Kyungsoo vio un tanga de encaje rojo sobre uno de los cables de los que colgaban las linternas de papel que iluminaban los jardines del club y, mirando alrededor, encontró el sujetador a juego tirado sobre unos arbustos. Y tras los arbustos se oían los reconocibles gemidos de una pareja haciendo el amor.
Jongin le había dicho la verdad: los jugadores del equipo de polo no se andaban con contemplaciones.
Habían instalado una serie de carpas en los jardines del club de campo y el efecto era como una fiesta medieval, al menos a distancia. La realidad era bastante menos romántica. Los miembros de los dos equipos rivales hacían cola en las barras para competir bebiendo alcohol mientras algunas parejas bailaban en poses que Kyungsoo sólo había visto en el Kama Sutra.
Y en medio de todo aquello, él se sentía absolutamente solo.
Desde que llegaron al club había intentado alejarse de Jongin y no le resultó difícil porque estaba permanentemente rodeado de admiradores: sobre todo mujeres guapísimas, pero también algunos hombres que querían charlar con él o sencillamente formar parte de ese foco de atención. Kyungsoo estaba decidido a no molestar, de modo que terminó hablando con un montón de personas a las que no conocía y con las que no tenía nada en común.
Apartándose educadamente de una modelo brasileña que sólo hablaba de dietas y moda, se refugió en la carpa más cercana.
-Ah, él esquivo Joven Kyungsoo -oyó una voz a su lado. -Por fin nos conocemos.
Kyungsoo se volvió. En la penumbra de la carpa sólo podía ver el brillo de los ojos del hombre y sus blanquísimos dientes.
-Soy Minho -se presentó. -Juego en el equipo de San Jorge con Jongin. Deja que te invite a una copa, querido, así podremos charlar un rato.
Volvió un minuto después con una copa de martini y, poniendo una mano en su espalda, lo llevó de vuelta al jardín.
-¿Te importa que nos sentemos? -Minho señaló un banco. -El partido de hoy me ha dejado hecho polvo.
-¿El polo es siempre tan violento? -preguntó Kyungsoo.
-Es duro, pero entre La Maya y San Jorge es algo más que eso. Es como una batalla.
-Eso me había parecido. La verdad, temía que alguien se hiciera daño de verdad.
-¿Alguien en particular? -preguntó Minho.
Kyungsoo lo miró. A la luz de las linternas de papel que colgaban sobre sus cabezas vio que sus ojos eran amables, dulces. Y él necesitaba tanto confiar en alguien...
-Sí -admitió, tomando un sorbo del cóctel. -Pero no sirve de nada que me preocupe.
-¿Por qué dices eso? Tú eres un Joven guapísimo.
-Eres muy amable pero, desgraciadamente, no creo que eso sea suficiente. Hay otras... cuestiones -Kyungsoo suspiró, tomando otro sorbo del delicioso cóctel y comprobando después que su copa estaba ya vacía. -Me gusta mucho. ¿Qué es?
-Vodka con chocolate. Está rico, ¿verdad? -rió Minho, -Creo que en el cielo deben de tomarlo todo el tiempo, pero como no sé si yo soy lo bastante bueno como para ir allí, lo bebo siempre que puedo. Espera, voy a pedir otro y luego me contarás qué es eso que tanto te preocupa. Quién sabe, a lo mejor puedo ayudarte.
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Jongin se abrió paso entre las parejas que bailaban en la carpa convertida en discoteca.
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A merced de un Millonario (KAISOO)
RomantiekEl no está dispuesto a aceptar nada más que la rendición total. El millonario Kim Jongin tiene una nueva presa: el heredero Do Kyungsoo, un bello pero mimado hombre que le causo problemas en el pasado. Y él está dispuesto a igualar el marcador. Lo q...