Kyungsoo dejo escapar un gemido de angustia cuando se miro al espejo. Las frías luces del lavado del estadio de Seul World Cup no eran precisamente favorecedoras, pero no había duda de que estaba lívido; el único color en su rostro el de la sombra azul en contraste con los ojos enrojecidos. No, no era buena imagen.
Preferiría enfrentarse con un pelotón de ejecución antes que con los reporteros de todos los periódicos y revistas deportivas del país, pero no tenia elección. Su padre, junto con todos los demás miembros de la federación coreana de rugby, estaba allí y esperaría que la presentación fuera perfecta.
Con sus manos temblorosas, se puso un poco de bálsamo para labios y los apretó, recordando el beso con Jongin la noche anterior... No.
No podía pensar en eso cuando tenía que salir allí y mostrarse como un profesional, no una criatura salida de la cripta. No era el momento de seguir haciéndose preguntas, como había hecho durante toda la noche.
¿Por qué había sido tan tonto?
Dejar que lo humillase y lo rechazase una vez mas era completamente absurdo, intolerable. Debía de estar loco, pensó. Pero no fue capaz de evitarlo. Había sido igual que seis años antes, cuando lo dejo solo en el invernadero de Harcourt Manor. Entonces se había quedado en un estado de suspensión mental. Había leído que el miedo y la angustia podían hacerle eso a una persona. Durante seis años había seguido adelante con su vida, como una persona normal para todo el mundo: un chico sano y con éxito, de modo que hasta los más cercanos a él, incluso su hermano Baekhyun, no sabían que detrás de esa fachada de normalidad estaba helada, como si su reloj vital se hubiera detenido, hasta la noche anterior.
Guardando el bálsamo para labios en su maletín, se llevo las manos a la cara cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.
<<Los chicos duros no lloran>> solía decir su padre. Cuando Kyungsoo nació, Baekhyun dos años mayor, ya había acaparado el mercado de <<guapo y delicado>>, de modo que el decidió ser <<un chico duro>>. Y Siwon, naturalmente lo había aceptado como su hijo prodigio. Las lágrimas eran para los niños pequeños, le decía y Kyungsoo había aprendido muy pronto a contenérselas.
Lo de la noche anterior había sido un paso en falso que debía olvidar, nada más, pensó saliendo del lavado, Como diseñador, su ropa era más que un homenaje a la moda, un reflejo de su propia personalidad. Su manera de vestir siempre quería decir algo y el traje de chaqueta oscuro que llevaba aquel día decía claramente <<no te metas conmigo>>. Los zapatos pulcros añadían: <<o te daré un puñetazo>>.
El ruido de la sala donde tendría lugar la conferencia de prensa parecía el de un bar durante un partido. Kyungsoo sintió un escalofrió. Por el momento sonaba más o menos inofensivo, pero temía que en unos minutos el murmullo de los periodistas se convertiría en un grito pidiendo su cabeza.
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-Ah, aquí estas. Estábamos esperando –dijo su padre al verlo-. ¿Todo bien?
-Sí, todo bien –sonrió él-. ¿Por qué lo preguntas?
-Porque pareces un poco pálido. Pero si estás listo, vamos a empezar.
Las cámaras se volvieron hacia ellos en cuanto entraron y los periodistas levantaron la mano para indicar que querían hacer preguntas.
Tras la mesa había una fotografía del equipo coreano durante el partido del día anterior y Kyungsoo se encontró sentado entre su padre y Lee Donghae, el fisioterapeuta que estaba allí para explicar que el tejido usado en la camiseta podía influir beneficiosamente al desarrollo físico de los jugadores.
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A merced de un Millonario (KAISOO)
RomanceEl no está dispuesto a aceptar nada más que la rendición total. El millonario Kim Jongin tiene una nueva presa: el heredero Do Kyungsoo, un bello pero mimado hombre que le causo problemas en el pasado. Y él está dispuesto a igualar el marcador. Lo q...