Bisses

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Snape la agarró y puso sus brazos encima de ella, protegiéndola del peligro. Detrás estaba los tres alumnos, muertos de miedo.

Los dos animales desaparecieron peleando entre los árboles del Lago Negro. Un aullido de perro herido resonó.

—¡Sirius!—gritó Harry, mientras salía atrás su padrino.

—¡Potter, ven aquí!—pero la advertencia no sirvió, porque Harry había desaparecido.

Emma, Hermione y Snape fueron tres él, mientras Ron era auxiliado por un profesor que acababa de pasar. Los tres parecían que el viento los llevaba. Hermione se perdió entre los árboles, en busca del muchacho. Emma siguió corriendo sin darse cuenta que ella faltaba.

Severus y Emma pararon a la orilla del lago. En el cielo flotaban Dementores con capuchas negras y las manos viscosas. Se acercaron a ellos silenciosamente. Un frío que calaba los huesos, una neblina y un mareo rodearon a Emma. Se empezó a desvanecer en cámara lenta, viendo como todo a su alrededor se venía abajo con ella. se acostó en el pasto, sintiendo dolor, pena y tristeza, al tiempo que sentía como toda su energía se iba con el beso del Dementor.

Cada pensamiento positivo se iba esfumando. Escuchaba el grito de su madre. Un grito largo y agudo. "No a ella! ¡No a ella"

Estaba por irse, de abandonar la vida. Se resignó a esperar, a dormir.

—¡Experto partronum!—escuchó la lejana voz de Snape decir.

Un breve paz. Un leve sonido. Nada. Serenidad.

Una cortina planeada ondeaba junto a ella, ahuyentando a los Dementores. Sintió que la recogían y la colocaban en una camilla. de ahí en adelante no supo más.

. . . .

Cuando volvió a despertar, sintió un vacío en el pecho.

—¡Fantástico!—escuchaba una voz decir—Increíble como sobrevivieron.

—Lo sé, señor ministro—era Snape—. Black los confundió a todos.

—El profesar querrá hacerle un entrevista a usted y al chico. Han sobrevivido de suerte.

Emma abrió los ojos de golpe, sentándose, pero una fuerza invisible la empujó de nuevo.

—¡No se pare así!—dijo Madame Pomfrey— Tome, un chocolate, cómalo.

—¿Qué paso?—preguntó a Emma.

—Los Dementores pasaron. Casi te dan el beso.

—¿Y Harry? ¿Hermione? ¿Ron?

—Ya se levantaron, excepto por el pelirrojo.

—¿Y el profesor Lupin?

—Arreglando sus cosas.

—¿Dónde va?

—Pidió la renuncia.

Emma pegó un salto y corrió a la puerta de la enfermería. Afuera estaba Severus y el Ministro de magia. Estaban conversando, pero se detuvieron.

—Emma, ¿cómo te encuentras?—preguntó el misnistro.

—Bien, bien , gracias. Debo irme, lo siento.

Emma fue al despacho de Lupin, donde ya no había casi nada.

—Remus...

—¡Emma! ¿Cómo te sientes?

—Bien, estoy bien...Me dijeron que te vas. Espero que sea una broma.

—Lamentablemente, no lo es. Snape se encargó de controles a todos los de Slytherin de lo que soy. Pedí la renuncia antes de que el consejo escolar lo hiciera.

II. Hechizo en sepiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora