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Los días en la cárcel por unos días fueron un poco duros, por aquella pérdida, quienes más se lamentaban eran los presos, ya que aquel funcionario se llevaba muy bien con ellos, el dolor pasó para dejar paso al miedo, a la cárcel llegó un nuevo funcionario, este venía de lejos, había ocupado ya varios puestos y según lo poco que sabían es que tenía una mano muy dura.

—¿Ya vielon al nuevo? Que miedo da ese picoleto

—No creo que de tanto miedo —decía Gustabo que reposaba en su cama—

—Pelo debelda, sabes que a mi no me da miedo nada, pelo jodel debelias velo

Aquel funcionario tal y como lo había mencionado Kalahari, causaba bastante miedo por la mano dura que tenía, ningún funcionario si quiera le pisaba los talones, para tal punto todos le tenían miedo y respeto.

—¿Que haces aquí? —los potentes ojos verdes del policía se posaron sobre cierto rubio que leía un libro en la biblioteca—

—¿Que mas?, estoy leyendo

—A mi no te atrevas a responderme así, ¿si sabes que no deberías estar aquí solo?

—Oh, lo olvidé, pero es que

No pudo acabar porque el sujeto lo tomó del brazo para "escoltarlo" a su celda —aunque en si lo iba arrastrando— siguieron hasta llegar a mitad del camino porque otro policía se poso frente a ellos.

—¿Qué hizo?

—Estaba en la biblioteca completamente sólo, podría estar planeado algo

El de la barba ante aquello solo quizo reir, pero pero por simple respeto no lo hizo, solo le lanzó una sonrisa para decirle que el se podría llevar al preso para que continuará con lo suyo

—¿Encariñado del preso?

—¿De que me esta hablando?

—Se nota bastante Rodriguez, debería tener más cuidado porque sabe lo mal que está enamorarse de un preso

—Yo no estaría enamorado de un idiota como el, ni en mis sueños así que si me permite

Gustabo solo se sintió un tanto mal ante las palabras, claro que no lo demostraría.

Interesante. GrestaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora