II- Gracias a ellas.

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Flavio

Me desperté por el escandoloso ruido que a mi parecer provenía de la cocina. Me puse mis gafas evitando así caer rodando de la cama al no distinguir absolutamente nada en mi alrededor y me dispuse a guardar todo lo que había utilizado la noche anterior para entretenerme, es decir, mi piano de papel junto a unas cuantas partituras.

Una vez aseado, me dirigí con mi familia a desayunar. Pude deducir que el ruido que anteriormente me había sacado de mi profundo sueño era parte de la lucha que estaba teniendo mi padre con unas ollas al guardarlas en su respectivo sitio. Luego vi a mi hermana, que no se la veía muy entusiasmada, de hecho había tirado su tostada recién hecha al suelo; parece que no soy el único que aún está dormido.

- Buenos días Fladormilón. - me dice mi madre alegremente, llamándome con ese apodo que me perseguía desde mi temprana edad debido a que, en pocas palabras, me encanta dormir.

- Buenos días, ma. - murmuro con cierta pereza

- ¿Ya has encontrado alguna oportunidad? - interviene mi padre sin ningún tipo de rodeos.

- Sí. - asiento para luego añadir - Pero todavía no he llamado.

- ¿Y a que estás esperando Flavio? - exclama mi madre con su característico desagradable tono que utiliza cuando las cosas que hago o dejo de hacer se escapan de sus manos. - No hagas el tonto e intenta encontrar ya un trabajo cariño, que luego pasa lo que pasa.

- Ya - me limité a responder, que es más razonable que comenzar la típica discusión que no me llevaría a ningún lado.

De todas formas tendré que hacer lo que ellos quieran, por eso prefiero quedarme callado. Si consigo ese trabajo y me voy, podría seguir practicando y desarrollando más capacidades en el mundo de la música sin tener que esconderme por un simple capricho de mi familia.

No es que tenga una mala relación con mis padres, es todo lo contrario. Solo es que ellos aspiran a que sea alguien que no quiero ser y enfrentarme a ellos sería decepcionarlos totalmente. A decir verdad soy un poco cobarde.

Después de desayunar e intercambiar alguna palabra con mi hermana, volví a mi habitación para poder contactarme con aquel bar.
Por suerte me tendrían en cuenta y esperarían a que yo llegase hasta allí, ya que al estudiar en Barcelona, por razones más que obvias mi trabajo debía de estar en la misma ciudad.

Mi día continua con total normalidad, me encuentro con mi amiga Anaju en el parque donde usualmente quedamos a la misma hora de siempre.

Ana Julieta es como una hermana para mi, por suerte, cada vez que la necesito tiene las palabras exactas para poner mis pies sobre la tierra. Hoy no sería uno de nuestros bonitos y casuales encuentros, más bien se encaminaba a ser una despedida. Ella ya estaba al tanto de que pronto me mudaría a Barcelona, de hecho se lo esperaba, ya tengo veinte años y debo decidir de una vez por todas que será de mi futuro pero también se que será difícil por las dos partes. Hemos pasado tantas cosas que me alegra haber forjado esta gran amistad con ella.

Y lo más importante, es que fue Anaju quien desde el primer momento me alentó a seguir el camino que yo quisiera; tanto que me consiguió una beca en el conservatorio, donde acudo hace apenas unos 8 años a espaldas de mis padres. Desde pequeño me he mentalizado en alcanzar mi meta y si yo confiaba en mi, seguramente estos últimos pondrían su voto de confianza en esto. Pero este es el problema, la confianza no existe en mi diccionario, no sé a qué se debe o quizás si. Supongo que las piedras que nos vamos encontrando en el camino dejan sus huellas en cada persona, un aprendizaje positivo o por el contrario uno negativo y yo me he quedado con lo segundo.

Compartí una gran charla que duró toda la tarde, entre risas, reflexiones y refrescos que me hizo ver que este siempre será mi lugar, aunque en dos semanas ya no esté aquí.

Samantha

No he comenzado mi día con el pie derecho, teniendo en cuenta que apenas es mediodía y ya estoy agotada tanto física como mentalmente.

Lo de mudarme sola es una idea que me hacía bastante ilusión, pero no he tenido en cuenta que ahora la única persona que se tiene que hacer cargo de la limpieza y organización de esta jungla soy yo, y es sumamente agobiante. O quizás soy un poco vaga, pero para qué admitir eso si puedo decir todo lo contrario.

El apartamento ya va tomando forma, aunque sólo lleve un día aquí. No me resistí a evitar el quererme arrancar los ojos cada vez que veía el desastre que era esto, por lo que acomodé todo haciéndolo más agradable para el bienestar de mi vista.

Al cabo de unas horas revisando mis cajas, pedir unos nuevos muebles con precios más que accesibles por internet que quién sabe cuando llegarían y sudar sin parar a causa del calor que se acumulaba dentro de estas cuatro paredes, me llegó un mensaje de mi amiga, Maialen.

Mai está a mi lado desde que tengo uso de razón. Es la persona que colorea mi vida cuando todo se vuelve gris. Y cuando mi mundo se vino abajo, ella fue quien me ayudó a levantarlo una vez más.

Se le ocurrió la brillante idea de salir a tomar unas cervezas por ahí. No tengo muchas ganas de ir pero finalmente, termino cediendo en vez de quedarme el resto de mi día libre sentada en un sofá viejo a ver las horas pasar.

Estoy exhausta y me viene bien parar por un rato.

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hola otra vez!! bueno en este capítulo pueden ir conociendo un poco más acerca de flavio y samantha, aunque todavía queden cosas por saber porque claramente estamos en el inicio de la historia.

soy consciente de que estos primeros capítulos serán más aburridos que los que vendrán a continuación, ya que por el momento ellos no se conocen. solo que me pareció una buena idea comenzar por dar a conocer una pequeña parte de la situación de cada uno.

lo que si se me hizo un poco complicado es darle comienzo a esta historia, porque si bien ya tenía casi todo escrito a veces es difícil darle un principio que llame la atención, bueno supongo que me entenderán, paro de hablar porque sino me enrollo y no hay quien me detenga.

nos leemos pronto.

-♥

Sensaciones del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora