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A la mañana siguiente, Baekhyun preparaba a Chanyeol para su pelea en la arena romana, ese día se enfrentaría a uno de los gladiadores del Emperador Choi y el miedo se sentía en el aire. El alfa estaba ansioso, algo preocupado por lo que pudiese suceder, y más al ver a su pequeño omega ponerle su armadura con las manos temblorosas.

—Debes cuidarte mucho —murmuró el omega acariciando por última vez la armadura sobre el cuerpo de su amante.

—Te veré más tarde.

Eso sonaba muy bien, pero, ¿qué tan cierto era?

Baekhyun estaba aterrado al pensar que su pareja estaría en grave peligro apenas pusiese un pie en la arena. Aun así, Chanyeol lucía una sonrisa forzada cuyo fin era tranquilizar al omega, mas no parecía estar surtiendo efecto alguno. El rostro del joven estaba marcado por la angustia, sus rosados labios estaban fruncidos al igual que su ceño, sus ojos lucían decaídos, y ese aspecto era algo que Chanyeol no quería volver a ver jamás.

—¿Mi amor, pasa algo? —le preguntó finalmente de forma directa y contundente.

—No me gusta que mates gente —murmuró con la cabeza gacha.

—¿Prefieres verme cubierto de sangre de otros, o de mí? ¿me quieres muerto? —inquirió con voz lastimera.

Sus preguntas crearon lágrimas gruesas que se acumularon en los ojos del joven omega hasta que se desbordaron en un caudal continuo que le partió el alma a Chanyeol.

—No, yo no quiero que tu...

—Shh, lo sé, pequeño omega, pero no hay otra forma en la que salga vivo de esto si no es asesinando a mi oponente.

Baekhyun lo sabía, era obvio, no existía otra alternativa y eso era mortificante. Después de todo, Chanyeol era un gladiador, debía pelear para comer y asesinar para vivir. Si las circunstancias fuesen otras, seguramente Chanyeol nunca se atrevería a levantar una espada en contra de una persona.

—Voy a estar bien —le aseguró—, porque siempre que peleo te veo a ti, y es el único aliciente que necesito para volver a tu lado.

—Ahora tienes a tu hijo, también.

Y ese tema aún no lo hablaron, era delicado y las resoluciones no estaban tomadas.

—Y eso sólo te asegurará que volveré.

Chanyeol entró en la arena sintiendo el sol tocar su piel furiosamente; y encontró en medio del coliseo a su oponente, un hombre corpulento, un tanto más alto que él mismo que sujetaba un arma de gran tamaño, semejante a un machete, cuyo acero resplandecía con el sol en brillo mortecino. El alfa tragó grueso. Denotando las cualidades físicas del hombre, no era de extrañar que fuese uno de los mejores gladiadores del Emperador.

Los sonidos de tambores anunciaron el inicio de la contienda, e inmediatamente el robusto gladiador del Imperio blandió su arma en pos de dañar al lobo. Los gritos incentivando al hombre eran histéricos, ensordecedores hasta el hastío.

En el palco, el Emperador tenía a su esposo sentado sobre su regazo en su intento por calmar la ira que dentro del consorte surgía por estar presente en tan deplorable demostración de brutalidad humana. Y a pocos metros estaban los Señores Di Genova junto a un par de sus sirvientes, Kibum y Baekhyun.

—Si vuelves a arrastrarme a tu maldito coliseo, Minho, puedes considerarte libre de elegir nuevo marido —farfulló Taemin removiéndose sobre el regazo de su esposo.

Amor en la arena de Roma (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora