Capítulo 26: Dulce, Dulce Hogar

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--¿Nora puede tener una cama de púas?

--No, Jaebum eso la mataría

--Pero una cama de púas seria genial

--¿Por qué odias a nuestros hijos?

Me giré mientras terminaba de instalar la enorme cuna en el cuarto que usaría los primeros meses para hacer dormir a los bebés aprovechando que serían pequeños y no necesitarían mucho espacio. Eso me daría tiempo para poder organizar sus futuros cuartos de apoco, sin tener que gastar mucho dinero enseguida.

En el suelo, acomodando los peluches que conseguimos, estaba Jaebum mirando un peluche de Dory que consiguió.

Me miró, pero me dedique a observar su ahora estomago de cuatro meses.

Jaebum estaba gordo, pero por supuesto no se lo diría nunca

Pasaba la mitad del tiempo acostado en la cama, y la otra mitad sentado en el suelo, sin hacer nada excepto mirar el techo, dormir o dedicarse a morder a Nemo mientras su colita se agitaba de un lado hacia otro.

Ahora quiso ayudarme a decorar el curto de los bebés, pero llevaba dos horas acomodando los peluches, y no creía que fuera a acabar pronto. Aunque no me molestaba demasiado, porque así no se cruzaba en mi camino.

--¿Puedo quedarme con Dory? -preguntó mostrándome el peluche.

Me volteé, comenzando a ordenar la ropa de los bebés en los cajones, dejando todo mezclado porque no me importaba demasiado qué color era para cada vez. Era sólo ropa, Jesús, no entendía a esos padres que se complican por buscar el color perfecto.

--No, Jaebum, todas esas cosas son para nuestros hijos, nos las regalaron para eso -repetí por décima vez en el día.

Jaebum soltó un ruido de aburrimiento, comenzando aa ordenar otra vez los peluches.

Días atrás tuvimos nuestro baby shower, antes de mudarnos a nuestra nueva casa, con todos nuestros amigos, y vecinos que teníamos. Jaebum no quería hacer nada al inicio porque odiaba estar rodeado de tanta gente, pero lo convencí con una lata de atún, aceptó sonriente.

Mi verdadero motivo para hacer el baby shower era conseguir regalos para los bebés, lo que fue un plan magnifico porque termine con juguetes y ropas de cualquier tipo para los cinco gatitos -cómo les llamaba Jaebum- que esperábamos.

--¿Y puedo quedarme con Cabo? -preguntó ahora mostrándome el peluche de pingüino.

--Jaebum, ¿quieres eso para frotarte contra ellos o qué? -pregunté pacientemente, dejando la ropa olvidada y sentándome a su lado. Siempre podía continuar mañana-. Voy a comprarte otro Nemo, no te preocupes.

Me miró con un leve puchero al mencionar a su ahora difunto peluche Nemo: el día anterior lo estuvo mordiendo y rasguñando con tanta fuerza que termino partiéndolo en dos, y no había forma alguna de que pudiera arreglar eso, haciéndolo llorar.

Lo abracé, pasando mis brazos por su cintura, y mis manos se posaron en su abultado estómago. Sintiendo los suaves movimientos de los bebés.

Sonreí, apoyando mi mentón en su hombro, escuchando su ronroneo de cariño.

--Quiero darles mucho amor a los bebés -dijo en medio del silencio-. Les daré todo el amor que mamá y papá no me dieron.

Me sentí triste al pensar en la infancia de Jaebum, en el hecho de haber pasado gran parte de su niñez en una jaula, haciendo experimentos con él, y sin conocer una caricia o alguna señal de amor. Jaebum hacía cometarios malos de vez en cuando sobre los bebés, tratándolos de molestias y chupasangres, pero sabía que en el fondo amaba a cada uno de ellos con todo su corazón.

--Vamos a jugar todo el día con ellos -le contesté sonriendo, rascando su nuca, y logré que se recostara en mi pecho.

--Nora será una niña mala -prosiguió Jaebum-, ¡hará que todos sus hermanos sean unos esclavos! Así como lo eres tú conmigo, humano.

Puse una expresión ofendida para luego comenzar a reír, escuchando la risa de Jaebum también mientras frotaba mi nariz contra su cabello.

--Hyunsik será risueño y feliz-dije pensativo-, y Hyunjin será el serio de la familia, aunque seguirá a su hermano mayor a todas partes.

Jaebum asintió, feliz por lo que estaba hablando.

--¡Jooheon estudiará mucho para tener buenas notas! -continuó mi gatito-. Y Yugi hará muchas travesuras, sabiendo que no podremos castigarlo por ser demasiado lindo -puso una expresión meditabunda-, pero no importa, yo lo castigare igual colgándolo de su colita.

Volví a reírme, negando con la cabeza, y comencé a llenar de besos la nuca de Jaebum, oyendo sus quejas entre risas.

--Ah, tendrás el premio a la madre del año -bromeé entre besos.

Jaebum soltó un ronroneo de diversión.

--Seremos una familia -dijo feliz volteándose, comenzando a pasar su lengua por mis mejillas a pesar de mis quejas-. Jinyoung es mi hogar, ¡ahora seremos un hogar más grande y con más amor!

No pude evitarlo: las comisuras de mis labios se elevaron en una sonrisa de felicidad ante sus palabras, y la abracé con cariño.

--No sabes cuánto te amo -le dije en un susurro contra su oreja.

Jaebum me dio una pequeña lamida.

--Yo también te amo -se alejó y me mostro a Cabo una vez más, empujándolo contra mi cara-. Ahora, ¿puedo quedármelo?

Esa noche, dormí abrazado a Jaebum, quien abrazaba a un pingüino como si la vida le fuera en ello.

ஜ۩۞۩ஜ 𝔐𝔦 𝔊𝔞𝔱𝔬 𝔊𝔯𝔲ñó𝔫 ஜ۩۞۩ஜ

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𝔐𝔦 𝔊𝔞𝔱𝔬 𝔊𝔯𝔲ñ𝔬𝔫 (𝔄𝔡𝔞𝔭𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora