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HAHA, no. Eso debe de ser broma.

—¿Pero que dices tío? ¿Te has tomado las pastillas?— Dije soltando una pequeña risa a lo que Ruben me gruñó.

—¿Te estas tomando esto como si causara puta gracia?— me miró serio.

Ya me estaba asustando, es verdad, Rubén no mentiría con estos temas, pero Luzu no es tan depresivo para llegar a cometer suicidio. Nos quedamos en silencio, yo estaba intentando decir algo, pero Rubén me seguía mirando con desprecio.

—¿¡CREES QUE ESTO ES UNA PUÑETERA BROMA!?—

Me exalté por su tono de voz, y este me tomó de la mano llevándome a la plaza central. Esto no era broma, allí estaba el cuerpo de Luzu, inmóvil recostado en el suelo. Su cuerpo estaba completamente destrozado, las piernas cayeron y se torcieron al lado contrario dejando ver algo de los huesos mezclados con la carne viva de su cuerpo. Por alguna razón le faltaba una mano y no se podía ver su rostro. El suelo se iba trasformando en un charco de sangre, con pequeños caminos de esta llegando a parar en mis pies, manchando mis tenis blancas. Por lo que suponía, este se había aventado por una plataforma que estaba muy alto en el cielo.

Todos los chicos miraban la escena aterrorizados por la brutalidad de esta, al llegar todos llevaron sus miradas hacia mi, volviéndome el nuevo centro de atención.

—¿No dirás nada?—

¿Por que todos me odian ahora? Samuel me miraba enfadado con una lagrimas en los ojos cuando pronunció aquellas palabras con un tono grave de voz, yo estaba confundido y no podía musitar ni una palabra. Quería llorar, pero mi nueva actitud me hacía verme un insensible en público, por lo que retrocedí observándolos a todos para luego correr nuevamente hacia mi casa en búsqueda de mi propio consuelo.

Por tu culpa el se fue...¿No? (Luzu y Auron.) (T.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora