𝔐𝔦 𝔊𝔞𝔱𝔬 𝔊𝔯𝔲ñ𝔬𝔫 (𝔄𝔡𝔞𝔭𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫)

Capítulo 47: Perdidos

Perdón por tardar tanto.

(ง︡'-'︠)ง ᴍɪ ɢᴀᴛᴏ ɢʀᴜñóɴ (ง︡'-'︠)ง

Ahora, ustedes de seguro se preguntarán, ¿cómo demonios se te pueden perder cinco niños de casi cuatro años en un centro comercial sin que te des cuenta?

Y yo lo único que les puedo decir es...

¡Buena pregunta!

Miren, todo comenzó cuando terminamos de almorzar y partimos para buscar ropa para los demonios. Necesitábamos pantalones, playeras y sudaderas porque estaban creciendo muy rápido y todo les estaba quedando pequeño, lo que me fastidiaba un montón, ¿acaso no podían quedarse enanitos para siempre?

Por lo que partimos a una tienda para ropa con niños, pero resulta que cuando llegamos al segundo piso me detuve a mirar una chaqueta.

--¡Vamos, papa Nonggie! —dijo Hyunsik impaciente, tirando de mi mano.

Lo soltó, revolviéndole el cabello.

--Si, enseguida, dejen que vea algo —me acerqué a la vitrina, encantado por esa chaqueta que se vería genial en mi cuerpo bendecido por los dioses.

--¡NOOOOOO, vamoooooooooos! —alegaron ellos enojados.

--¡Serán sólo unos minutos! —repliqué entrando a la tienda, esperando que ellos me siguieran.

Ahora, merezco el premio al padre del año porque no me di cuenta de que no estaban quince minutos después, cuando estaba pagando mi nueva chaqueta.

¡Oye, al menos tenia eso!

Me volteé para verlos, diciéndoles algo sobre lo feliz que era con mi nueva chaqueta, y vi que ningún niño estaba frente a mí.

Mi sonrisa se tambaleó, pero mantuve la calma, mirando por el resto de la tienda y esperando que mis bebés estuvieran jugando en donde estaba la ropa de niños. Sin embargo, no vi a nadie.

Aclare mi garganta, mirando al vendedor.

--Disculpé —le dije, llamando su atención—, por casualidad ¿no había visto a unos niños aquí? Niños que parecen gatitos.

El hombre frunció el ceño.

--Caballero —dijo—, entró solo al local.

Pestañeé, sacudiendo mi cabeza.

--No—dije, inseguro—, había cinco niños detrás de mí.

El vendedor se giró hacia su compañera.

--Sunmi, joven aquí presente entró sin nadie más, ¿cierto?

La chica me miro.

--Si —contesto con certeza—, entró hablando solo y pensamos que traía un mano libre —me miro como si quisiera disculparse—. Es que viste muy elegante, señor.

¡Es un estilo que nadie entiende!

Agradecí con velocidad para salir del local corriendo, espantado porque mis pobres angelitos no estaban conmigo y eso sólo significa una cosa.

¡JAEBUM IBA A MATARME!

Y, claro, mis bebés estaban perdidos.

Pero más importante aún era que JAEBUM IBA A MATARME.

Salí al pasillo del centro comercial, lleno de gente, y miré a todos lados sin ver rastro algún de mis niños por ninguna parte. Mi primer impulso fue ir donde un guardia, dar aviso de que cinco demonios de Satanás estaban sueltos y que cerraran el lugar antes de que escaparan, pero me dije que no era buena idea.