Capitulo 2: Te envió esto.

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"¿Pero que? Esta niña debe confundirme, seguramente esta perdida o es un plan del medio de comunicación para destruirme, si es así ¿cómo es que conoce a Anabeth?"

-¿disculpa?
-lo ciento, pero creo que seria mejor hablarlo en un lugar mas privado.-dijo la chica tímida y haciendo una extraña mueca. Al igual que Anabeth solía hacerlo. John se dio cuenta.
-de acuerdo, ven acompáñame.-ella asintió y lo siguió hasta la puerta de salida. Algunos peleadores y peleadoras los miraban confundidos y otros le sonreían con cinismo y burla. La joven se sentía pequeña e intimidada.
Como carne roja para hambrientos tiburones.
Llegaron frente a un lujoso auto de temporada. Que genial auto. John hizo una señal para que subiera y esta lo obedeció . Salieron detrás de las instalaciones y fue ahí cuando la joven recordó algo importante.
-mis maletas están con Frank, ¿puedo ir por ellas?- preguntó la joven tímida. John frunció su ceño.
-¿quién es Frank?
-el conductor del taxi en el que vine.
-¿y ya sabes su nombre?-levanto una ceja.
-soy muy amigable-se encogió de hombros.
-bien, ve por ellas...te espero aquí.-lo joven asintió y volvió a salir del auto. John la vio salir hasta acercarse a un taxi que se aparcaba a pocos metros de distancia. El taxista sonrió a la chica y le ayudo a sacar unas cuantas maletas de la cajuela para luego despedirse con un abrazo y acercarse nuevamente con el.

John veía todo desde la ventanilla y se preguntaba, ¿por qué no solo huía? ¿Por qué la esperaba? ¿En cerio quería saber sobre Anabeth Coleman después de tantos años? ¿Que hacia esa joven con el?

Sin darse cuanta, tenía a una joven de ojos turquesa frente a el. Noto que ella no sabia que hacer con las maletas, segundos después reaccionó. Bajo del auto y le ayudo a guardas las maletas en la cajuela, ambos subieron nuevamente al auto.
-¿tienes hambre?-preguntó John lo primero que le vino a la mente.
-mm,solo una poca-contestó tímida. El asintió.
-iremos a cenar y después me dirás todo, ¿de acuerdo?-propuso John, la joven asintió.
-de acuerdo.
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John miraba con asombro y desconcierto como la chica comía y comía. Parecía que no había comido en siglos, o talves mas. ¿Desde cuando no había comido? Tomo un sorbo de agua y siguió mirando a la joven.
-¿solo una poca?-preguntó divertido. La chica detuvo la cuchara en el aire, avergonzada.
-lo ciento, no he comido desde que partió el avión de Kentucky.
-¿viajaste desde el otro otro estado, solo para verme?-preguntó desconcertado. Eso era increíble.
-si, solo quería conocerte-se excusó la joven.
-¿cómo conoces a Anabeth?
-es mi madre.-respondió.

John se encontraba mas confundido y desconcertado. No sabia que pensar y mucho menos que decir. Nunca en su vida se imagino que Anabeth tendría una hija, tal vez si pero tampoco pensó conocerla. No se veían en mucho tiempo. Y después recordó, el era su padre. O al menos eso era lo que ella decía, ¿cómo podía confiar en una niña?

Había sido ase mucho tiempo. Diez y siete para ser exactos. Se parecía tanto a su madre, los mismos rasgos faciales y la misma sonrisa. Idénticas.
-creo que eso ya lo sabias.-respondió la chica con una sonrisa divertida.
-¿ella esta contigo?-preguntó nervioso. Y era la primera ves que lo hacía notar y frente a una niña.
-no, esta de viaje a Sudamérica por trabajo.-contestó la joven.
-¿y te envió sola? ¿Porque no vino contigo? ¿Sabe que solo eres una niña?-se encontraba alterado. Nunca se imagino tanta desconsideración de su parte.
-no sabia cual seria tu reacción y tenía miedo, no se encontraba preparada.-la defendió.
-¿y que hay de mi? Al menos, ¿pensó si yo me encontraba preparado?
-te envió esto.-la chica busco entre su bolso algo en especial y al encontrarlo lo estiro hacia John. El tomo la pequeña carta de color beige.
La chica siguió comiendo mientras que John veía la carta.
La carta contenía su nombre con una linda letra cursiva de color negro.
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Querido John:
Talves te tome por sorpresa el echo de que tienes una hija y te pido disculpas por habértelo ocultado por mucho tiempo. Tengo motivos y no creo que lo comprendas ahora y no espero mas.

Su nombre es Natalya, es muy parecida a ti en muchos aspectos. Ella es especial y si le das una oportunidad de conocerla, sabrás lo maravillosa que es. Discúlpame el echo de no haberles presentado personalmente, pero requiero de tu ayuda. He viajado por asuntos de empleo y no he podido viajar con ella como hubiera querido, solo te pido que cuides de ella por el tiempo que estoy fuera, se que es mucho pedir y muy hipócrita de mi parte el reaparecer después de diez y siete años, solo te pido que la cuides por unos meses mientras no estoy.

Nuevamente te pido disculpas y prometo cuando este de regreso hablaremos personalmente.

Te quiere, Anabeth.
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John suspiro frustrado y la misma vez furioso, después de tantos años lo único que recibía de ella era una ¿carta? Esperaba mas de ella. Algo como una llamada, no, eso no era suficiente.
Volvió su mirada a Natalya quien seguía por el postre. Si que comía esa chica. No tenía de otra, tenía que cuidarla. No podía dejar desamparada a una niña después de todo.

Si Anabeth se lo había pedido, tuvo que haber un motivo de intermedio. No conocía ningún familiar de Anabeth que viviera en Estados Unidos y esa debía ser la razón, que por lo que había leído, Anabeth no había tenido planes de presentarle a su hija.
Su hija, que raro sonaba eso. ¿Cómo se aseguraba que ella no mentía?
Una prueba de paternidad, eso lo arreglaría.

-¿así que, Natalya?
-si, aunque la mayoría de mis amigos me dice Nathaly .-respondió la chica.
-muy bien, Nathaly iremos a mi casa y platicaremos, sobre este extraño día.-La chica asintió dejando el tenedor aun lado.-bien, pagaré la cuanta y nos iremos.

Aprendiendo a ser Padre. «John Cena»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora