#Regla 8 No te arrepientas

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POV KAGOME

Mi mano acaricio el grueso miembro erecto, me sentía sumamente caliente, me levanto para sentarme en la orilla de la piscina, su altura ayudaba a mantener su cabeza entre mis senos, lamia de un lado a otro de tal forma que no paraba de gemir, me aferre a la orilla mientras sus manos tocaban mis piernas, me levanto levemente y saco la ropa, debería sentirme avergonzada, ultrajada e incluso ofendida, pero estar sentada en la oscuridad desnuda para él, me dejo muy, muy, pero muy húmeda, él era un hombre experimentado sin duda, abrió las piernas para meter su cabeza y buscar con la lengua el punto que me hizo retorcerme de placer, era una sensación nueva en mi cuerpo, nunca antes había tenido una lengua caliente en mi sexo, me hizo subir las piernas en sus hombros, hacia maravillas con su lengua, empecé a sentir contracciones en mi vagina, gemí como loca ante el mar de sensaciones que el orgasmo me provoco.

Nunca antes había experimentado tal cosa, su delicadeza, salvajismo, su pasión me dejaron ardiendo en deseo y él estaba igual.

-quisiera penetrarte-me confeso-pero no tengo condones- sonrió avergonzado.

-tranquilo no pasara nada, lo prometo-mencione jadeando y recuperado la respiración- yo te deseo dentro.

Mis palabras parecieron calentarlo, sus manos entraron en el agua y después me tomaron de la cintura, resbale rosando su piel, mi vientre sintió el grueso miembro, suspire y lo rodee con las piernas, de una sola estocada me ensarto todo dentro, mi humedad facilito el trabajo, el agua, las estrellas, nosotros, era un movimiento rápido, desesperado, una unión que me hacía gemir sin parar, sentía su piel rosar mis paredes vaginales y eso me enloquecía, rápido, rápido, rápido, me subía y bajaba, hasta que no aguanto más, dejando mi ser lleno de semen, justo cuando yo gritaba enredando la mano en su cabello, mientras un nuevo orgasmo me atravesaba todita, deje reposar mi cabeza en su hombro, ambos jadeábamos por el esfuerzo físico.

Después de semejante acto sexual, una cubeta de agua fría cayó sobre mí, había tenido sexo con un hombre, no cualquier hombre, sino con don helado, mi jefe, quien tenía esas absurdas reglas, quien odiaba a las niñeras andar sin bata, me sentía sumamente tonta al a ver caído, ¿Qué pensaría de mí? ¿Qué opinión tendría de mi persona?, me separe algo brusca de él, sin decir nada recogí la ropa que flotaba y salí de la piscina, me coloque todo rápido dispuesta a escapar, si esto era una prueba, había caído, estaba en serios problemas.

-Kagome-me llamo por mi nombre, carajo su voz era tan masculina-yo… no sé cómo pude.

-ni yo-conteste- juro que no suelo ir haciendo esto con mis jefes.

-yo lo deseaba-murmuro nervioso- aquí el villano soy yo.

-esto pasa por dos, yo también lo deseaba- mencione girándome para verlo a los ojos.

-es la primera vez desde la muerte de mi esposa que me siento atraído por una mujer-confiesa y eso me conmueve.

-pero a donde nos lleva esto-digo un poco aturdida.

-no lo sé, dejemos que el tiempo diga no crees- habla con firmeza-mientras tanto a solas podemos conocernos Naraku y Kagome sin funciones.

En ese momento debí pensar bien las cosas, pero no, la tonta de Kagome acepto, acepto una relación a escondidas, la razón me abandono en ese momento crucial, a partir de esa noche no perdíamos tiempo para besarnos, claro lejos de la mirada de sus hijos, los tres merecían la verdad, pero conociéndolos Troya ardería, lo mejor era escondernos por un tiempo, pero ahora gracias a la seguridad surgida en Kikiu salían cada sábado por la tarde dejando una brecha intima para conocernos mejor.

- eres fantástica- comento al contarle todo lo que había hecho para levantar la agencia.

-tú lo eres más. Mira que criar a tres hijos solos-conteste sin soltar su mano sobre la mesa.

La NiñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora