Cuatro meses después
El estadio de Yokohama desde siempre tenía ambiente de carnaval, pero aquella inesperada tarde de primavera todo el mundo parecía estar de particular buen humor. El Torneo de las Seis Naciones había terminado y el público parecía relajado y contento en las gradas, esperando que empezase el partido amistoso entre San Jorge y un equipo coreano.
San Jorge eran unos oponentes formidables y el partido prometía ser muy emocionante pero, en el lujoso confort de la sala de autoridades, Kyungsoo no participaba de ese buen ambiente.
A su lado, Baekhyun, con un plato sobre su ya muy abultado abdomen, no dejaba de comer.
-Espero que el equipo médico del estadio tenga experiencia en partos -murmuró, cerrando los ojos.
Kyungsoo lo miró, alarmado.
-¿No pensarás que...?
No, no, tranquilo. La verdad, yo creo que este niño no va a nacer nunca. Sencillamente voy a seguir engordando hasta que no pueda moverme. Ah, por cierto, ¿te importaría traerme uno de esos canapés de anchoas tan ricos?
Kyungsoo tomó el plato, alegrándose de tener una excusa para estar un rato a solas. Se sentía inquieto, nervioso. La sala, con un balcón que daba al campo, estaba llena de mandatarios de las federaciones Coreanas e Inglesas, todos ellos conocidos de Jongin. Y, sin poder evitarlo, se encontraba aguzando el oído con la esperanza de escuchar su nombre.
-¿Sólo el canapé de anchoas o quieres también un kiwi y un poco de mayonesa? -bromeó. -No, espera, no tienes que contestar siquiera. Me he convertido en un experto en tus dementes antojos.
-Ríete de mí todo lo que quieras, pero ya verás cuando te toque a ti. Un día tu trasero será del tamaño de Dinamarca y tu nevera estará llena de mayonesa... y ese día te tomaré el pelo como tú me lo tomas a mí.
Cuando se dirigía a la mesa donde habían servido el bufé, la sonrisa de Kyungsoo desapareció. Le resultaba imposible creer que algún día fuera a estar embarazado. Sobrevivir era lo máximo que podía esperar y eso en los momentos más optimistas. Había destrozado su oportunidad de ser feliz al juzgar mal al hombre que tenía esa posibilidad en sus manos.
-Kyungsoo...
Él se sobresaltó al oír la voz de su padre.
-Por favor, cariño, no te vayas. Sólo quiero decir cuánto me alegra que hayas venido. Y lo orgulloso que estoy de ti.
-Al menos el encargo de San Jorge es algo que conseguí por mis propios méritos —replicó él.
-Perdóname, hijo -suspiró Do Choi Siwon. -Mira, sé que no es el momento, pero no has querido hablar conmigo desde que volviste a casa. Sé que estás enfadado y sólo quiero decirte cuánto lo siento.
-Sí, claro.
-Tu madre siempre dice que tengo que dejarte en paz, que debo dejar que hagas las cosas por tu cuenta, pero... lo hice una vez y no he podido perdonarme a mí mismo desde entonces.
Kyungsoo suspiró, mientras dejaba el plato sobre la mesa.
-Todo tiene que ver con el accidente, ¿verdad?
-Fue culpa mía y siempre me sentiré responsable por ello. Pero el accidente también me hizo ver lo frágil que eras bajo ese duro exterior... y cuánto te quería. Quise envolverte entre algodones después de eso porque no podía soportar que lo pasaras mal. Sólo quería que estuvieras a salvo, Kyungsoo. Y pensar que alguien puede hacerte daño...
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A merced de un Millonario (KAISOO)
Любовные романыEl no está dispuesto a aceptar nada más que la rendición total. El millonario Kim Jongin tiene una nueva presa: el heredero Do Kyungsoo, un bello pero mimado hombre que le causo problemas en el pasado. Y él está dispuesto a igualar el marcador. Lo q...