1O 장

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« L I S A »

Me sequé las lágrimas y esta vez, de verdad me obligué a dejar de llorar al menos por unos minutos.

Jungkook se quedó mirándome, no sabiendo si debía o no acariciar mi mejilla para atrapar alguna que otra lágrima que se haya escapado.

Mi mamá, Marcelo, Tae, Jennie, y todos los demás, ya se habían ido. Claro que no me querían dejar sola, pero les dije que estaba bien y que me iría acompañada de todos modos.

Era extraño estar con Jungkook, mucho más en un momento como este. Después de tanto tiempo, ya había perdido la costumbre, y ahora estar a su lado me provocaba nervios y ansias, como cuando a penas nos estábamos conociendo.

Ya comenzaba a oscurecer, y el frío aumentó bastante, y entonces decidí que era momento de irme, aunque de verdad no quisiera.

-Creo que ya tengo que irme.

-Vamos que te llevo.

-No, tengo mi auto y.. -me interrumpió.

-No puedes manejar estando embarazada, no es seguro. Además si no me equivoco se lo llevó tu mamá. -suspiré.

-Ella siempre encuentra el modo de no hacerme manejar.

-Y hace bien.

-Pero no quiero molestarte. Ya hiciste suficiente, mejor me voy en un taxi..

-No voy a dejar que te tomes un taxi, eso no va a pasar y deberías saberlo ya.

-Pero..

-Lisa, déjame llevarte, déjame seguir dándote cariño cuando más lo necesitas.

Solo sonreí y asentí. Pero en realidad tenía ganas de volver a preguntarle por qué decidía hacer todas estas cosas ahora y no antes, cuando también lo necesitaba.

Que diferente hubiera sido todo si él jamás tomaba ese avión. Si él hubiera sido lo suficientemente fuerte para quedarse al lado mio en mi peor momento, y soportarlo todo hasta que volviéramos a ser los mismos.
Faltaba tan poco. Había pasado todo lo peor, solo estaba a un paso de recordarlo todo... y él se fue.

Sacudí la cabeza quitándome las imágenes del pasado de la cabeza, mientras caminaba al lado de él hacia la salida y de ahí, a su auto.
Era un auto muy bonito. Ese que me dijo una noche que se compraría cuando terminara su carrera y comenzara a trabajar, uno mucho mejor que el que le regalaron para su cumpleaños número 18.

Me abrió la puerta del lado del acompañante y yo me subí, agradeciéndole por el gesto. Luego esperé a que se subiera a mi lado, en absoluto silencio.
Me sentía tan triste por dentro, pero a la vez... había algo extraño, un pequeña pizca de emoción, de curiosidad... No sé, quizás sea porque estaba todavía muy sorprendida por las vueltas que daba la vida, todo el maldito tiempo.

Él se sentó al lado mio e hizo arrancar el auto, prestando atención a lo que hacía y no a mi.
Entonces se vinieron a mi cabeza los recuerdos más feos que teníamos juntos. El maldito accidente, cuando me quité el cinturón para besarlo y entonces todo se sacudió y por último todo se puso negro.
Me temblaba el cuerpo cada vez que me acordaba de eso, porque parecía que cada vez que lo hacía, recordaba un nuevo detalle que no sabía que existía y todo se volvía peor.

-Lisa, ponte el cinturón de seguridad, por favor.

Agarré el cinturón y lo crucé delante de mi pecho, todavía sintiéndome algo atormentada por los recuerdos, y fingiendo que las manos no me temblaban en absoluto.

Memorias • LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora