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Han pasado varios días y noches, y yo todavía continuó aquí, sin síntomas de que algo fuera a cambiar en un futuro próximo.
Hay momentos en que el tiempo pareciera transcurrir tan, pero tan lento y otros en los que siento que si me quedo distraída un segundo mirando una mosca volar me perderé días pasar delante de mí embobada cara y yo sin enterarme.

En estos momentos hay una fiesta en la casa. Una reunión familiar en la que todos están contentos y festejando.
Y después de días de no ver el rostro de mi querido hermano aparecer por casa, es una grata sorpresa tenerlo aquí frente a frente.

Todo él siempre me recordó a nuestro padre, su altura de metro noventa, su sonrisa algo infantil en aquel rostro de hombre de negocios maduro y serio; su humor algo negro y sarcástico. También la forma en que cuida a mamá y a mi hermana. Era muy protector con nosotras, tuvo varias discusiones con mi hermana y conmigo por este tema en nuestra adolescencia pero era su forma de cuidarnos.

Ahora está sentado junto a uno de nuestros tíos hablando de política mientras toma una cerveza viéndose relajado en el exterior, pero puedo notar las pequeñas arrugas de tensión en sus ojos.

«Piensas que no sé lo que estás haciendo»  le digo sentada a su lado recostando mi cabeza en la mesa «Pero eres fácil de leer al igual que nuestra hermana».

Suspiro cansada.

¿Cómo puedo encontrarme cansada si no hago absolutamente nada? ¿Cómo es que repentinamente me dieron ganas de dormir si durante estos meses nunca lo necesite?

Me levanto sorprendida.

«Un momento» comienzo a entrar en pánico. Cierro los ojos y me concentro en mi forma espiritual. La energía que me representa, la que generalmente me hace sentir tan liviana como una pluma, ahora se siente...pesada. «Esto es algo nuevo...¿pero es bueno o malo?».

Podría ser que al estar rodeada de tantas personas al mismo tiempo provoca que se produzca un cortocircuito espiritual o algo así. ¿Quizás? ¿Acumulación de energía?.

«En verdad desearía haber leído más sobre espiritualismo y esas cosas»

Decidí alejarme, tomar un poco de distancia de todos y talvez de esa manera logre sentirme menos pesada y decaída. En mi camino al dormitorio, miré en la cocina donde sólo se encontraban mi mamá, mi tía y mi hermana hablando mientras preparaban las ensaladas. Están conversando de alguna cosa interesante, pues mi querida hermana se encuentra con las mejillas sonrojadas e intenta ocultar su rostro de las mujeres trás su cabello rizado.

—...el vecino es un buen chico, pero no creo estar lista para una nueva relación —decía ella.

—Aun sigue enamorada de su ex-novio— mamá le susurra a mi tía de manera cómplice, ella asiente solemnemente de acuerdo.

—¡Las estoy escuchando! —les recrimina con una sonrisa fingiendo estar enojada.

En verdad mi hermana y su chico hacían una pareja de lo más empalagosa y dulce que existe. O lo hacían.
Se conocieron en la perfumería donde trabaja ella; él iba a comprar perfumes con una constancia que: o estaba interesado en la bonita vendedora, o estaba por abrir una perfumería clandestina.
Mi hermana no se había dado cuenta de él sino hasta la tercera vez que ingresó para comprar un perfume de regalo para su tía abuela.
Luego de mucho tartamudeo y sonrojo por parte de ambos y varías semanas para juntar valor, al fin la invitó a una cita. Él resto es historia... es decir, que mi hermana solo me ha comentado lo escencial de su amor.
Ellos eran la una para el otro, de esas parejas que envidias y que sólo vez en novelas y películas.
Me sorprendió cuando se separaron pero en la vida no todo es color de rosa y si ambos necesitan espacio y pensar, pues bien ¿No?.

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