IX - Guarda mi contacto.

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Samantha

La gente que me rodea, cada vez que tiene la oportunidad, trata de alardear con el talento que dicen que tengo. Sí, me gusta cantar. Y siendo sincera no lo hago tan mal.

Yo creo mucho en mi. Desde que pienso que puedo hacer todo lo que me proponga lo estoy consiguiendo, es la forma de atraer cosas positivas, aunque marche despacio.

Muchas veces me han dicho que las posibilidades no son escasas, que debería mostrar mis capacidades a otras personas que no sean solo mis amigos ni yo misma. Ya que, tanto mis poemas, canciones y composiciones en general son muy íntimas, que no me gusta enseñar, porque es mi forma de desnudarme y sin ningún pudor hablar de absolutamente todo lo que sucede, lo que me produce cierta incomodidad de mostrar. Puedo parecer muy transparente por la forma en la que me desenvuelvo pero pocos son testigos de la realidad, entre ellos, el papel puede llegar a ser el mayor confidente de una persona.

Considero que es un mundo que no tiene lugar para cualquier persona, que aunque la idea de participar en el me parezca interesante, ya que quieras o no, no me gusta pasar desapercibida; pero siendo realistas es algo que lo veo muy alejado de mi vida.

De todas formas, algo me impulsa a creer que igual no es tan así como lo pienso. Por lo que hace algunos meses he dejado varias de mis obras en distintas productoras, conocidas, desconocidas pequeñas y grandes, queda en manos de la suerte. En un principio me gustaría ser una cantautora, escribo y canto, al menos se me da un poco bien. Pero con lo que venga estaré satisfecha, mi meta es llegar a algún día poder vivir de algo que llame mi atención al cien por ciento, que sea el motivo por el que quiera levantarme todas las mañanas a la hora que sea necesaria y no estar dependiendo de un trabajo muy poco inspirador. Como ahora, que lo único que hago es fregar vasos.

Hoy comienzan los preparativos de la fiesta anual que se hace aquí. Así me lo ha informado mi jefe.

Donde entre otras cosas se invitan a cantantes no tan reconocidos para traer buena música al ambiente. A pesar de que no siempre reciben la atención que merecen. A causa de que los clientes se entretienen en sus propias conversaciones.

Se lo comuniqué a mi compañero con todos los detalles que debía de saber. Como era de esperarse nosotros seríamos los encargados de preparar todo aunque luego sean otros los que atiendan a los clientes ese día.

Nuestra recompensa sería asistir sin tener que ejercer ninguna labor y más a nuestro favor: gratis.

Flavio

Esta mañana, mi superior me había encargado de realizar un sencillo recado. Como me había percatado la primera vez que llegué al bar, el cartel de fuera estaba algo descuidado. Por esto mismo, debía pedir uno nuevo para que llegue en el plazo de tres días.

Samantha me había comentado que todos los años se hace una celebración en este bar. Una mini fiesta, con la que se recauda dinero que va dirigido a varias instituciones que lo necesiten. Aunque el Malibú sin Piña no sea tan reconocido hay que destacar que la gente que viene al mismo es de una clase social aceptable para arriba, es decir, que no viene cualquier persona. Esto se debe a que es uno de los pocos bares situados en la rambla con el privilegio de tener una bajada directamente a la playa más concurrida de la ciudad.

Para nuestro alivio la jornada estaba más que calmada, pudimos hablar de temas varios, como por ejemplo de por qué los caballos se llaman así y no conejos. Está claro que nuestras conversaciones no son las mejores pero nos divertimos y entendemos a nuestra manera.

-No te preocupes si tienes que estudiar, le pasas mi número a quien sea y yo me encargo de recibirlo. - dice Samantha respecto al letrero mientras se saca el desgastado delantal.

- ¿Segura? tampoco creo que me distraiga mucho. - respondo guardando los pequeños platos en su sitio.

-Claro, por algo me ofrezco. - ríe y añade parándose delante mía. - ¿o tienes miedo de que me tire al repartidor?

Es tontísima

- Ay, cuidado que miedo. - le facilito mi móvil negando con mi cabeza de forma casi automática por su última acotación. -ponme tu número y se lo pasaré.

- Vale. - coge el teléfono y observo su peculiar cara de concentración al escribir su número. - guarda mi contacto, si lo quieres conservar.

- Está bien, lo guardaré. - acepto tecleando su nombre en el contacto una vez que poseo mi móvil nuevamente. - Te escribiré más tarde para que puedas agendar el mío.

- No te contestaré. - bromea mientras va por las llaves del candado de su bicicleta.

- Lo que tu veas rubia. - murmuro apagando las luces de la barra escuchando de fondo un «¡oye!» en modo de reproche. Se muy bien lo mucho que le molesta ese apodo.

Cerramos las puertas, dejando todo en las mejores condiciones. Haciendo que otro día concluya.




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hola!! una vez más quiero agradecer por cada persona que me lee.

bueno, aquí les traigo otro capítulo que espero que esté a la altura de los anteriores. soy consciente y lo vuelvo a repetir de que todo va bastante leeeento, pero prefiero que sea así ya que necesitaba sacar ciertos temas antes para organizarme (yo me entiendo)

ahora cada uno ya tiene su número ¿un avance, no?

nos leemos pronto

—♥

Sensaciones del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora