Para allá

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Harry se había ido de la casa de sus tíos en Privet Drive por hacer que su tía se inflara como un globo, lo que a Emma le pareció lo más cómico. El autobús Noctámbulo lo había rescatado y llevado al Caldero Chorreante, donde pasó el resto de las vacaciones. El Callejón Diagon estaba a un muro de distancia, por lo que Harry podía ir cuantas veces quisiera, hasta que el sol cayera. Emma fue un par de veces a verlo, para que no estuviera solo, pero se entró que los Weasley se quedarían allí luego de sus vacaciones en Egipto.

El año escolar empezaba el día 1 de septiembre de cada año, cuando los alumnos abordaban el Hogwarts Express. Quedaba poco tiempo para volver a enseñar a los de primero y segundo curso. Los profesores debían irse en el Expreso un día antes que los estudiante. Emma dejó todo preparado para irse ese mismo día a la estación. Estaba saliendo por la puerta, cuando la misma lechuza que le entregó la carta del director la detuvo. Acarició a la lechuza y le quitó la carta.

"Señorita Emma Larheintch:

He de pedirle disculpas por no avisarle antes sobre esto. Tomará el tren mañana junto a los estudiantes, debido que hay un nuevo profesor que necesitará de alguien que lo oriente.

Gracias por la comprensión

Albus Dumbledore"

Miró su baúl, amoldándose a las nuevas circunstancias, lo dejó a un lado y se fue a dormir. Se levantó temprano ese día para estar a tiempo allá.

Caminaba por la estación King's Cross arañando su equipaje con un carro. Se aseguró de que nadie la viera y cruzó el andén 9 3/4. Abrió los ojos luego de cruzar la muralla de ladrillos. El tren escarlata estaba quieto recibiendo a muchos niños y adolescentes por sus bajones. Padres, madres, hermanos y abuelas se despedían de sus familiares con fuertes abrazos. "Cuídate", "Escríbeme a diario", "Te quiero". Emma asomó la cabeza para poder distinguir a alguien que tuviese cara de profesor. Rendida de buscar por diez minutos, entró al último bajón de todos, después de entregar su equipaje, abrió la puerta y no vio a nadie. "Será un viaje tranquilo", pensó Emma. Se sentó y sacó un libro para leer. "Qué ayuda eres, Emma" su conciencia le decía, "Seguro que el nuevo profesor debe estar muy perdido y tú no le ayudas. ¿Para qué te trajeron?" Se levantó, molesta con ella misma, y salió, en busca de el profesor. No necesitó buscar más. Frente a ella, recién subiendo las escaleras y con un maletín, un hombre de aspecto cansado se aproximaba.

–¿Es usted el nuevo profesor?–preguntó Emma.

–Sí. Profesor Remus Lupin–se presentó.

–Emma Larheintch–Emma extendió la mano, gesto que él respondió amable–, profesora de Encantamientos. Me enviaron a orientarlo. Estoy sentada en el último bajón. ¿Viene?

Lupin la siguió hasta el compartimento. Se sentaron y Emma observó a Remus. Tenía un aspecto de agotamiento, estaba pálido y con el cabello desordenado, pero a Emma no le causaba repulsión. Llevaba una túnica de mago muy raída y arremangada, como si hubiese estado peleando antes de ir.

–¿Qué asignatura enseñará?

–Defensa contra las Artes Oscuras.

–Va a reemplazar a Gilderoy–concluyó Emma.

–¿A quién?–ladeo la cabeza el profesor.

–El profesor que enseñaba Defensa contra las Artes Oscuras. Un mago egocéntrico que vivía de mentiras. Perdió la memoria cuando le rebotó un hechizo.

–Una lástima.

–En realidad no. Se lo tenía merecido–Emma sonrió recordando los engaños del profesor.

II. Hechizo en sepiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora