de pequeños lineas, consecuencia de su inevitable transformación. Sus grandes uñas crecieron a un nivel aterrador, listas para arrancar el corazón de su oponente.
El usurpador, el primer ser que quedo atrapado en las celdas. Sus existencia se remontaba desde los inicios del primer demonio y antes, su rostro, su voz, hasta su nombre fue borrado de la tierra, su mera existencia era un misterio. Solo se conocía una frase.
Ojos color rubí, tu sangre...
Si lo ves sabrás que es tu fin...
Si te toca abras llegado, bienvenido al caos...
Esa frase estaba grabada en toda la pared. La única celda que no tenia puerta solo un grabado, el primer demonio la llamo celda 0. Era conocido como la celda maldito, el inicio del fin, así lo llamaba el gran demonio. El único nombre dado al prisionero era el usurpador.
-Salgan- La furia, era la primera ves que la sentía, no le agrado. Los chismes entre los reinos oscuros contaban como los demonios vivían con el constante sentimiento de la furia, puras blasfemias pensó. La tranquilidad era típico animo de todos los días.
-Mi rey- Los ojos negros del rey vieron con advertencia al demonio, sus uñas largas seguían listas para arrancar un corazón errático. Debemos avisar a los ancianos.
Los ancianos, si quiera sabia si ellos conocían de la existencia de la celda 0. Era parte de la historia demoniaca y como todos los oscuros, no compartían su historia con otros.
-Acaso piensas que esos vejestorios sepan que había dentro- El sarcasmo estaba tiñendo la grave voz del rey.
-¿Nosotros sí? No, nadie lo sabia, ese pensamiento solo provoco un sentimiento, desconocido para él... miedo. Vaya, era el día de experimentar nuevos sentimientos.
-¿Hace cuanto paso el incidente? Esa cosa estaba libre y lo único que rondaba la cabeza del rey eran problemas, preguntas, pero ninguna respuesta ¿Qué había dentro? ¿Cuánto tiempo lleva dentro?
-No lo sabemos mi rey- Ese pelirrojo gritaba que lo maten lentamente. Aun así, el rey admiro su valencia, era el único que se dirigía a él – Nos dimos cuenta en la madrugada, los buscamos por 3 horas...
-¿Después de 3 horas se les ocurrió comunicármelo?
-Los guardias de las celdas continuas nos lo comunicaron después de intentar hallarlos- Confiaba en sus hombres, eran orgullosos, despiadados, pero en estos momentos la traición rondaban sus pensamientos
-Envíenles una carta a los ancianos y que todos los lideres de cada oscuro vaya a esa reunión. Ahora lárguense o los matare con solo mover mi mano.
Sentía tanta furia, jamás había sentido esto. No era furia porque escapo, no, era una furia destructiva por dejar a su familia desprotegida. Su madre estaba en esa misma casa, estaba durmiendo mientras esa cosa recorría a sus anchas el territorio. Si algo le hubiera pasado...No quería ni pensarlo, la antigua reina era humana por lo que resultaba fácil acabar con ella.
Sentí una agonía terrible, la única solución para dejar de sentir este hueco era una persona que se encontraba a tan solo un piso. Sin pensarlo corrió a su cuarto, golpeo a quienes se encontraban en su camino sin pronunciar una palabra. Vio su puerta y sin tocar, sin anunciarse; la tomo en sus brazos.
Brais ¿Qué pasa cariño? Sentirla entre sus brazos era la mejor medicina. Fresas, ese era el olor característico de la reina, Camila. Me estas asustando ¿Qué pasa? ¿Tu padre esta bien?
Todo esta perfecto, el viejo debe estar atormentando a los empleados- La escucho reír.
Para un demonio su madre era la joya mas preciosa, era algo que nadie podía lastimar ni siquiera su progenitor. Todos los oscuros lo sabían, la madre de un demonio era lo mas sagrado, lo que no se podía tocar ni en medio de una guerra. Ella era su mundo.
Las delgadas manos de la reina peinaron el desordenado cabello del rey, dejando via libre para dejar un casto beso en su frente. Se que algo esta pasando, solo esperare a que me lo cuentes.
Camila, la reina y consejera de los demonios. Era una reina obstinada, orgullosa y peligrosa; ser su enemigo o siquiera intentar dañar a su familia era como ponerle fecha a tu muerte. Con un solo mandado ella te mandaba a matar, sabia que ocultarle algo a la gran reina era estúpido. Tenia oídos en todos lados, sabia más del rey que él mismo.
De todas maneras, sé que lo sabrás tarde o temprano- Sus ojos ya casi negros lo miraron con amor y adoración, mi creación perfecta pensó la reina . Un jalón hizo retroceder al rey, reconoció el olor a quemado de su padre. Uno de los pocos efectos que conllevaban ser rey de los demonios, la muerte se queda grabado en tu piel.
Sera mejor que tengas una buena escusa para aplastar a tu madre sin yo estar presente.
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Camino al Caos
FantasyLos oscuros habían vivido en la ignorancia durante toda su existencia, adorando a dioses que solo los crearon por castigo a su desobediencia. Ahora que la puerta de la verdad estaba abierta tenían dos opciones luchar por lo que aman o seguir al usur...