¿Frio y profesional? Oh, por favor, menuda broma. Dejando escapar un suspiro. Kyungsoo se miro al espejo. El pálido rostro y el pelo aplastado eran horribles, pero mucho peor era el recuerdo de la criatura lasciva que se había apretado contra Jongin unos minutos antes.
Estaba avergonzado, pero no podía negar el placer que había sentido. El placer prohibido y delicioso de besarlo, de sentir el duro cuerpo masculino contra el suyo.
Y el absurdo de creer por un momento que era una situación normal: una pareja que se atraían el uno al otro.
Cerrando los ojos, apoyo la cabeza en la pared un momento antes de abrir el grifo del lavado para mojarse la cara. Jongin estaba jugando con él. Lo había llevado a Inglaterra decidido a demostrar que no era más que un niño mimando sin una onza de talento, pero quizá empezaba a temer estar equivocado.
Y eso no podía ser, claro. Kim Jongin moriría antes de reconocer que había cometido un error. Preferiría seducirlo. Aunque había dejado claro que no lo encontraba atractivo, preferiría besarlo sólo para minar su profesionalidad y hacer que fracasara en la presentación.
Y casi lo había logrado.
Después de secarse con la toalla miró alrededor, buscando algo que pudiera ponerse... y encontró una preciosa bata azul de seda que colgaba de una percha. Al ponérsela se quedó sorprendido. Era mucho más que una bata, era una prenda delicada y elegante que hacía que sus ojos pareciesen casi de color aguamarina. Aunque eso no ayudaba mucho porque el pelo cortó caía empapado sobre su cara y su rostro, en protesta después del baño de agua fría, brillaba como un desastre nuclear.
Genial, pensó atándose el cinturón antes de abrir la puerta. Era un diseñador de moda a punto de hacer una presentación y estaba hecho un desastre. Un día, pensó, recordaría aquello y se echaría a reír.
Pero no creía que eso pudiera pasar en mucho tiempo.
Jongin oyó el ruido de la puerta, pero siguió nadando, concentrándose en el ritmo de las brazadas. Cuando llego al otro lado de la piscina dio la vuelta y lo vio acercándose a él.
Las brazadas perdieron el ritmo.
La bata azul se pegaba a su delicada figura y con el pelo rojizo cayendo sobre su cara y la cara brillante sin gota de maquillaje, había en él una simplicidad, una ingenuidad, que se abrió paso hasta un sitio guardado dentro de su corazón.
¿Do Kyungsoo ingenuo?
Sí, seguro, tan ingenuo como Cruella de Vil.
Kyungsoo salió al porche para sentarse frente al ordenador, pero Jongin seguía nadando un rato, retrasando el momento en el que tendría que salir del agua y enfrentarse con él. Decidido hasta entonces a demostrar que era un heredero sin talento ayudado por su influyente padre, ahora no sentía el menor deseo de enfrentarlo con la evidencia que tanto había esperado encontrar.
Y no entendía por qué.
Saliendo del agua, se secó con una toalla a toda prisa y después de comprobar que Kyungsoo estaba de espaldas, se quito el bañador para ponerse los vaqueros. En circunstancias normales no se hubiera molestado en vestirse, pero aquellas no era circunstancias normales. Lo que había sentido mientras lo besaba no era normal. No podía sentarse con él sabiendo que bajo la bata azul no llevaba nada.
Tomando dos cervezas de la nevera del bar, salió al porche. Ya no hacía calor y una luna teñida de color albaricoque colgaba como una joya en el cielo rosado. Kyungsoo levanto la mirada cuando puso la cerveza frente a él.
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A merced de un Millonario (KAISOO)
RomanceEl no está dispuesto a aceptar nada más que la rendición total. El millonario Kim Jongin tiene una nueva presa: el heredero Do Kyungsoo, un bello pero mimado hombre que le causo problemas en el pasado. Y él está dispuesto a igualar el marcador. Lo q...