1992 fue un año lleno de emociones y nuevos sentimientos, de desenterrar misterios y anudar lazos. Se había hecho amiga de profesores, pero había uno con quién todavía no tenía tanta amistad, sin embargo, sentía algo extraño cuando estaba con él. No habían hablado más veces de las que se cuentan con una mano, ni habían charlado de temas profundos.
Emma había creado un vínculo con el mago más famoso de todos: Harry Potter. Era un buen niño. Emma lo quería mucho y se preocupaba por él. Se preguntaba cómo andarían sus vacaciones con sus tíos muggles, que por lo que Harry le contó, no eran muy amables con él.
Las vacaciones pasaron tranquilas. Emma tuvo la oportunidad de viajar a América, a unas islas en el fin del mundo. Los glaciares eran gigantes masas celestes que flotaban en el congelado mar. De vuelta en su departamento, Emma se recostó en su cama feliz. Hacía mucho que no salía de Inglaterra. Vio que fecha era en un calendario mágico. 30 de julio: el día anterior al cumpleaños de Harry. Ató a su lechuza una carta y un paquete con un regalo de cumpleaños para el chico. Le había comprado unos guantes de quidditch de un equipo escocés. Le dijo a su lechuza el destinatario y la soltó. Vio como se alejaba a través del inmenso cielo nocturno. Desempacó todo y se acostó a dormir. Soñó con una túnica negra en el agua, que se movía con ella. Emma se despertó transpirando.El reloj decía que eran las nueve de la mañana. Fue a la cocina a buscar un vaso de agua, y un estallido en la calle la alarmó. Asomó la cabeza y vio a un par de brujos con sus varitas en alto. A continuación una señora gritó:
–¡Sirius Black escapó! ¡Escapó de Azkaban!
"No...puede...ser" pensó Emma en shock. Sirius Black era el prisionero más peligroso de todo Azkaban. Estaba acusado de matar a trece personas en frente de toda una muchedumbre muggle sin piedad. Emma recordaba el día en que se lo llevaron a Azkaban. Era apenas una adolescente cuando vio en el periódico mágico cómo los oficiales del Ministerio se lo llevaban a empujones y lo apresaban. Con esa risa maniática de la que nunca se olvidaría...
Un búho llevó con una carta en la garra, tenía en sello del Ministerio de Magia. El contenido le decía que fuera al edifico con urgencia. A Emma eso le extrañó, no tenía nada que hacer en el Ministerio, ya no trabajaba allí desde el año pasado. Emma tomó su varita y empezó a hacer hechizos de protección en su casa. Después se puso lo primero que encontró y fue rumbo al Ministerio. Las paredes de las calles estaban tapizadas con panfletos con la cara de Sirius Black en ella. Decía "¿Has visto a este hechicero?".
Emma entró por las puertas del Ministerio y se dirigió donde atendía una señorita.
–Hola, quisiera hablar con...
–¡Emma!–la llamó su antiguo jefe desde atrás–¿Cómo has estado?
–Bien, sí, pero un poco confundida. No entiendo de que se trata esto.
–Acompáñame a mi despacho.
Subieron por el ascensor hasta el tercer piso. Entraron directo a un despacho distinto al que tenía el año pasado.
–¿Qué sucede?–preguntó Emma.
–Black–respondió–. Como te debes haber enterado, escapó de Azkaban.
–Lo tengo más que claro.
–No sólo los hechiceros corren peligro, los muggles también.
–Estoy consiente de eso, John, pero ¿qué tengo que ver yo en eso?
–Black puede ir a cualquier parte que el quiera, Emma incluso Hogwarts, y atacará a cualquiera. Por eso necesito que hables con Dumbledore para que nos deje posicionar a los Dementores para que vigilen el castillo. Le daría más tranquilidad al Ministerio y a las familias saber que no corre peligro ningún niño.
–Hum...Ya veo–Emma se dio vueltas por la oficina–.Sí, puedo hablar con Dumbledore, ¿pero por qué no me dijo esto el ministro directamente?
–No se encuentra disponible.
–¿No esta disponible para pedirme un favor?
–Está en una misión, Emma. Te agradece de antemano lo que vas a hacer.
–Sí, más le vale. Me marcho, John. Nos vemos.
Emma salió un tanto molesta. ¿Cómo no esta capaz el ministro de pedirle un favor a la cara? Si era algo tan importante, que lo hiciera él. Enfrió sus pensamientos, diciendo a sí misma que no podía ser así de egoísta .
Dos semanas después, otra carta del Ministerio irrumpió por la ventana.
–Emma–le dijoJohn en su oficina–¿Hablaste con Dumbledore?
–No
–Te ruego que te apresures.
–Te recuerdo que es un favor, John. Si el ministro quiere que hable con Dumbledore, que lo haga él mismo y no pida favores. No tengo por qué...
–Harry Potter se escapó de su casa–la interrumpió– , y el propio ministro ha ido a buscarlo. No hemos tenido tiempo para hablar contigo sobre Dumbledore.
–¿Qué? ¿Qué tiene que ver con esto? Espera, espera. Está bien que se preocupen por un niño y todo eso, ¿pero tan así para que el mismo ministro vaya?
–Su vida peligra–dijo el hombre mirando por la ventana.
–No entiendo, explícame–Emma cruzó los brazos.
–Sirius Black va en busca de Harry. Funge no quiere que Harry lo sepa. Arthur Weasley piensa que es lo mejor.
–¿Harry? ¿Black tras Harry?–se apoyó en la mesa arrugando el entrecejo.
–Eso... El ministro me dio esta misión de hablar contigo, nada más.
Emma se sentó, procesando la información. Black tras Harry. Harry sin saber nada. Harry en peligro.
–Está bien, hablaré con Dumbledore– se volvió a levantar y se marchó del Ministerio.
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II. Hechizo en sepia
FanfictionSegunda parte de Hechizo de Iridiscencia. Fanfic Severus Snape. Todos los personajes nombrados aquí pertenecen al maravilloso mundo de Harry Potter, y por supuesto a la grandiosa J.K.Rowling. El único personaje que es de mi creación son la prot...