Capítulo 11

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¿Sabían que Taylor le tiene miedo a lo gatos?
Pues yo no.
Es decir, ¿quién en su sagrada vida le tendría miedo a los gatos? Pues bueno, mi Taylor.


Todo comenzó luego de lo ocurrido con Richard

Pov Megan

Decidí que lo mejor sería despejar mi mente de todo. El cuarto día tardaría en llegar, y necesitaba descansar un poco de todo esto.

Caminé por los límites de nuestras tierras y me dispuse bajo  un árbol de encino, un árbol que fácil debía medir unos 25 metros de alto y que su sombra lograba acaparar bastante.

-Creo que... será un largo día...- Musité algo exhausta y luego comencé a ver en dirección a la mansión. 

Los chicos se veían alborotados, la primavera parecía afectar mucho en sus hormonas, lo bueno era que al menos el 90% de los integrantes de la manada tenían mate, entonces lograban mantenerse a ralla. En cambio, Richard... Él era uno de los pocos que no lograba esto.

Cerré mis ojos y acomodé uno de mis brazos sobre estos para descansar. Pero a los minutos después de esto escuché a Richard.

-Luna... 

Ahora que lo pensaba, no muchos me llamaban Meg

-¿Qué quieres Richard?

-Lo siento.- Musitó un tanto incómodo mientras sentía que se sentaba a mi lado.

-No tienes porqué decirlo, te entiendo.- Tras decir estas palabras, quité mi brazo de encima de mi rostro y lo miré sonriendo, por lo cual él también correspondió.

-Mi mate... Falleció cuando nació.

-¿Qué?

-Tengo más de 150 años, Meg. Taylor también. Nosotros los hombre lobo somos casi inmortales en temas de la edad, sólo podemos morir por heridas graves o algo sobrenatural.

-Lo siento...

-No tienes porqué decirlo, yo... La estuve esperando por años, jamás lograba encontrarla. Y cuando lo hice... Ella apenas había nacido. La lanzaron al bosque. La abandonaron. Taylor me ayudó a cuidar de ella, sabía que era mi mate. Lo sentí. Pero... No sobrevivió. Había estado mucho tiempo sola... Y ahora, no sé cuando vuelva a encontrarla.

La historia de Richard me desgarraba el alma ¿Quién era tan miserable como para abandonar a una bebé? Pero ya nada se podía hacer.

-Tú te pareces a ella. Tu cabello, ojos... Cuando te vi por primera vez no quise digerir que eras la mate de Taylor, Meg. Yo me enamoré de ti.

La conversación comenzó a tornarse algo incómoda. Y lo único que sabía hacer era jugar con mi cabello, luego de unos minutos de silencio Richard soltó un suspiro, pero justo mientras esto pasaba también se sintió un maullido.

-¿Escuchaste?.- Musité
-Si, parece venir de...

Ambos levantamos nuestra vista, entremedio de las ramas del gran árbol se encontraba un gatito blanco de ojos amarillos, parecía a simple vista tener un collar rojo. Pero estaba tan sucio que parecía abandonado hace meses.
Mientras pensaba en cómo lo podríamos quitar de allí, Richard se me adelantó y comenzó a escalar el árbol hasta lograr bajar al gatito.

-Oh, es una gatita... Que linda, nunca he tenido gatos o perros. A mamá no le gustaban.- Ya estaba teniendo en mente quedármela, pero al ver a Richard con aquella mirada de, no de esperanza. Pero si de entendimiento mientras la acariciaba. Me hizo ver que sería una buena compañía para él.

-Creo que le agradas... ¿Cómo la llamarás?

-Creo que Estela es perfecto para ella...

***

Comenzamos a ordenar las cosas para Estela en la cocina de la mansión, puesto que era uno de los lugares más grandes y con menos espacio en uso. 
Entre eso, llegó Taylor con una gran sonrisa en el rostro y con varias bolsas, había comprado cosas para el bebé.

-Mi Luna!!! Compré unas-....
-QUITA A ESA COSA DE AHÍ!!!!

Rápidamente Taylor me agarró de los brazos y quitó cerca de la pobre gatita que miraba sin saber que había hecho... Puedo atreverme a decir. Que Taylor me usó de escudo.
Y creo que olvidó que venía con bolsas de compras, porque al instante quedó todo desparramado en el suelo de baldosas.

-Ahmmm... Taylor, Estela. Estela, Taylor. Será la compañía de Richard.

Parecía que iba a decir algo, pero al escuchar que sería de Richard prefirió no hablar y sólo asintió con la cabeza. Creo que habría sido un lío quedármela.

-Bien, pero que no se acerque a mí.

-Ni que te fuera a comer, Taylor... Es una gatita.

-Si PERO... Pero... Hmm. Buen punto. De hecho, creo que sería más probable que yo me la comiera.

-TAYLOR.- Dijimos en un tono de voz alto al mismo tiempo Richard y yo, lo cual causó que al instante Taylor se riese.

-Es broma, es broma.

No creo que Taylor odie a los gatos, pero quizá jamás había conocido a uno de cerca, después de todo. Días después de que Estela se uniera a nosotros él comenzó poco a poco a acercarse más a la pequeña gatita, hasta que un día me lo encontré con Estela en brazos mientras le hablaba como a un bebé.
Deberían haberlo visto, no sé de que tanto le hablaba, pero la pobre gatita tenía cara de no entender lo que sucedía, ella sólo quería comida. 


Creo que le veía a Taylor cara de comida.

Después de todo, cada vez que él iba a la cocina, significaba un lío. Un lío con comida claro, así que cada vez que una clase de cocina no resultaba bien, Estela se comía todo.
 Y bueno... Digamos que pasaba muy seguido.
Tal vez debería dejar esas clases de cocina...

"Encadenada por mi mate" #CLDWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora