𝐇𝐄𝐋𝐈𝐔𝐌 | Después de todo nunca podrías escapar del caos cuando este ya es parte de ti...
Yukhei a sido el guardaespaldas del señor Kim por cinco años y ahora que este piensa lanzarse a la candidatura por la presidencia de Corea, toda su famil...
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Cinco años antes ➖ señorita perfecta ➖
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La familia Kim no era tan perfecta como creía el país que lo era, en un corto tiempo el castaño se dio cuenta de todo lo malo que esta tenía. La discusión se podía escuchar por toda la casa, Yukhei se mantuvo en silencio, inexpresivo con su mirada fija hacia la nada. El señor y la señora Kim tenían una discusión muy efusiva con uno de sus dos hijos varones, quienes al igual que sus padres se mantenía en silencio y solo hablaba cuando lo consideraba correcto, pero cada vez que abría la boca parecía que solo echaba más leña al fuego, pero a ninguno de los tres les importaba que Yukhei estuviese presente ni el resto de sus hijos.
—¿¡Cómo pudiste ser tan descuidado!? —Gritó su madre aún sin poder creer lo que acababa de escuchar —Tantos métodos anticonceptivos en la actualidad y no sabes usarlos
—Quiero casarme con ella —Mencionó su hijo con seguridad provocando que su padre se burlara con una dolorosa ironía.
—Eres un imbécil si crees que te casaras a esta edad y solo por un embarazo
Se sentía incómodo pero no podía expresar absolutamente nada en su rostro, ni una mueca de disgusto, por esa razón el señor Kim adoraba a Lucas, por ser uno de los hombres más profesionales. Admiraba la valentía del joven Kim al enfrentar a sus padres y soportar esos excesivos regaños.
Fue una fracción de segundo en el que decidió dirigir su mirada a la menor de la familia quien yacía sentada en la mesa con la mirada fija hacía el tazón de cereal que tenía frente a ella y que no había podido comer. Estaba afligida y un poco dolida, era tan sensible que no podía aguantar las lágrimas que se escapaban por su rostro. Esta era la verdadera cara de la familia perfecta Kim.
Sus ojos se cruzaron con los de Doyeon y al contrario de retirar su mirada avergonzado por ser descubierto, la mantuvo. Moría de ganas por saber lo que estaba pasando por su imprudente cabeza, solo había sido una fracción de segundo lo que duraron sus miradas, fue ella quien la desvió avergonzada, el ligero rubor en sus mejillas comenzó a extenderse por todo su rostro.
