Capítulo 49: Sorpresa

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--¿De qué estás hablando, Jaebum?

Jinyoung me miraba como si me hubiera crecido una segunda cabeza.

Mi garganta picó y quería llorar en ese momento por la situación.

--Eso —dije con voz débil—. ¿Me estas engañando con Ye-eun?

Pude observar como sus ojos se suavizaron en compasión y puso una expresión triste. Ay no, iba a soltarme todo ahora...

--Jaebum, ¿Qué tal si llamo a Mark para que cuide a los niños? —preguntó con tono suave—. Así podemos hablar a solas.

Oh por dios, iba a pedirme que me fuera y no viera más a los niños.

Me puse a llorar sin control ahora. Su rostro cambio a uno de pánico.

--¿Me vas a dejar? —sollocé, volviendo a hipar maullidos—. ¿Ya no me quieres?

--Jaebum, ¿por favor, puedes...?

Lo empuje, alejándolo de mí.

--Necesito aire —jadeé, queriendo huir lejos de allí.

--No, necesitamos hablar, bebé —contestó, siguiéndome.

--¿Bebé? —farfullé, incrédulo—. ¡Anda a hablar con Ye-eun, idiota!

No escuche su respuesta porque salí de la casa con pena, enojo y llanto, incapaz de controlarme porque no quería escuchar a mi novio decir que no me amaba como antes, que quería y era mejor que yo me fuera. Si Jinyoung me llegaba a decir eso, yo era capaz de sacarle los ojos para luego llorar sobre su ensangrentado cuerpo por la pena.

Y sí, eso suena malditamente asqueroso, pero estaba histérico y asustado con mi corazoncito de mazapán roto.

Terminé llegando a un parque cercano de nuestra casa, hipando, maullando, lloriqueando, y limpié mi nariz con las mangas de mi suéter, mi colita metida entre mis piernas, y me quedé allí por lo que parecieron horas, tratando de calmarme y recomponerme un poco. Cuando me sintiera mejor, podía volver a casa, romperle el bonito rostro a Jinyoung y llevarme a mis bebés de allí. Probablemente invadiría la casa de Youngjae, pero bueno, iba a tener que aguantarse.

Me tensé cuando vi que una persona desconocida se acercó a donde yo estaba.

No me gusta salir a solas. No luego del episodio traumático que viví cuando era más niño, con ese viejo verde queriendo abusar de mí, y siempre que podía lo evitaba. Tuve que aprender de a poco a enfrentarlo, porque sabía que Jinyoung no iba a poder estar siempre para ayudarme, sin embargo, eso no significaba que fuera más fácil con el pasar de los años.

El recién llegado me miró y solté un siseo de advertencia al notar que era otro hibrido de gato, otro macho como yo.

Debía tener mi edad, con cabello cortito y orejas de color café al igual que su pelo. Sus ojos eran expresivos y dulces.

--Estas en mi banco, gato roñoso.

Hasta que hablo, por supuesto.

Parpadeé, mirando el rostro de ese feo gato, y le mostré mis dientes en señal de amenaza.

--¿Tu banco? —pregunté con un bufido—. ¡No tiene tu nombre, inmundo animal!

Me siseo en respuesta.

--¡Si lo tiene! —protestó, apuntando a unos rasguños que tenía sobre una de las maderas—. ¡Ahí dice ChenChen!

Me senté sobre el nombre.

𝔐𝔦 𝔊𝔞𝔱𝔬 𝔊𝔯𝔲ñ𝔬𝔫 (𝔄𝔡𝔞𝔭𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬𝔫)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora