𝐇𝐄𝐋𝐈𝐔𝐌 | Después de todo nunca podrías escapar del caos cuando este ya es parte de ti...
Yukhei a sido el guardaespaldas del señor Kim por cinco años y ahora que este piensa lanzarse a la candidatura por la presidencia de Corea, toda su famil...
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Su cuerpo se encontraba perfectamente recargado en la pared del baño, el sonido de la lluvia y el golpeteo constante de las herramientas en el tubo del lavamanos era lo único que se escuchaba, sus ojos, ligeramente maquillados observaban por primera vez al castaño sin ser interrumpida por su intensa mirada.
Sus hombros anchos y los músculos de sus brazos marcarse, su cabello castaño desordenado y los pendientes colgando de su oreja eran el toque perfecto para que Yukhei luciera como el chico perfecto.
Vivir con Yukhei había sido una de las tareas más difícil que Doyeon había experimentado y no porque tuviera manías que la hiciera enloquecer, simplemente acostumbrarse a él era extraño. Y las personas en ese lugar tampoco hacían la tarea sencilla torciendo sus cuellos cada vez que pasaban por las calles, muchas veces estos le sonreían y trataban de mantener una fallida conversación que Yukhei cortaba en seco y para no verse como un acto mal educado, Doyeon intervenía para que la situación se volviera menos incomoda.
—¿Probaste la comida de los vecinos?— El castaño hizo un sonido que fácilmente pasaba como un bufido.
—Ellos piensan que estamos casados
—Tiene sentido, tenemos la edad para estarlo
—Si tan solo te quitaras ese anillo
Doyeon extendió sus dedos observando su anillo dorado con un oso de cristal en el centro, desde que el castaño conoció a esa chica notó que nunca se lo quitaba, no importa si otra joyería adornaba su mano, ese anillo nunca se lo quitaba
—Y no lo haré, MJ me lo obsequió, aparte esta en el dedo índice Yukhei
El castaño suspiró dejando las herramientas a su lado para incorporarse y al igual que Doyeon recargarse en la pared del baño.
—Quieres más a MJ ¿cierto?
—No, admito que me llevo mejor con él pero ambos los quiero, de manera distinta porque tienes que reconocer que son completamente diferentes, no sería justo quererlo por igual —Susurró con tristeza sin dejar de jugar con el anillo y una nostalgia sonrisa se dibujó en sus labios al recordar el día en el que MJ se lo obsequió.
