No había mucho que hacer, después de todo fue mi voto el decisivo.
Me encontraba recostada en el sofá de cuero sintético, mirando mis uñas mientras pensaba.
Dahlia estaba con Richard, jugando en el jardín.
Ella crecía rápido, pese a no ser sangre pura.
Yo la amaba, también a Ethan y a Richard.
Eran mi todo.
Y tenía miedo de que Alexsandra hiciera algo contra nosotros.Intenté esfumar aquellos pensamientos de mi cabeza y fui donde Richard, quien ahora se encontraba también con Ethan y Francia.
Ambos eran muy amigos.–¡A que no me atrapas!.- gritaba Ethan a Francia quien seguidamente comenzaba a perseguirlo.
Luego también se unieron las gemelas, Viviana y Mariel. Y seguido a ellas Verónica.
Cuando Ethan vio a Verónica no volvió a apartarse de su lado y prácticamente jugaron solos.
Era muy tierno mi hijo.
Pero Dios, era muy protector con esa niña.Cuando el cielo comenzó a oscurecerse, el césped comenzó a iluminarse gracias a las luciérnagas que salían de sus escondites,
hace mucho no las veía.Los niños comenzaron a jugar con ellas, intentando atraparlas.
Lo cual me hacía reír.–Ya... Niños, con cuidado. Las pueden lastimar.
Ethan y Verónica hicieron un puchero. Pero aún así dejaron a las luciérnagas en paz.
Al acabar de conversar y jugar, entramos a nuestras habitaciones.
Esta vez dejé que Dahlia durmiera con nosotros, ya que estaba un poco angustiada con lo de Alexsandra.
La cual llegaría mañana temprano.–Estás nerviosa.- dijo Richard, examinándome con la mirada.
–Te mentiría si dijera que no.
Richard se acercó a mí mientras tenía a una Dahlia a medio dormir entre mis brazos.
Pasó sus manos alrededor de mi cintura, lentamente. Y luego comenzó a besar desde mis hombros hasta mi cuello, dando besos gentiles pero cortos en ellos.–Estaremos bien...-susurró.
Aquellas palabras me ayudaron a calmarme un poco, y recosté a Dahlia entre nosotros; poniéndola en una especie de "nidito".
Creo que fue la primera vez que dormía tan bien en años, aquella tranquilidad que me entregaba mi pequeña y Richard. No se podía comparar a nada más.
***
A la mañana siguiente Alexsandra llegó.
La verdad es que pasó lo predecible, Arkan y Ágata se decidieron por darle una habitación en la mansión principal.
Según ellos para tenerla más "vigilada".No vi en ningún momento al niño, no al menos hasta la hora de almuerzo.
–¡A comer!.- gritó Ágata desde el comedor.
Rápidamente el mismo se llenó de gente, en una larga mesa de madera.
Alexsandra fue la última en llegar.Se veía demacrada, su piel morena ya no tenía el mismo brillo de antes. Su cabello se veía seco, y qué decir de los ánimos que esparcía.
–Hola.- dijo en seco la susodicha. Y dulcemente Ágata le acomodó una silla para que se sentara.
Alex se sentó y se quedó mirando la comida, como sí no hubiese comido en días. Se veía... Feliz.
Comimos como todos los días, Y aunque Alexsandra no hablaba mucho.
Ya podía suponer que no había estado del todo bien últimamente.–¿Y tu hijo?.- preguntó Cristal, intentando ser amable con la recién llegada.
–Está en la mesa de infantes.- respondió.
De un momento a otro recordé a Dahlia, y sin decir nada corrí hasta la sala vecina, sólo nos separaban una pared de la otra. Ya que no habían puertas de entrada.
Corrí preocupada.
Y todos me quedaron viendo.
Juraría haber escuchado a Richard suspirar...Al asomarme a la mesa de infantes vi al niño. Era como ver a Taylor pero versión niño.
Era menor en edad humana que Dahlia, pero parecía tener ya unos 4 años.
Estaba comiendo sentado al lado de Verónica y Dahlia.
Me acerqué tranquilamente y los ojos de los pequeños se posaron en mí.
Pero la única que me incomodaba era la de él.–¡Hola Meg! .- gritaron los niños sonriendo.
–¿Se divierten?
–¡Sip! .-respondió Ethan
–¡Taylor es muy divertido!
Mis ojos se abrieron de par en par.
¿Dijo Taylor?
¿No se llamaba Andrew?–Disculpa. ¿Qué dijiste?.- me dirigí hacia Verónica.
–Que Andrew es muy divertido
Quizá estaba escuchando cosas...
Sentí una mano sobre mi hombro la cual me indicó que me girara.–¿Estás bien?.- preguntó Sebastian algo preocupado, para luego tomar en brazos a su hijo Philip.
Que ahora que lo pensaba... Casi siempre estaba en la mansión secundaria con Cristal.–Creo que tengo muchas cosas en la cabeza... Quizá debería ir a entrenar.
Sebastian asintió con la cabeza y apuntó hacia la entrada.
–Aprovecha de ir con Richard, yo cuido de los niños.- esta vez me guiñó el ojo al acabar de hablar. Indicándome a Andrew.
Sebastian era prácticamente el mejor amigo de Richard y también el mío.
Era un gran amigo.
Y el único que me entendía bien.Asentí con la cabeza y caminé hasta la salida sin antes disculparme con los presentes en el comedor, inventé la excusa de que había olvidado pedirle algo a Ethan. Aunque pocos me creyeron.
Fui en dirección a la mansión secundaria junto a Richard.
El camino se me hizo muy largo y silencioso.
Cuando estábamos a punto de llegar... Lo escuché.–Meg...
Por fin habló.
–¿Has olvidado a Taylor?... Tengo miedo de que... Si él tiene recuerdos de su vida pasada... Que te vayas de mi vida.
Paré de caminar en seco.
Y luego él también paró de caminar.–Richard... -lo abracé, juntando mi rostro con el suyo, y le vi directamente a los ojos.
–Mi mundo eres tú...
Luego de aquellas palabras le besé en los labios. De manera fugaz.
Quizá no tan duradera...
Pero demostraba todo lo que sentía en el.El día siguió tranquilo, entrené con Richard. Ya que quería aprender a utilizar el arco.
Y bien...
No fue un mal día.
Intenté no estar muy cerca de Alexsandra.
No le temía ya, pero sentía que... Algunos malo iba a ocurrir.
¿Sexto sentido?
Quizás.Por otro lado, Andrew en verdad era una ternura, trataba muy bien a Dahlia y a los niños en general.
Incluso se ofrecía para ayudar en labores en la mansión.
Quizá debería despreocuparme mientras sea pequeño...
Después de todo¿Qué puede hacer siendo tan pequeño?
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Les aviso que el siguiente capítulo deberán leerlo 👀❤ Porque será algo bien entretenido.
Por otro lado, muchas gracias por seguir la historia 💕
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"Encadenada por mi mate" #CLDW
Werewolf-Tú eres mía, no puedes escapar de mí. Su voz me abrumaba, aquel que en algún momento amé ahora me miraba con desdén. Sin emociones. Me aterraba, debía huir. Mi vida corría peligro. -No puedes tenerme siempre encadenada a ti. Esta vez le respondí d...