[0]

383 60 13
                                    

[0]

En la calle Morelos al 1406 se encuentra un edificio de viviendas de fachada simple, con ladrillos rojos y cinco pisos de alto. El alquiler es medianamente razonable y desde hacía seis años atrás las mascotas estan permitidas.

Es un edificio bastante sencillo a comparación con el moderno de la esquina donde incluso poseen piscina en el último piso y un gimnasio privado en la planta baja junto al zoom de reuniones, también más grande.

Pero a pesar de ser algo... rústico y acogedor, los residentes del 1406 sienten el edificio como un hogar y ya se conocen entre todos. Por ello a algunos les pareció extraño las visitas inesperadas que recibió uno de los inquilinos ese mismo día.

Era el edificio en el cual todo el vecindario sabe que tiene un balcón en la segunda planta a la derecha repleto de flores blancas cada primavera, y en el que puedes ver al portero limpiar el vidrio de las puertas principales cada Lunes y Jueves a la misma hora sin falta y se sabe que la dueña del 3C se dirige a comprar su petaca de alcohol en el almacén de la esquina cada fin de semana para poder "relajarse".

En éste mismo edificio, para ser más precisos: en el departamento 4D del cuarto piso exactamente, pasando la sala y la pequeña cocina; por el pasillo y la tercera puerta a la izquierda ingresando en el dormitorio, y sentada sobre el borde de la cama, me encuentro yo.

Lo sé, seguramente se preguntarán qué es lo que hago en éste dormitorio que, cómo se puede notar por la decoración demaciado masculina, claramente no es el mío. Y tal vez preguntarán qué hacía con la vista clavada en un punto fijo contemplando básicamente a la nada como una loca (¿O quizás observaba el balón anaranjado de básquet en el rincón junto a la puerta?).
Bueno, pues solo me estoy preguntando porqué sigo con todo ésto, aunque eso no viene al caso a estas alturas y ustedes no entienden.

En fin, estoy esperando a alguien. Alguien importante.

Hace unos minutos estaba algo perdida o tal vez la palabra exacta sea: resignada. Resignada con toda esta situación...

Hasta que, siguiendo a las personas correctas encontré las respuestas a preguntas que creí que nunca me plantearía. Preguntas como: ¿Quién?¿Dónde? ¿Cuándo?¿Cómo? Y ¿Por qué?. Principalmente ¿Por qué?.

¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?.

Sé que en estos momentos no comprenden absolutamente nada. Y me alegro de ello. En serio. En verdad lo hago. De esa forma, mientras aguardamos que llegue ese alguien importante, me prestarán la suficiente atención mientras les cuento lo que está ocurriendo en este departamento. O, bueno, prácticamente lo que sucede con todo en general.

Lo primero es salir del dormitorio y regresar a la pequeña sala; allí donde aún se encuentran sobre la mesita de madera frente al sofá, las tres tazas de (a estas alturas frío) café junto con algunas revistas, diarios y una carta.

Nos pondremos cómodos en este sofá algo antiguo con un tapizado en ¿Verde claro o beige? Lo que sea, realmente ya no se distingue bien el color pero sigue siendo cómodo. En fin, me ubico junto a la arisca gata durmiendo su siesta (ella solo abre los ojos un segundo para lanzarme esa mirada arrogante y elegante que solo un felino puede lograr).

Esta bien. Ahora que todos estamos ubicados y cómodos ¿Por dónde empezar?.

¿Por aquella escena no tan bonita en la escuela secundaria? No. No, demaciado atrás en el tiempo.

¿Por el beso en aquel día soleado de primavera? No. Demaciado personal para comenzar por ahí, lograrán que me sonroje.

¿Por el nacimiento de la hermosa bebé?. Mmm...creo que los confundiría mucho más de lo que ya están ahora y no sabrían qué tiene que ver con todo.

Bueno, supongo que el mejor inicio para que puedan entender es en el hospital. Ya saben cómo es el dicho: el final puede ser un buen comienzo y esas cosas clichés.

Bien, comencemos con la historia.

SPOILER: Al Inicio MueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora