Capítulo 52: Bebé Gatito Gruñón

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Jaebum estaba lloriqueando sobre la cama del hotel mientras forcejeaba con él.

--¡Vamos, no seas mañoso! —regañé, antes de echarme para atrás, evitando un zarpazo

--¡Eres un monstruo! —acusó, enfurecido—. ¡Quiero el divorcio, Park Jinyoung!

--¡No estamos casados, Jaebum!

--¡Lalala, no te oigo, soy un gato con orejas de pescado!

Estaban a punto de salirme canas verdes, porque sólo llevábamos dos horas en la isla y ya habíamos tenido un montón de desastres.

Primero, fue cuando salimos del baño y dos azafatas nos esperaban con expresiones en blanco, diciendo que cuando nos bajáramos debíamos hablar con el gerente del avión, pues nos prohibió para siempre volar en la aerolínea ¡por causar incomodidad a los pasajeros! ¡Vamos, como si ellos no hubieran tenido sexo alguna vez en el baño, amargados!

Luego, cuando me devolvieron el dinero de los pasajes de regreso y busque un viaje en otra aerolínea, ¡tenían pasajes para el siguiente fin de semana! ¿Es que acaso dios me odiaba? ¿Este era mi castigo por hacer llorar a Jaebum?

Tuve que llamar a mi padre para pedirle algo de dinero y sobrevivir el resto de la semana en la isla.

Y luego, cuando tomamos el taxi y Jaebum comenzó a lamer mi mejilla, me di cuenta de que lo hicimos sin condón. Y eyaculé dentro de Jaebum.

¡Oh, santo Jesús!

Tuvimos que detenernos en una farmacia a comprar anticonceptivos de emergencia, junto con condones para el resto de nuestras sesiones, ¡y ahora estaba batallando con Jaebum para que se la tragara, porque el maldito decía que era muy grande!

Claro, pero cuando se trataba de atragantarse con mi pene no decía nada.

Me siseó, mostrándome los colmillos, queriendo lucir amenazante, pero se veía un poco tierno. Muy tierno, en realidad.

--Jaebum, tienes que tomártela —le dije, optando por persuadirlo—, no queremos más bebés, ¿cierto?

--Podríamos tener otros cinco —jadeó, mientras mi rostro se llenaba de horror—, Nora necesita una hermanita.

Decidí usar la psicología inversa. Con Jaebum siempre servía.

--Oh, sí eso suena genial —dije, soltándolo—, otra princesa para poder mimar junto a Nora, ¿es hermoso, no-? ¡AH!

Jaebum se lanzó contra mí botándome al suelo, desesperado, sus manos agarrando mi muñeca para quitarme la pastilla.

--¡Dámela! ¡DÁMELA, MALDITA SEA!

Chillé cuando mordió mis dedos.

Solté la maldita pastilla mientras lloriqueaba por el dolor en mis dedos, y Jaebum se lanzó agarrarla, soltando un maullido. Fue algo como:

--¡MIAAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUUUU!

Se la echó a la boca y la tragó sin agua, viendo su expresión arrugarse por el sabor de la pastilla, sacando su lengua después mientras fruncía su naricita.

Me habría parecido adorable si mis dedos no siguieran adoloridos por la mordida.

--Eres el peor novio del mundo —sollocé, rodando por el suelo—. ¡Me dará la rabia ahora!

--¿Qué estás diciendo? —preguntó Jaebum subiendo a la cama.

--¡No te he vacunado! —me senté espantado—. ¡JAEBUM, PUEDES TENER SARNA!

Me lanzo un cojín, su rostro enfurecido por mis palabras, y la almohada golpeó mi rostro sacándome un nuevo grito.

Cuando nos tranquilizamos un poco me puse de pie, observando mis dedos mordisqueados, viendo como Jaebum comenzaba a preparar su nido nido para dormir. No entendía muy bien esa manía que tenía, pero solía acomodar los cojines durante minutos hasta convencerse en algún punto y ponerse a dormir. Lo hacía más aún cuando los niños dormían con él, procurando que tuviera mantas suficientes como para que no pasaran frio.

𝔐𝔦 𝔊𝔞𝔱𝔬 𝔊𝔯𝔲ñ𝔬𝔫 (𝔄𝔡𝔞𝔭𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora